Yo Campesino / ¿Quién manda?
• Ganso rebasado por militares y delincuencia organizada ¿Realmente tiene el poder?
*Miguel A. Rocha Valencia*
Así como muchos políticos se doblan ante el tlatoani olmeca chantajeados por sus pecados y ambiciones de poder, pareciera que en el Ejecutivo federal los términos cambiaron y que, la milicia y el crimen organizado adquirieron tanta fuerza que no hay manera de someterlos a lo dispuesto por la Constitución.
Por eso la insistencia, a contrapelo, cinismo y a sabiendas de que se viola la norma, en Palacio Nacional se chicanea a la norma constitucional para ajustar la ley a quienes, al parecer, son los auténticos machuchones, esos que desde atrás de la silla presidencial ordenan lo que debe hacerse, desde liberar y consentir capos, darles entrada libre en territorios para sojuzgarlos y hasta participar con sus propios candidatos en contiendas electorales.
Con eso, se les da paso a espacios políticos formales que al mismo tiempo les permite hacerse por las buenas o las malas, de empresas “regulares” donde realizan actividades ilegales o les sirven para lavar dinero procedente de la producción de drogas y su tráfico junto con armas y personas.
Los datos son evidentes, se les consiente, asesinan, se apoderan de regiones, gobiernos estatales, municipales y congresos, amén de su manifiesta irrupción en las filas de dependencias federales como queda de manifiesto en los casos de militares cómplices del crimen organizado.
Bueno hasta públicamente el mesías tropical les agradece, casi los felicita, a los delincuentes comunes de no provocar mayor violencia en las pasadas elecciones, donde, por cierto, se notó la ausencia de los militares para custodiar las urnas electorales en las zonas de conflicto, especialmente de Sonora y Sinaloa, a pesar de las denuncias videograbadas. Los secuestros de representantes de la oposición le pasaron inadvertidas al Poder Judicial, al ministerio público y obviamente a los de verde.
Es tan obvia la presencia del crimen en las filas militares, que generales han caído en la cárcel por ello, el actual ganso de Macuspana, tuvo que reconocer que él ordenó la liberación de Ovidio Guzmán, como en su momento Gustavo Díaz Ordaz asumió la responsabilidad del 68 cuando era evidente que fue otro quien ordenó la matazón, secuestro y desaparición de jóvenes y adultos.
No se puede obviar la intervención directa del jefe del Ejecutivo para la liberación y repatriación del ex secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, detenido en Estados Unidos, donde el entonces presidente Donald Trump ordenó entregarlo a México para ser investigado, indagatoria fast track de la Fiscalía General de la República del impresentable Alejandro Gertz Manero, que lo exoneró. Ni siquiera pisó la cárcel.
Lo más reciente, el general y 20 militares más involucrados en la desaparición de estudiantes de la normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero. Las cosas están tan turbias que a uno de los mayores involucrados, José Luis Abarca Velázquez, ex alcalde de Iguala, un juez ordenó su liberación a pesar de las pruebas escritas en su contra.
Ni hablar del jefe de jefes, Miguel Ángel Félix Gallardo, cimiento del Cártel de Sinaloa y Guadalajara, el papá de todos y que sin humanidad contribuyó a asesinatos y a la consolidación del narcotráfico. Hoy el caudillo de Tepetitán, aplaude que lo dejen en prisión domiciliaria.
Ambos casos, justo cuando sin pruebas y sin una versión más convincente, se encarcela al ex procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, anciano y enfermo, para quien no hay justicia y gracia, simples señalamientos, pero sin comprobarle acción directa en el tema Ayotzinapa.
Se sabe que por las buenas o malas, mandos policiacos se asociaron con los criminales a nivel federal y estatal. Los casos son tantos como los hay ejecutados.
Uno de los relevantes, fue el comandante Salazar, líder de Intercepciones Aéreas de la entonces PGR, que resultó soldado de “El Azul” y cuando ya no fue útil, lo ejecutaron en su rancho de San Luis Potosí. Fue el artífice de muchas cosas, incluyendo el refugio de capos en el Estado de México.
En la actualidad ya no son policías sino militares que gozan de más impunidad. Ahí está la mafia de marinos que roba equipos, uniformes y armas para venderlos o entregarlos a criminales. De nada sirvió descubrirlos y evidenciarlos. NO los enjuiciaron y están libres. ¿Adivine en qué bando militan hoy?
De todas las concesiones de que hoy gozan los militares, incluyendo las de vigilancia que no son gratuitas, tanto que Pemex le pagará unos milloncejos a Marina por cuidar del huachicoleo, la más productiva es la administración del crimen.
Sólo veamos números respecto a la criminalidad: bajó o aumentó en este sexenio, máxime si se incorporaron a tarea de seguridad los 115 mil elementos de la Guardia Nacional que presume el Ganso y que hoy administran abiertamente desde la Sedena.
Por eso, la administración de empresas, aduanas, aeropuertos y hasta la construcción de obra “pública” palidecen ante lo que deja el crimen. De eso saben mucho “allá arriba” incluyendo el profeta de la 4T. Por eso y luego del “mensaje-amenaza” del general secretario el 13 de septiembre, la pregunta es en este país ¿Quién manda?
Finalmente, el ganso se irá, pero los militares… y el crimen permanecerán, eso sí, con mayor poder.
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