Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata 8
No puede darse mayor aberración política, que un partido que se autodenomina Demócratas designe como candidata presidencial a una redomada golpista a menos de tres meses de que una facción armada tomó por asalto el poder, derrocando a un mandatario civil legítimo.
Todo puede suceder cuando la derecha ultramontana monta su maquinaria infernal a lomo del caos: Es el caso de Jeanine Áñez, quien acaba de destaparse como aspirante a un mandato constitucional en Bolivia para las elecciones del 3 de mayo próximo y acto seguido exige la renuncia a todos los ministros de su gabinete espurio. Es el signo paranoico de toda usurpación que tiende al poder totalitario.
Por supuesto, para sentirse facultada a tal osadía, la boliviana apuesta a su sostenimiento por el Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos, que conspiraron para obligar a la renuncia a Evo Morales, operación autorizada desde la Casa Blanca por el anaranjado injerencista Donald Trump.
Antes del golpe, Ánez era vicepresidencia de la Cámara de Senadores.
Desde el drama de su soledad, Juan Guaidó porfía y divide
No pudo ser más “auspiciosa” la candidatura de Áñez. La proclamó precisamente en el primer aniversario de que el venezolano Juan Guaidó –coyotes de la misma loma– apadrinado por el mismo amo, Trump, se declaró presidente encargado desde la Asamblea Nacional, para tratar de desplazar del poder al gobierno bolivariano del Partido Socialista Unificado de Venezuela.
Guaidó vive hoy casi en solitario el enredijo que provocó su ambición: Se sublevó contra la Asamblea Nacional Constituyente, pretendiendo la supremacía de la Asamblea Nacional que él presidía, a su vez asumida hace unos días por el chavista Luis Parra.
¿Qué resultado ha tenido ese inconcluso episodio?: El Poder Legislativo venezolano ha quedado fragmentado en tres parlamentos que no predominan, sin embargo -ni juntos ni separados- sobre la jefatura presidencial que ejerce, contra viento y marea, Nicolás Maduro.
Trump conspira al revés: Pretende anular la Cámara baja
Lo que nos lleva a la siguiente conclusión: Bolivia ahora, como Venezuela desde antes; Perú y Ecuador como Brasil, se ponen en línea del golpismo legislativo que está experimentando Washington en América Latina.
Cosas veredes, Sancho: El operador de ese nuevo mecanismo golpista en el exterior para atacar regímenes surgidos de las urnas, Trump, invierte la oración en su propia plaza: De facto, actúa en El Capitolio tratando de abolir los poderes de la Cámara de Representantes, dominada por el Partido Demócrata. Y a eso le llaman democracia. Es cosa de locos. Y la locura es contagiosa. Grave cuestión.
(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.