Hernández Santiago
Pues a como van las cosas, el famoso Frente Ciudadano por México –antes Frente Amplio Democrático- está en el dilema de seguir siendo Frente –coalición de partidos- o si cada chango a su mecate. Es cosa de ver qué pasa de aquí a enero próximo cuando se deberá conocer el nombre de quien podría ser el candidato de los partidos que integran este movimiento anti PRI y anti Morena.
El principal debate se centra ahora en quién podría ser ese candidato de tres tristes tigres –agua y aceite- integrados en uno: el Partido Acción Nacional –Ricardo Anaya-, Partido de la Revolución Democrática –Alejandra Barrales- y Movimiento Ciudadano – Dante Delgado-; por último está por verse si se suma a éste el Panal –Luis Castro Obregón-.
Ya se ha dicho una y mil veces que este famoso Frente tiene un fuerte aroma a conflicto interno y a que será muy difícil poner de acuerdo a por lo menos tres intereses de distinta dimensión. También se ha dicho que los que están ahí tienen sus propias ambiciones de poder y que será una lucha a muerte conseguir la candidatura única…
… Porque no es lo mismo que el PAN –que ya gobernó al país- quiera encabezar esta coalición a que lo quiera liderar el PRD, que por ahora no tiene piernas de jinete para cabalgar por su propia cuenta, en tanto que el Movimiento Ciudadano no está como para ponerse moños pues en realidad “no tiene la menor importancia”…
La dirigencia de esta organización tripartita parece orientarse a ser ellos quienes decidan al candidato o candidata que levantará la bandera Frentista en las elecciones de julio de 2018.
En tanto, una fuerte corriente de militantes y simpatizantes de estos partidos quieren una elección abierta de candidato, y transparente, en la que los candidatos que estén dispuestos al sacrificio por la patria muestren cartas credenciales al público y mediante debates y apoyo ciudadano consigan este nombramiento. Esto generaría confianza y certezas entre los electores, dicen, en tanto que quieren impedir que la dirigencia del PAN o del PRD se haga de esa candidatura…
Porque ya se ve que por lo pronto hay dos vías en las que se podría estar construyendo esa candidatura; por un lado Ricardo Anaya que vive peleando con grupos calderonistas dentro de su partido, el PAN, y quien en un ataque de nervios ahora se ha dedicado a pelear con medios de comunicación, lo que le ha costado un extrañamiento de sus compañeros Frentistas pues esto –dicen- podría desgastarles y ponerlos en crisis mediática y popular. Él quiere ser el candidato.
Por otro lado, la señora Barrales tiene en su cartera el nombre de Miguel Ángel Mancera quien ha sido muy apoyado por la dirigente perredista y quien ha venido haciendo campaña desde hace meses y quien no oculta sus muchas ganas de ser el candidato Frentista.
El asunto es que apenas el martes 3 de octubre avisó al público que por ahora se retira de la batalla campal pro-candidatura frentista o independiente, para dedicarse en cuerpo y alma a atender los problemas de la Ciudad de México que, sí, vive una seria crisis luego de los sismos, pero que con esta actitud, Mancera hace política de imagen en su propio favor.
Hay otros candidatos independientes que podrían sumarse a este movimiento y quienes quieren ser los prospectos en aguas turbulentas.
Mientras tanto el PRI mira lo que pasa ahí y se sumerge en sus propios debates internos y sus luchas para conseguir mejores posiciones con rumbo a los resultados de 2018. El presidente Enrique Peña Nieto ya decidió quién será su candidato priísta, como ya lo sabe quien lo será; el tema es que hay una cierta forma de malevolencia en este juego porque se permite que otros aspirantes priístas en el gobierno lleven a cabo una lucha mortal de descalificaciones, entre ellos.
Morena es su dirigente Andrés Manuel López Obrador, y sigue su marcha ascendente y adelante; no obstante esto es así mientras se conocen los nombres de los candidatos tanto del Frente –si sigue existiendo para entonces- como del PRI y más. Será entonces cuando se podrá conocer la verdadera fuerza política y electoral de este Movimiento que no termina por ser de izquierda, aunque ciertamente no es de derecha en las coloraturas tradicionales.
Como se ve, la política mexicana sigue su marcha. Llueve, truene, relampaguee… Los políticos, la política, los partidos políticos y la burocracia electoral del INE y Tribunales de lo Electoral, como zombis tienen la mirada puesta en el 1 de julio de 2018… Ni más, ni menos.