Laberintos del Poder
Emilio Trinidad Zaldívar
La ministra en retiro Olga Sánchez Cordero no es, no fue y no será nunca una interlocutora válida y eficiente del gobierno federal, ante las diversas fuerzas políticas representadas en la Cámara de Diputados y de Senadores, donde la raquítica y muy estropeada oposición, lo único que le corre es la cortesía política, pero no la toman en cuenta para desiciones en asuntos de gobernabilidad interna que se discuten en esas tribunas.
La doctora en derecho y Notaria Pública no sale de una cuando entra en otra, y su desafortunada declaración de que el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador se encuentra en pláticas y negociaciones con grupos delincuenciales para poder llegar a la pacificación del país, provocaron que el jefe del Ejecutivo le corrigiera la plana y dejara claro que en su gobierno no hay diálogo con grupos del crimen organizado.
La muy vapuleada y disminuida secretaria de Gobernación, se refería a las autodefensas que hay en Michoacán, pero también en Guerrero, Oaxaca, Tamaulipas y otras entidades, que a decir de las autoridades locales, son peligrosos delincuentes, secuestradores y narcotraficantes que lo que quieren es tener el control de los caminos, brechas, comunidades y carreteras, para poder trasladar sus productos.
Este tema puso en evidencia tanto a Sánchez Cordero como a su subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta Saucedo, a quien el Presidente ordenó se ajustara a lo que dice la Constitución y no anduviera inaugurando Parques Agroindustriales con ex integrantes de autodefensas, como el de la Huacana, Michoacán, donde el pasado mes de mayo pobladores sometieron y desarmaron a militares.
Esto provocó que el gobernador Silvano Aureoles reaccionara airadamente y dijera que era una pena, una lastima y una torpeza política, que el gobierno federal premiara dándoles dinero a delincuentes.
El Ejecutivo estatal sabe porqué dice las cosas. Aureoles ha batallado no sólo con esas llamadas autodefensas, sino con seudo maestros que le han causado graves daños a la economía y turismo de la entidad.
Si la secretaria de la otrora cartera más importante del gabinete, el supuesto brazo fuerte del presidente, y su segundo de a bordo se equivocan, se van por la libre, no reflexionan o no saben hacer política, y adicional a ello son ignorados como en su caso ella por representantes populares en las Cámaras, no cabe duda que son signos graves de debilidad en la política interna de un país convulsionado por la imparable delincuencia y una economía prendida por alfileres.
Sea como sea lo que López Obrador quiere y busca para ordenar y tranquilizar a un país saqueado, en ambiente tenso y enrarecido, no será con una titular de Gobernación que no sabe como comportarse ante la enorme responsabilidad que depositaron sobre sus hombros.
Quizás es por eso que las voces que se escuchan en los comederos políticos dan por hecho su salida y ya mencionan nombres para llegar de emergentes. Quizás por eso también involucran a hombres muy cercanos al presidente en Palacio Nacional como los responsables de mecerle la cuna a la ministra en retiro.
Termine en lo que termine esa clara debilidad de una dependencia que debiera ser soporte y pilar para ir de la mano del Presidente, lo cierto es que ya se apuntaron desde hace tiempo Alejandro Encinas, Manuel Velasco, el desatado Ricardo Monreal, y el a veces vice presidente Marcelo Ebrard Casaubón, para entrarle al reto de encabezar la posición más peleada del gobierno federal.
Doña Olga debe irse a su casa a cuidar y convivir con sus nietos y disfrutar de la enorme fortuna que por tantos años acumuló a su paso por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Su salario entonces y su pensión hoy, la deberían tener sin cuidado. Y si, como otros afirman, sí hay reuniones con líderes de bandas delincuenciales, la senadora con licencia cometió terrible indiscreción.
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