Astrolabio Político
Por: Luis Ramírez Baqueiro
“El saber y la razón hablan; la ignorancia y el error gritan.” – Arturo Graff.
Los arranques de precampaña de los dos precandidatos visibles en la elección por la sucesión gubernamental de Veracruz han dejado evidencia de un grave fenómeno social, el “hartazgo”.
Ha sido tal el nivel de polarización infringido por el actual régimen presidencialista del presidente Andrés Manuel López Obrador, que la sociedad ya se cansó de ese esfuerzo pormenorizado, continúo, por generar dos realidades, traducidas en dos bandos, los conservadores y los liberales, los fifís y los chairos, que la población empieza a demostrar un hastío por todo lo que aparece como propuesta política.
El riesgo de llevar esto al extremo se podría traducir en dos posibles escenarios.
El primero es que el abstencionismo se alce como el gran triunfador de la contienda electoral del próximo 2 de junio, con lo que literalmente se estaría dando el gane al actual régimen para mantenerse en el poder.
Y el segundo, que evidencie el resentimiento social que por “hartazgo” los haga votar por la peor decisión posible, generando de igual modo, una victoria para el que ostenta la mayoría.
La importancia de generar en la sociedad una especie de ínsula de despresurización, en la que el colectivo reinicie o “reseteé” -por su derivación castellanizada del término “reset”- la memoria colectiva, que los ayude a visualizar con objetividad el escenario político actual, y en donde la sociedad en su conjunto no se deje guiar por la emoción a la hora de decidir su voto, será la única solución al riesgo inminente de cometer el mayor de los errores comúnmente ocurridos en Latinoamérica en los procesos democráticos.
La sociedad mexicana y de nuestros países hermanos de centro y Sudamérica por tradición votan producto de las emociones, no del razonamiento.
Es lo que diversos estudios denominan “Voto ideológico”.
Este explica de cierta manera la ideología de los votantes, cuales son los principales factores que lo explican, aunque también tienen importancia la clase social, la confianza en las instituciones políticas, la ideología del gobierno en funciones y el sexo del votante. La pertenencia indígena favorece el voto por las opciones de izquierda cuando previamente se ha politizado esa división. No obstante, existen variaciones nacionales muy grandes respecto a las tendencias regionales, lo que evidencia la heterogeneidad de la región afirman por ejemplo los trabajos de los investigadores Mario Alejandro Torrico Terán, del FLACSO-México y Diego Solís Delgadillo, del El Colegio de San Luis A.C, quienes sustentan esta teoría en un artículo científico denominado Voto ideológico, ¿por qué los latinoamericanos votan por la izquierda o la derecha? https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-013X2020000100175
Esta forma de razonamiento, ha provocado ir de un punto a otro sin encontrar nunca una aparente solución política democrática que satisfaga a los mexicanos.
Así pasamos en el 2000, de casi 80 años de hegemonía priista, a la alternancia que ofrecía el PAN con Vicente Fox Quezada, quien con su estilo fantochero y sus botas vaqueras hizo generar las esperanzas de que una vez más un caudillo nos venga a rescatar.
Luego tras el embate del crimen organizado producto de la permisividad política y de los gobiernos en turno, en 2012, los priistas recuperaron el poder con la venta de imagen de un personaje de telenovela en la persona del ex gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, quien demostró que lo suyo lo suyo fue hacer los negocios corruptibles de su vida, que hoy le da toda la tranquilidad del mundo para pasearse a sus anchas, sin siquiera ser citado a presentar una declaración.
La llegada de Andrés Manuel López Obrador en 2018, confirma que el mexicano, vota por emoción, hartó de todas las tomadas de pelo que los anteriores gobiernos y políticos nos han dado como sociedad.
Ahora llegó el momento de evaluar realmente si lo que hasta ahora se autodefine como la Cuarta Transformación ha dado los resultados verdaderamente esperados, o simplemente salimos de Guatemala para entrar a Guatepeor.
Pero por eso en este proceso electoral es vital que, como sociedad, actuemos con entera responsabilidad y analicemos bien por quien habremos de votar, que no te convenzan por las emociones, sino por las realidades y los datos duros –estadísticas, mediciones-.
Usted finalmente tendrá la mejor opinión. Aunque recuerde, como sociedad merecemos los gobiernos que tenemos, por no emplear el cerebro en la toma de decisiones, y si usar más las tripas y las emociones en la toma final de decisiones, nos ha ido como en feria.
Al tiempo.
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