El estado de Guerrero, es un referente de la cultura e identidad mexicana, es poseedor de inmensos litorales y riquezas naturales que bien podrían corresponder a un país. Sus costumbres, gastronomía y cultura a lo largo y ancho de sus regiones, son reflejo y testimonio de una herencia milenaria que tuvo su origen en el México precortesiano, robusteciéndose durante el virreinato con la fusión de las raíces originarias, europea, negra y asiática. Por cerca de tres centurias fue el paso que unió a Europa con Asia a través del Galeón de Acapulco, mal llamado la Nao de China.
Guerrero a su vez, fue punto de partida de dos momentos decisivos en la historia nacional. En Iguala se gestó la independencia y nació el México emancipado de España. Ahí también estalló en 1854 la Revolución de Ayutla, que derrocó a Santa Anna y fue la antesala de la Gran Década Nacional y la República Restaurada. Acapulco, más allá de sus prendas históricas y culturales, a pesar de lo que padece ante los embates del crimen organizado y la naturaleza, es el destino turístico por antonomasia de los mexicanos. Por todo lo anterior, con justa razón, los guerrerenses han desarrollado y ostentan una orgullosa identidad local.
Sin embargo, a pesar de todas las bondades descritas, el Guerrero bronco es una constante y realidad, a la alegría y hospitalidad de su gente se contraponen la miseria de muchos de sus habitantes y ancestrales hechos de violencia, la entidad ha sido escenario de matanzas, movimientos sociales, guerrillas, delincuencia común, cacicazgos, autodefensas y policías comunitarias que distan de ser guardianes del orden y ahora del flagelo de narcotráfico y el crimen organizado en todas sus expresiones. Casos como el de Ayotzinapa continúan siendo una asignatura pendiente no solo en Guerrero sino en México.
Uno de los orgullos guerrerenses es Taxco, idílica ciudad virreinal, uno de los primeros minerales de tierra firme americana. Destaca por sus muros blancos con techos de teja roja que se levantan entre pintorescas montañas, al centro se yergue el imponente templo de Santa Prisca, la joya del barroco churrigueresco Novo hispano.
Taxco cuna de Ruiz de Alarcón y referente mundial de platería, se ha nutrido con la presencia de notables extranjeros como Don José de la Borda, el Barón Humboldt y William Spratling. Un extraordinario clima cierra la pinza en este paraíso cultural, donde es grato ver a visitantes nacionales y extranjeros recorriendo sus estrechos callejones, comprando artículos de plata o comiendo en sus restaurantes.
Hoy desafortunadamente el Estado Mexicano ha perdido en Taxco una de sus joyas virreinales, la ausencia de la autoridad es palpable, el crimen organizado impunemente gobierna la ciudad. La extorsión ha alcanzado a todos, y los criminales son los amos y señores del lugar. Un destacado conferencista me compartió la siguiente historia: fue invitado a dar una plática a Taxco, la habitación de su hotel tenía una amplia terraza con una vista espectacular hacia Santa Prisca. Al concluir su intervención, fue al centro de la ciudad a cenar con su esposa, terminando decidieron comprar unas cervezas para beberlas en la terraza y disfrutar de la vista.
Resulta que al entrar a una tienda de conveniencia notaron que no se vendía cerveza, entonces decidieron tomar un taxi y volver al hotel. Al subir al taxi, cuestionaron al conductor por qué no se vendía cerveza en el centro, el taxista respondió que solo se podía comprar cerveza en las tiendas autorizadas por “la maña” que si querían los podía llevar a una. El Conferencista educadamente declinó la propuesta, su esposa puso cara de terror, el conductor lo notó e intento tranquilizarla diciendo:” no se preocupe güerita, ¡con los turistas no se meten!”
El vació de autoridad estatal y municipal llegó a su cenit el pasado jueves con el atroz asesinato de la pequeña Camila, una tragedia que ha conmocionado a todos. Ante la nula respuesta de las autoridades tal como ocurrió en Fuenteovejuna, la población indignada hizo justicia linchando a los asesinos de la pequeña. Desde la perspectiva del Derecho y de la Fe, no es licito hacerse justicia con la propia mano, sin embargo, esos hechos dantescos son atribuibles en buena parte a la omisión de las autoridades guerrerenses. A las imágenes de los policías rebasados, los automóviles volcados, y la secuestradora siendo lapidada por los enardecidos pobladores se dieron hechos posteriores que evidenciaron aún más la falta de gobierno en Taxco, un periodista le preguntó al Alcalde si ya había hablado con la gobernadora a lo que resignado respondió que no le tomaba la llamada. El jefe de la policía local, a quien se le salió todo de control, lo único que hizo fue revictimizar a la madre de Camila, asegurando que no había cuidado a su hija, la señora en medio de su dolor tuvo que salir a desmentir al funcionario.
La muerte de la menor ocasionó la cancelación de las tradicionales e históricas procesiones de semana santa, es una herida abierta y dolorosa en una población que ya ha sufrido mucho. El crimen no debe ser aprovechado con fines mediáticos o políticos, es una tragedia inimaginable para la familia y amigos de Camila, es en cambio motivo de una profunda reflexión, no se puede perder una ciudad y dejar a sus habitantes a merced de la delincuencia. Que estos lamentables hechos no sean una expresión más de una sociedad descompuesta y que en cambio, hagan de nueva cuenta a Guerrero, punto de partida para una transformación nacional.