Cuando el pueblo miserable ha clamado justicia por tantas décadas, la clase media, con todo lo jodida que puede estar, se mantuvo indiferente, incluso llegando a condenar los levantamientos en regiones marginadas del territorio, por no hablar de lo incómodos, que esa “gente bien”, se han sentido por los bloqueos de la “indiada”, pero ha llegado un punto en el cual, como muchos advirtieron, la miseria también está tocando la puerta de los acólitos del sueño americano, y con bastante insistencia.
Antes de la llegada de Erique Peña Nieto a la presidencia la situación económica ha sido presa de no una, ni dos, sino decenas de crisis una tras otra durante décadas, todas cubiertas y disfrazadas por el mercantilismo y el consumismo que hace feliz al ego de millones de mexicanos obnubilados con la telecracia, la fe y las esperanzas en los próceres nacionales formados en Harvard.
Pero hoy cuando ya no hay manera de ocultar la verdad del neoliberalismo, de la globalización, los tratados comerciales, los pactos nacionales, el sistema electoral, y la pantagruélica corrupción del estado, aquellos que creyeron estábamos montados en el tren hacia la abundancia se han dado cuenta que el tren ha ido en reversa.
Y es que esa clase media esclava de las modas, egoísta socialmente, impúdicamente inculta, dueños, señores y faroles de sus “publicitados” ingresos, están a punto de descubrir que su libertad es una cornucopia cruel y que viven esclavizados a un sistema de consumo en niveles de adicción.
Por ello no sorprende que la clase media, si esa de los empleados que orgullosamente se golpean el pecho alabándose por “sobarse el lomo” con un salario suficiente para un café de “starbucks” diario acompañado con un “sub-way”, una visita familiar a un parque de diversiones “nice” y la “movie” en plaza Antara “of course”, y para seguir el juego del agiotista con no menos de 4 tarjetas de crédito, están comenzando a sospechar algo muy malo.
Si, están preocupados, y no porque nuestros hermanos los desposeídos estén al borde de la muerte por hambre o asesinados a manos de la delincuencia organizada, mejor conocida como la mancuerna gobierno empresarios, desde luego tampoco están preocupados por el futuro del hijo del vecino huevón que no tiene trabajo desde que la fabrica está en huelga, ni por el destino de aquellos niños que limpian vidrios de vehículos ante el semáforo de la esquina. Mucho menos por que existan personas de la tercera edad que aún, ellos sí, se “soban el lomo” para completar el costo de sus medicinas, cooperar a la economía familiar o simplemente sobrevivir con lo poquito que puedan ganar.
Están inquietos ya que tendrán que sacar a sus propios hijos de esas escuelas privadas patito con nombres de próceres anglosajones, como Alexader Graham Bell o Instituto Lincoln, donde se les prometio una educación integral basada en altos valores morales, aunque esos valores en realidad estén fincados en el consumismo, la competencia y la discriminación.
Están intranquilos al ver que sus tarjetas departamentales están cada día más saturadas y ya no podrán vestir ropa de marca para pretender vivir un nivel social alto en una entorno social de pobreza.
Se encuentran inciertos por que tendrán que seguir usando su automóvil durante un par de años más, a costa de comprar refacciones caras, accesorios importados y pagar a mecánicos que, casi con magia, hagan funcionar las porquerías de automóviles caros, malos y frágiles pero eso si, muy bonitos y en abonos casi eternos.
Observan sus posibilidades de vacacionar por este país, de supuesto “desarrollo turístico” pero verdadera violencia creciente, cada día más complicadas, tendrán que posponerlas o distanciarlas en frecuencia, o mejor aún, regresar a aquellos ayeres en los cuales un viaje familiar a Xochimilco, Chapultepec o a la marquesa eran una aventura épica para los abuelos. Ya ni hablar de esos viajes de shoping a los “unaites estates” una vez al año.
La clases de canto, música y ballet para incentivar el desarrollo artístico de los “peques” tendrán que cancelarse temporalmente por que Papi y Mami necesitarán contratar un seguro médico que sustituya el servicio medico del gobierno que ya no cubre ciertas “particularidades”.
El viaje anual a Canadá, a casa de los primos, de la “chiquis” tendrá que esperar, y avisarle al núbil pretendiente francés que ella estará desolada durante el verano, encerrada en su cuarto, (quien quite y por “jarioso” se traslade hasta aquí y se case con la insoportable infeliz), pero mientras no se pueda vender la inmensa camioneta V8 de lujo que “Dady” le compró a “Momy” el año pasado, tendrán que apretarse el cinturón.
El viajecito de celebración de tercer año de noviazgo que “Dick & Cleo”, Ricardo y Cleotilde, tenían programado a las Bermudas será cancelado hasta nuevo aviso de la agencia de viajes que intenta una permuta por una expedición todo incluido a las grutas de Cacahuamilpa, 7 días en Taxco y 2 pulseritas de plata.
La fiesta de 15 años de “Cherry”, o Dulce María pa´ los cuates, no podrá realizarse en el “Sea of heaven” sino en el salón “Los Caracolitos”, y su hermano mayor, el espeso “Leod”, Leodegario pa´la abuelita y las tías, tendrá que seguir aguantando el Iphone 6S que le regalaron hace 3 meses.
Y ahora si parece procedente salir a marchar, manifestarse y compartir en redes todo aquello que les había importado una chingada antes.
En fin que ya es una certeza, la supuesta vida de placeres y gozo abonado al futuro de una nación próxima al primer mundo, se derrumbó como el gigante de pies de barro, o de mierda, diría yo.
-Victor Roccas.