Por Claudio De la Llata
Luego de un par de días de enfrentamientos entre la policía y la ciudadanía, en la capital guerrerense, en donde el conflicto mayor, radica en la incesante actividad criminal del grupo denominado “los ardillos”, que tiene asolada a la población generaron un hartazgo social, aunado al malestar de los miembros del “cartel de sur” y el cartel de “los rojos”, que reclaman igualmente la presencia de este grupo criminal, esto de acuerdo a un documento que se hizo circular en redes, en el que le increpan a la gobernadora guerrerense, Evelin Salgado, el no respetar acuerdos debido a que supuestamente, habrían estas organizaciones criminales acordado con ella, que la ciudad de Chilpancingo, era una plaza que les pertenecía.
Por lo anterior, luego de la jornada violenta del 10 de julio pasado, una vez empezando de manera lenta, a calmarse las cosas, las circunstancias parecen dar luz al origen de todo este conflicto, en el que se deriva la certeza de que la corrupción en los cuerpos de policía y en sus mandos, ha llegado al nivel de reprobable, pues el conflicto es que la autoridad (en este caso la gobernadora Evelin Salgado y la presidenta municipal Norma Otilia Hernández Martínez), no respetaron el “acuerdo”, celerado entre la gobernadora y los cárteles referidos, de permitirles “trabajar” y ser dueños y poseedores de la plaza.
Lo doblemente reprobable es que el presidente de México, ha declarado que todo este borlote se le debe a la oposición (lectores… abstenerse de reír), culpando nuevamente al pasado y al vecino de enfrente, como si con eso se remediara todo, dado que, los miembros de la 4T no son culpables, pese a que a la presidenta municipal se le grabo en video, en un desayuno muy amable con un miembro del grupo delictivo de “los ardillos”.
Es un verdadero desastre el estado de Guerrero, pero igual, está Jalisco padeciendo la ciudadanía de los narco bloqueos, una semana si y la otra también, e igualmente están Morelos, Veracruz, Chihuahua, Sinaloa, Michoacán, Guanajuato, Tamaulipas, Estado de México, San Luis Potosí, Campeche y Chiapas, abarcando la gran mayoría de territorio mexicano y dejando tras de sí, una ola de terror, horror y muerte.
A este respecto hay que decir que las cosas parecieran estar llegando al extremo, que parecieran las autoridades, dejar las circunstancias al borde del precipicio, y que el menor de los razonamientos derivado de esta situación, es que hay una descomposición social por la violencia, la delincuencia y el narcotráfico, que podría desbordar los ánimos y pudiera darse el caso en extremas condiciones, de seguir las cosas igual, de un levantamiento social de proporciones inescrutables, cuyo pronóstico reservado, el solo pensarlo, causa escalofríos al más valiente.
Igualmente es de reflexión obligada, el hecho de que, si las cosas estaban así, porqué ahora están mucho peor, ya que ahora la delincuencia reclama cumplimiento de acuerdos inconfesables, y sus capos generan la percepción de sentirse ofendidos por la falta de seriedad de las autoridades, algo utópico en un gobierno que se precia de un estado de derecho pleno que, a trasluz de los hechos, resulta inconcebible.
También es reprobable la circunstancia en la que viven los habitantes del estado de Guerrero que padecen el flagelo de la delincuencia, sin que suceda nada favorable al respecto, y por el contrario se enteran de que las autoridades de todos los niveles en el estado sureño, tengan contacto y convenios con el crimen organizado.
Algo diferente tiene que ocurrir de hoy en adelante, ya que la situación en el país está verdaderamente crítica, y no hay un atisbo de cuándo podrá componerse la inseguridad, generando desolación en varias partes del país, cuyo sufrimiento y hogares enlutados, van en aumento día con día.
Finalmente basta decir que la 4T no tiene de otra sopa, o compone las cosas o seguramente perderán las elecciones el 2024, pues el pueblo ya no aguanta más esta situación, en la que los delincuentes ejercen sus ilícitas actividades al amparo de las fuerzas del orden.