Eduardo Sadot
Un 16 de diciembre como hoy, pero de 1770 en Bon Alemania nace Ludwig van Beethoven. Y en 1955, hace setenta años, el escenario internacional estuvo marcado por una reconfiguración del orden de la Guerra Fría. La Conferencia de Bandung reunió a países de Asia y África y sentó las bases del Movimiento de Países No Alineados, mientras Europa profundizó su división con el ingreso de Alemania Occidental a la OTAN y la creación del Pacto de Varsovia. Ese mismo año, Austria recuperó su soberanía y proclamó su neutralidad permanente.
En América Latina, el periodo estuvo marcado por la inestabilidad política, con el derrocamiento del presidente argentino Juan Domingo Perón y el asesinato del dictador nicaragüense Anastasio Somoza García. En paralelo, 1955 registró avances decisivos en ciencia y tecnología, como la aplicación de la vacuna contra la poliomielitis desarrollada por Jonas Salk y el inicio del uso civil de la energía nuclear. El año también dejó huella en la cultura y los derechos civiles, en un contexto de consolidación económica de la posguerra en Europa Occidental.
Particularmente en diciembre de 1955 en México el mes estuvo marcado por hitos culturales y políticos: el 2 se celebró Juicio Final de lucha libre con la actuación del Santo; el 3 falleció la pintora María Izquierdo. El gobierno presentó lineamientos del presupuesto de 1956 y el Congreso cerró el periodo con sesiones administrativas, en un contexto de estabilidad y crecimiento moderado.
En setenta años suceden muchas cosas, tantas que resulta difícil a la memoria guardar registro de todo lo sucedido en setenta años, pero esos años no son nada en la vida de la humanidad. En setenta años vimos llegar a muchas personas – mayoritariamente excepcionales – que dejan huella en nuestra alma, otras han partido. Unas partieron luego de vivir muchos años, otras se fueron prematuramente a veces demasiado jóvenes, quienes nos acompañaron y se fueron siguen vivos en nuestro recuerdo, otros afortunadamente continúan a nuestro lado.
Para alguien que cumple setenta años hoy, se puede decir privilegiado, con hijos y nietos, con la familia y con muchos amigos y amigas, familias de vida, hermanos de vida, mujeres y hombres que nos reconfortan y fortalecen en momentos difíciles. Renacen recuerdos de infancia, al calor de los padres, el afecto de una madre y la guía de un padre ejemplar, ejemplo y guía para los hijos y los nietos. Y claro esas mujeres ejemplares que nos dieron hijos y nietos.
Llegar a los setenta años, decía la maestra Tolita Figueroa, que feo es llegar a viejo, pero francamente es más feo no llegar. O decía el Ingeniero Químico petrolero y profesor don Serafín Morales, vive intensamente tu vida porque se va muy rápido y así se fue la de él. La reflexión evoca necesariamente los recuerdos de la edad en que se fueron los padres, él a los 72, ella a los 86, y necesariamente, aunque no se quiera son referente y surge – aunque no se quiera – la pregunta obligada, será la edad del padre el límite y solo te quedan dos años. Será la de la madre y la oportunidad crece, ojalá.
Llegar a los setenta años con plena salud, en pleno uso de tus facultades, corriendo aun una hora sin dolores, con ganas de hacer y ser útil, escribiendo dando clases, comentando en radio y televisión con quienes aún consideran útil tu opinión, con una licenciatura terminada con una tesis expuesta, igual con una maestría y un doctorado con sus respectivas tesis, con seis libros terminados, muchos, parecen muchos, artículos escritos, que a la distancia son pocos e insuficientes, algunos, también – muchos quizá – intrascendentes.
Pero vale la pena seguir viviendo, haciendo, produciendo, conociendo, aprendiendo, disfrutando de ésta humanidad inacabable. Y con esa parte de representantes de ella, que viven y conforman nuestra circunstancia, nuestro entorno y finalmente nuestro mundo. ¡que afortunados somos! Y quienes somos creyentes, cómo no: también ¡gracias a Dios!.
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