ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
A poco más de cuatro semanas del fin del proceso que tiene lugar para elegir Presidente de la República, 500 diputados federales, 128 senadores, nueve gobernadores (incluido el jefe de gobierno de la Ciudad de México), un sinnúmero de diputados locales, presidentes municipales y cientos de cargos de elección locales, las campañas negras están en apogeo.
Especialmente en lo que se refiere a las campañas presidenciales, ya que durante todo el día se difunden mensajes que buscan desacreditar a Xóchitl Gálvez en las encuestas, en un intento desesperado por detener su meteórico ascenso en las preferencias de la población.
Lo mismo a través de redes sociales que por vía telefónica se bombardea a los ciudadanos con todo tipo de reflexiones chabacanas, odiosas comparaciones e infundios de toda suerte, con la ilusión de lograr que cambien el sentido de su voto los millones de mexicanos que ya tomaron la decisión y están listos para pronunciarse por un cambio el próximo 2 de junio.
En la lucha abierta, los contrincantes de Gálvez, Claudia Sheinbaum y su comparsa Jorge Álvarez Máynez siguen insistiendo en acusaciones contra la hidalguense que han sido desmentidas una y otra vez; como aquella de que al llegar a la titularidad del Ejecutivo Federal dejaría sin efecto los programas y los llamados apoyos sociales.
Ante la calumnia y el uso de recursos evidentemente irregulares, el Instituto Nacional Electoral opta por lo que mejor le sale: Finge demencia y afirma que no este tipo de actividades no están explícitamente prohibidas en la legislación que rige la materia.
Estos esfuerzos desesperados van acompañados de mensajes, lo mismo iracundos que pretendidamente filosóficos y motivadores de la reflexión mediante textos y grabaciones de audio y video que se distribuyen por WhatsApp…
… y a través de los cuales hacen su “luchita” los exégetas de la Cuarta Transformación, muchos de los cuales —pobres— realmente creen que en otros seis años México estará instalado por completo en la órbita del Foro de Sao Paulo para que todos disfrutemos de los grandes beneficios del socialismo del Siglo XXI, como ya lo hacen cubanos, venezolanos, bolivianos, etc.
Provocan la abstención
Quienes en su desesperación ven el triunfo de Xóchitl Gálvez dentro de cinco domingos recurren incluso a tareas de convencimiento o franca conversión que rayan en la evangelización que practican los tozudos predicadores de algunas creencias religiosas a fin de sumar almas a su misión salvadora. Esa es la tarea de los miles de Siervos de la Nación, económicamente sostenidos con recursos de todos quienes pagamos impuestos.
Infortunadamente para ellos —pero afortunadamente para la inmensa mayoría de los mexicanos—, por más que toquen de puerta en puerta para ofrecer la salvación, sus empeños dan escasos frutos, pues pocos son los que, por convicción y por el atractivo que encuentran en la Gris Sheinbaum o en El Guasón Máynez, habrán de sufragar por ellos en las urnas.
La mayoría de quienes así lo hagan, habrán sido coaccionados, atemorizados o francamente sobornados por el neomapachismo en el ánimo de burlar la voluntad popular y la democracia que tanto dicen defender.
Dígase lo que se diga en los medios de comunicación impresos y radioeléctricos, que están comprados o amenazados, las campañas de difamación y el estercolero mayor que han armado para denostar a los candidatos de oposición –Gálvez y Santiago Taboada, en la capital nacional–, con la obvia intención de provocar una abstención mayúscula que les deje el margen para acomodar las cifras finales, siempre habrá un invitado incómodo.
El daño estructural infligido al morenismo por los próceres de petate no sólo ha consistido en abanderar a una candidata blandengue que no pertenece y jamás ha pertenecido por antecedentes familiares y ramas colaterales a las filas de los reales cuatroteros. El insulto de empoderarla ha sido un imperdonable por las bases del Movimiento armado por Andrés Manuel López Obrador.
Un Movimiento que, por si fuera poco, sufre cada vez más pugnas internas.
Indicios
El gobierno de Joe Biden quiere tranquilidad en México, al menos en lo que se refiere a las masacres de los capos del narcotráfico y para que nuestras fronteras sigan funcionando como muros de contención de los cientos de miles de migrantes que desean ingresar a Estados Unidos. Para eso ha puesto a funcionar a todos los aparatos de investigación para que pongan las cosas en claro. Es el fantasma de Manuel Noriega, aquel cacique panameño que fue sacado de las orejas del país del Canal por elementos armados estadunidenses por estar metido hasta el cogote en el trasiego de drogas y lavado de dinero. Y aquí, el que anda asustado cree que todos andan asustados. Falso. Los primeros espantados con esos petates de muerto son ellos, los cuatroteros. La tranquilidad no podrá retornar a Palacio Nacional, al menos en lo que resta del sexenio, hasta donde reste, según se ve. Sólo falta que en los próximos días se definan los ciudadanos que no quieren decir por quién van a votar para que se conozca la real posición de Xóchitl Gálvez y de Claudia Sheinbaum, quien desde ahora se ve derrotada, a manos de la alianza de partidos opuestos a los satélites de Morena. Lo mismo está pasando en todos los estados que tendrán elecciones para gobernador.
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