Norma Meraz
Consabido es que el nuevo gobierno que preside Andrés Manuel López Obrador ha generado expectativas muy altas en la población en las áreas político-económicas, sociales, de seguridad, de salud y de gobernabilidad entre otras.
Como en todos los regímenes que empiezan existe una curva de aprendizaje con un alto costo en tiempo y dinero, sobre todo cuando muchos de los integrantes del gobierno carecen de experiencia probada y pretenden bajo el sello de “incorruptible” garantizar su eficiencia.
En 2019 la economía mexicana se enfría. Es difícil, diría que casi imposible, lograr un crecimiento económico del 4% como lo prometió el Presidente López Obrador al inicio de su gestión. Más bien, llegar a un 1.7% sería algo insólito de acuerdo a especialistas quienes nos presentan además un retrato mundial hacia la baja en Europa, Estados Unidos y China.
En este escenario nacional e internacional México no puede darse el lujo de engañarse a sí mismo.
El régimen “izquierdista” de MORENA, al querer centralizar las directrices y toma de decisiones nacionales más se asemeja a las izquierdas tradicionales de los años sesenta que, por cierto, han fracasado.
México tiene ante sí la posibilidad real de implementar una izquierda progresista, inserta en una democracia liberal que transite hacia regulaciones en áreas específicas estratégicas como la financiera, la energética y la de comunicaciones.
Hasta hoy el éxito del gobierno de la República se sustenta en el capital político y “moral” del Presidente López Obrador. Pero no todo será miel sobre hojuelas cuando afloren algunos caprichos del Presidente, aunque la sociedad lo legitime cada vez más.
El empeño en empoderar al ejército, la militarización de la seguridad pública, así como combatir de frente el huachicoleo sin haber previsto el desabasto de combustibles, haber enviado a un grupo de funcionarios del más alto nivel a Estados Unidos a comprar pipas para Pemex sin que mediara concurso para su adquisición, y como si se fueran a comprar urgentemente zapatos para los niños descalzos de Chiapas ; el no haber liberado las vías del ferrocarril tomadas por un grupo de “maestros” que violaban las vías federales de comunicación además de causar pérdidas multimillonarias en materias primas, bienes de capital que no llegaron a tiempo a las armadoras de maquinaria y vehículos sin que importara el daño económico y de tránsito causado a los miles de mexicanos y extranjeros entrampados sin que el Gobierno hiciera uso de sus facultades legales para desalojar a los supuestos maestros sin violar ningún ordenamiento jurídico… Se trató simplemente de no querer actuar por el miedo a ser acusado de gobierno represor. ¡Oh, error!
Otro capricho no menor fue enviar el avión presidencial a un “patio” de aeronaves que están a la venta en una especie de “lote” de autos usados en California, EEUU, pero sin una posibilidad real de venta. Lo gravoso es la cantidad de 417 millones de pesos que se pagan por tenerlo en exhibición.
Los efectos de estas decisiones no se harán esperar. La ciudadanía que hoy legitima este gobierno, cuando sienta los efectos negativos en su economía familiar, en el incremento de la violencia, aumento de los feminicidios harán seguramente un alto en el camino para ver mejor el horizonte 2019. Y por eso mismo:
¡Digamos la Verdad!