Joel Hernández Santiago.
Don Porfirio Díaz cumplía años el 15 de septiembre y por lo mismo indujo a que las celebraciones del inicio de la lucha por la Independencia de México se celebraran esa noche, aunque lo cierto es que el jaleo lo inició Miguel Hidalgo el 16 de septiembre muy temprano, en su curato de Dolores…
De lo que ocurrió hay muchas versiones, dependiendo de quién lo diga. Los opositores a Hidalgo, como su antiguo amigo el obispo Abad y Queipo lo acusan de sedicioso y enemigo de la iglesia, y así muchos curas y jerarcas católicos. Y hay otros testimonios de quienes participaron o estuvieron cerca delo que ocurrió esa mañana del 16 de septiembre de 1810.
Son versiones recogidos por el muy riguroso historiador Carlos Herrejón Peredo quien nos dice:
‘Por entonces aparecieron en la capital de la Nueva España un gran número de folletines, hojas volantes, panfletos que atizaban el pleito histórico entre criollos y gachupines. El estado de ánimo está exacerbado y las conspiraciones en contra del “mal gobierno” aparecían poco a poco, como la de Valladolid o la de Querétaro en la que participaba el cura de Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla, criollo; el oficial Ignacio Allende y Juan Aldama, pequeño propietario. Esta ‘conspiración’ es descubierta y sólo queda un recurso: Hidalgo toma la decisión la noche del 15 de septiembre.’
¿Qué ocurrió la mañana del 16 de septiembre de 1810? ¿Cómo fue aquel acontecimiento? ¿Qué dijo Hidalgo que consiguió que la multitud se sublevara?
Pasados los días de aquel acontecimiento surgieron por todos lados proclamas, manuscritos y hojas volantes insurgentes en donde se relata aquella arenga, muchas veces con ganas de que hubiera ocurrido de acuerdo con el ánimo de sus autores, otras veces con aquello que hubieran querido decir quienes las escriben o bien intentando fotografiar el momento…
Una de las versiones, quizá la más fidedigna –según el historiador– fue el relato de Juan Aldama de mayo de 1811:
“(…) se dirigieron para la cárcel, fueron, y el mismo cura [Hidalgo] hizo al alcaide de la cárcel que echase los presos a la calle; y todos se armaron con leños y piedras y dieron principio a la prisión de los europeos con sus casas, como a la seis de la mañana. Y concluida esta operación a cosa de las ocho, que los encerraron en la cárcel, entre ellos al padre sacristán, don N. Bustamante, ya se habrían juntado más de seiscientos hombres de a pie y a caballo por ser día domingo y haber ocurrido a misa de los ranchos inmediatos, y el cura que los exhortaba a que se uniesen con él y le ayudasen a defender el reino, porque querían entregarlo a los franceses; que ya se había acabado la opresión; que ya no había más tributos; que los que se alistasen con caballos y armas les pagaría a peso diario, y los de a pie, a cuatro reales.”
”Tengo para mí –dice Herrerón- que ésta es la versión más fidedigna, la cual contiene cuatro puntos. Primero la exhortación a unirse con su cura para defender el reino; segundo, la explicación: porque los gachupines lo quieren entregar a los franceses; tercero, una declaración: se acabó la opresión y se acabaron los tributos; cuarto, una promesa muy pragmática: se pagará muy bien a quienes se unan a la causa.”
Otra versión muy creíble, también, es la de Mariano Abasolo quien no estuvo en el momento de la arenga porque permaneció en su casa, pero horas después escuchó a Hidalgo hablar a parroquianos en estos términos:
“Ya vuestras mercedes habrán visto este movimiento; pues sepan que no tiene más objeto que quitar el mando a los europeos, porque éstos, como ustedes sabrán, se han entregado a los franceses y quieren que corramos la misma suerte, lo cual no hemos de consentir jamás; y vuestras mercedes, como buenos patriotas, deben defender este pueblo hasta nuestra vuelta que no será muy dilatada para organizar el gobierno…”
Existen las memorias de dos soldados de la primera insurgencia. Uno de ellos es Pedro José Sotelo; el otro Pedro García. Son personajes que estuvieron cerca de los hechos ocurridos esa mañana, pero las escribieron muchos años después:
Pedro José Sotelo era muy joven y trabajaba muy como alfarero con Hidalgo. Fue de los primeros que se incorporaron a la lucha. Su aseveración la dictó cuando tenía 84 años. Su versión dice:
“… arengó el señor cura por la ventana de su asistencia a los que se habían reunido, animándolos para comenzar vigorosamente la empresa de nuestra independencia y levantando la voz con mucho valor, dijo: “¡Viva nuestra Señora de Guadalupe! ¡Viva la Independencia!”
‘En realidad no era la intención de Hidalgo arengar con el grito de Independencia pues el acuerdo de los sublevados no era ese, sino crear la junta de gobierno’ –dice Herrejón–. Sin embargo queda claro que hizo Hidalgo una primera alocución a quienes vio desde su ventana y luego pasó al atrio en donde arengó a quienes acudieron al llamado de las campanas para la misa dominical.’
Siguiendo estos testimonios tendríamos: la alocución desde su ventana; la plática con los principales del lugar, según relata Abasolo y la arenga pública en el atrio de la iglesia.
Y viene aquí la que erróneamente se repite cada año: Es la versión de Pedro García, nacido en Dolores y quien trabajaba como dependiente en una tienda. Se incorporó a los primeros insurrectos y siguió con ellos hasta que lo apresaron en Acatita de Baján. Escribió sus memorias entre 1870 y 1880, él ya muy mayor de edad. Dice:
“Mis amigos y compatriotas: no existe ya para nosotros ni el rey ni los tributos. Esta gabela vergonzosa, que sólo conviene a los esclavos, la hemos sobrellevado hace tres siglos como signo de la tiranía y servidumbre, terrible mancha que sabremos lavar con nuestro esfuerzo. Llegó el momento de nuestra emancipación; ha sonado la hora de nuestra libertad; y si conocéis su gran valor, me ayudaréis a defenderla de la garra ambiciosa de los tiranos.
“Pocas horas me faltan para que me veáis marchar a la cabeza de los hombres que se precian de ser libres. Os invito a cumplir con este deber. De suerte que sin patria ni libertad estaremos siempre a mucha distancia de la verdadera felicidad. Preciso ha sido dar el paso que ya sabéis y comenzar por algo ha sido necesario. La causa es santa y Dios la protegerá. Los negocios se atropellan y no tendré, por lo mismo, la satisfacción de hablar más tiempo entre vosotros. ¡Viva, pues, la Virgen de Guadalupe! ¡Viva la América por la cual vamos a combatir!”
‘El tono excesivamente apologético de esas memorias –subraya Herrejón- su obsesión por rechazar la monarquía como forma de gobierno, la inclusión de otros discursos y cartas, supuestamente de Hidalgo, varios de los cuales son falsos a todas luces, y la adjudicación de ellas al supuesto autor, años después de su muerte, sin dar ninguna razón, a pesar de las dudas que se suscitan, ponen en entredicho no sólo esta versión del Grito, sino el exagerado valor que sin fundamento se ha concedido a estas memorias, pues no pocos de los datos que menciona son repetición de textos muy conocidos y en cambio otros resultan incompatibles con datos probados.
En todo caso, tendrían que transcurrir once años todavía hasta que México consolidara su Independencia. Pero la mañana del 16 de septiembre de 1810 comenzó la lucha que costaría muchas vidas de ambos bandos: realistas e insurgentes. Hoy estamos aquí como país, como nación y como Estado… ¿Estamos a la altura?