Por: Armando Ríos Ruiz
¿Qué no hubiera estado dispuesto a dar el Presidente por gobernar un país de retrasados mentales, en el que la única voz de mando fuera la de él, capaz de someter a cada mexicano a sus caprichos sin escuchar la mínima protesta y con toda la sumisión y obediencia irracional?
En sus consultas a brujos y curanderos, parece no haber encontrado la fórmula de comunicarse con el diablo para entregarle su alma a cambio de gobernar ese país que hubiera llenado todos sus sueños, con personas que sólo atinaran a aplaudir a su paso. A ofrendarle caravanas y su propia vida a cambio de que jamás dejara el poder por creer fehacientemente que es el mejor del mundo.
Tal vez le hubiera servido viajar a África, como su amiga, hoy sin luces, Elba Esther Gordillo, en busca del poderoso hechicero que le matara un león para cubrirse con su piel varios días y así lograr ese poder que, impedido para hacerlo personalmente, pretende conservar con una sucesora dispuesta a heredarlo, sólo para simular que lo usa, pero del que él mismo sería dueño absoluto.
De haber ocurrido así, ¿qué pasaría hoy? Pues tendría un país con habitantes encantados ante su presencia. Incapaces de pensar por sí mismos. Sin chistar y como él mismo dice: feliz, feliz, feliz. No como el que ahora presume, sino real e idiotizado por perturbado de sus facultades mentales. Pero, a fin de cuentas, el ideal para imponer su voluntad siempre a placer.
La imaginación de una inteligencia muy pobre e ignorante, concibió que podría dominarlo todo. Inclusive la conciencia de quienes lo superan en materia gris (que son prácticamente todos, con excepción de los chairos). Cambió radicalmente aquello que había criticado durante sus años de buscar la Presidencia, para caer exactamente en lo que motivaron sus críticas.
Se traicionó a sí mismo y traicionó a todos los mexicanos que creyeron en él y que sufragaron a su favor, convencidos de que habían sido escuchados por el cielo, que tuvo a bien enviarles al que solucionaría los males concitados a través de la historia mexicana, plagada de mandatarios abusadores que sólo pensaron en ellos y en el bienestar de la familia. No en México.
Ahora, según su declaración, debido a las elecciones de junio próximo, los adversarios sólo buscan crear miedo y magnificar los problemas. ¿Magnificar los problemas? ¿No es él mismo quien los ha magnificado ya, con la destrucción de instituciones y con el constante pisoteo de las leyes? ¿Con la desaparición de lo que funcionaba y procuraba alivio a los mexicanos?
¿No es él quien acostumbra a los jóvenes a convertirse en holgazanes buenos para nada, muchos de los cuales esperan la dádiva bimensual para consumirla en bebidas embriagantes y en drogas? Me consta. Algunos padres de éstos me han dicho que mejor sería que nadie alimentara sus vicios, que los consumen poco a poco. ¡Valiente ayuda!
Se atrevió a decir en una mañanera que la inseguridad que vivimos es asunto de publicistas y por la temporada de elecciones. Dijo: “hay participantes que quieren sacar raja con algún tema y buscan generar miedo, temor. Magnifican los problemas, que desde luego existen, de inseguridad (…) pero el pueblo en México está feliz, feliz”. ¿No es éste el razonamiento de un perturbado?
Los crímenes están a la orden del día en todo el territorio nacional e inclusive, ya hay poblaciones en donde los criminales han comenzado a cobrar rentas por habitar las casas que los mismos dueños construyeron. Que heredaron o compraron con esfuerzos hace muchísimos años. Han implantado pues, un impuesto predial, mientras él los abraza. ¿Dónde estás, Presidente?
Y respecto a las elecciones, no ve ningún problema. Pero los mexicanos sí. Los asesinatos de políticos que buscaban participar en la búsqueda de alguna oportunidad, comenzaron hace unos tres meses y tienden a incrementarse conforme llega el día, de acuerdo con muchas percepciones. Inclusive, hay quienes vaticinan los comicios más sangrientos en nuestra historia.
ariosruiz@gmail.com
Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político