C O N T R A P O D E R
JUAN ANTONIO TORRES
Para nadie es un secreto, que la ex alcaldesa de Chihuahua, María Eugenia Campos Galván, desde antes de que empezaran las campañas políticas con vistas a los comicios del 6 de junio, desde un principio, asesorada por sus gurús, se envolvió en la bandera de una mártir, una víctima de la persecución política, por parte de la administración estatal, que encabeza, su feroz enemigo, Javier Corral Jurado.
Al principio una buena parte del tejido social, o del imaginario pensante de la vasta entidad chihuahuense, es muy probable que le hayan dispensado el beneficio de la duda, justamente cuando empezaron los amagos por su vinculación a proceso, desde la Fiscalía General del Estado, por el tema de la nómina secreta, en el cual sobre salía su nombre y el de su líder cameral, César Jáuregui Moreno, cuando ambos fungían como los amos y señores de la bancada panista en el Congreso del Estado de Chihuahua.
Privilegiado espacio de poder, desde el cual cobraron sus dividendos como príncipes.
Es muy probable que la sociedad conservadora de Chihuahua, en un principio haya caído en el garlito, de que el residente de palacio de gobierno, a como diera lugar la quería fuera de la contienda por la gubernatura, por estar ligada a su acérrimo enemigo, César Duarte Jáques, detenido en los Estados Unidos, desde el pasado 8 de julio del año pasado.
La táctica de Campos Galván, fue pues declararse una “víctima” del mandatario chihuahuense, quien desde un principio, pretendió descarrilarla, para dejar como su sucesor a cualquier otro, así fuera de otro partido político, entre los que destacaban, Juan Carlos Loera de la Rosa, de Morena, o el mismo, Jorge Alfredo Lozoya Santillán, alias “El Caballo”, de Movimiento Ciudadano, pero menos la ex alcaldesa, por ser una putrefacta extensión del ex gobernador chihuahuense, César Duarte.
Así transcurrieron los primeros escarceos de las precampañas y el primer mes de la campaña formal, pero, ya en la recta final, los grupos feministas de verdad, pintaron su raya, al emitir un pronunciamiento público, mediante el cual dejan muy parada a la flamante candidata panista a la gubernatura de Chihuahua, María Eugenia Campos Galván.
Literalmente la descobijaron, o la desenmascararon.
Lo menos que dijeron de manera contundente, es que el proceso judicial que enfrenta la abanderada del PAN/PRD, a la gubernatura de Chihuahua, María Eugenia Campos, no es violencia política, en razón de género; lo que debe hacer la ex alcaldesa de Chihuahua, es responsabilizarse de sus actos y no escudarse en el género, ni fingir que es víctima, coincidieron en señalar Imelda Marrufo, Martha González, Lidia Cordero, Ruth Fierro, Catalina Castillo, Isabel Encerrado, Romelia Hinojosa y Verónica Zapata, todas ellas, líderes de organizaciones feministas.
De acuerdo a una nota publicada por Juan José García Amaro, corresponsal del diario Milenio de la Ciudad de México, todas ellas fueron por demás contundentes al señalar que “la acusación por corrupción que pesa en contra de la candidata del PAN, a la gubernatura de Chihuahua, no es por violencia de género, esto es muy claro entenderlo, cuando te das cuenta que la acusación por corrupción, incluye también a hombres, aseveró, Imelda Marrufo, presidente de la agrupación, Red de Mesa de Mujeres.
En este contexto, la abogada, Ruth Fierro, lideresa del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres, de la capital del estado, especialista en litigio internacional con visión derechohumanista, hizo énfasis que tanto la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres, como la Ley Electoral de Chihuahua, han definido claramente que es la violencia de género.
Explicó de manera convincente que la Ley Electoral del Estado de Chihuahua, incluye tres elementos para que se configure la violencia política en razón de género:
Que afecte, por el hecho de ser mujeres; que afecte de forma desproporcionada y que la violencia tenga un impacto diferenciado.
Así pues, en el primer caso no aplica el primer elemento, porque la acusación que enfrenta no es porque sea mujer, sino porque la acusan de cometer un delito. La conducta que le están cuestionando no es porque sea mujer, sino por un hecho de corrupción.
Pero tampoco, aplica el segundo elemento, que configura la violencia política en razón de género, en el proceso judicial que enfrenta Maru Campos; no se observa ningún elemento que le haya afectado de forma desproporcionada, al contrario, si se compara con el proceso de otras personas acusadas que si han enfrentado prisión preventiva. Ella ha tenido muchos privilegios y ha utilizado muchos recursos para su defensa, destacó.
Por si fuera poco, el tercer elemento, tampoco está presente, en la acusación judicial que enfrenta; el proceso penal, no ha tenido un impacto, diferenciado, ha sido igual para hombres y mujeres, sin ninguna diferencia. En todo caso, ha sido mucho más beneficiada que otras personas que enfrentan procesos penales por el mismo delito.
Sin andarse por las ramas, Martha González, dirigente del Centro de Atención a la Mujer Trabajadora, sostuvo que “las personas que conocemos la ley; que entendemos que es violencia política en razón de género, no nos dejamos engañar, las feministas nos sentimos agraviadas cuando (Maru) se victimiza y cuando intenta manipular a otras mujeres”.
Bajo este enfoque crítico, puntual y preciso, desde la óptica de grupos de mujeres feministas que son de verdad, que no son de membrete, no nos queda más que señalar que lo que ellas dicen con todas sus letras, este columnista lo ha dicho desde hace un buen rato:
¿De qué privilegios goza la ex alcaldesa de Chihuahua, María Eugenia Campos, para que hasta ahora no haya pisado la cárcel, cuando muchos otros personeros, más allá de su signo partidario, por mucho menos, hayan estado un rato en prisión.
No es ninguna novedad subrayar que el poder del Supremo Tribunal de Justicia la ha encubierto, ante la posibilidad de que se convierta en la futura gobernadora de Chihuahua, con todo y las muchas acusaciones penales que pesan en su contra.
Para desgracia del gobernador, Javier Corral Jurado, es el hecho de que como va de salida, y ha sido un lastre de gobierno, por ello, los juzgadores, no la han pensado para tirarlo a lucas; es decir, jugársela, por la candidata a gobernadora del PAN, antes que por el huésped de palacio, a quien ya lo quieren, pero muy lejos de Chihuahua…huyendo y solo sí, la ex alcaldesa, con toda y la larga cola que trae, gane la elección del 6 de junio….
Y se cobre el desquite… la vendetta pues.