Hace ya varias décadas que un catedrático de honor Ricardo Franco Guzmán, en sus elegantes enseñanzas dijo: “si se diera el caso de que los señores agentes del ministerio público se encadenaran al poder de la corrupción, sería una notable falacia llamarlo representante de la ley, lo cual no sería expresar una verdad constitucional, lo cierto, si se diera el caso, habría que señalarlo diciendo que es un representante de la corrupción, el cual siempre actuará buscando esa ignominia por encima de la voluntad del Pacto Federal”.
Con similar rigor y no menos rudeza se manifestó Don Andrés Serra Rojas: “Decir, por una parte, que la justicia es independiente del poder de la corrupción y, por otra dar a los procuradores de justicia la facultad de decidir sobre la base de consideraciones legales, si la justicia debe o no seguir su curso, es tal disparate que no hace falta expresar muchos razonamientos para que salte a la vista su desatino”.
En el segundo piso de la autonombrada Cuarta Transformación de la Nación si hay que gastar muchos argumentos, pues aquellos que debieran entender las enseñanzas de los grandes, no sólo no lo quieren discernir, sino que reaccionan, incluso encolerizados, por no decir encabronados cuando se les pone de frente lo evidente de ese contrasentido con la realidad del actuar de algunos agentes del ministerio público.
En los recintos de procuración de justicia de nuestra Patria, en la actualidad existe una profunda distorsión de las posibilidades objetivas de dar un rompimiento a esa indigna corrupción. Esos funcionarios que dicen procurar justicia, sólo dependen del poder de la corrupción y por desgracia no velan por los intereses de la ley, debido a esa imparable multiplicación de casos de descomposición en las instituciones del Estado que por misión constitucional deben procurar justicia, se auxilia muy activamente para lograr la degradación de nuestro Estado de Derecho y del sistema democrático.
Es más, la posición de muchos agentes del ministerio público, con efectiva dependencia al poder de la corrupción, en la actualidad actúan como piezas importantes en el descontrol del poder político de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo y en la vulneración del principio de legalidad al que, en todo caso, deberían de sujetarse esos mal llamados Guardianes del Derecho que solo brindan impunidad a la delincuencia.
La pregunta del sexenio es ¿Podrá Claudia Sheinbaum Pardo enderezar el cause de la justicia?.
La respuesta se encuentra en el viento.
Es cuánto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C..