EL SONIDO Y LA FURIA
MARTÍN CASILLAS DE ALBA
Manifestaciones a favor del impeachment.
Ciudad de México, sábado 21 de diciembre, 2019. – “Hubo un tiempo en que los estándares de conducta de los presidentes eran más altos, éticos y morales. Trump puede pagar a estrellas pornográficas para ganar una elección, presionar a un mandatario para que investigue a sus rivales políticos… ese, no es el país que nos merecemos”, dijo Karen Parelhoff de 65 años de edad mientras se manifestaba a favor del impeachment (El País, 19.12.19).
Recuerdo la manera en que se comportó Nixon (1974), quien reconoció lo que había hecho y renunció antes del juicio y Clinton (1998), quien, por lo menos, se disculpó públicamente. En cambio, Trump aprovecha una manifestación de campaña para reelegirse y decir que “esa impugnación va en contra de la democracia”, todo lo opuesto, tal como siempre lo hace el gran Mentiroso de la Casa Blanca, ahora Gris por el inquilino.
Me pregunto que tantas huellas tenemos en estos días para detectar, como buenos sabuesos si todo esto que está pasando es o no indicativo de una cierta decadencia de una sociedad como la norteamericana, pues reconocemos esa manera de gobernar muy cercana a como lo hacen los jefes de la mafia, como El Irlandés de Scorsese, que ahora ya podemos ver.
Guillermo de Baskerville le dice al novicio Adso de Melk en El nombre de la Rosa que, “durante todo el viaje te he estado enseñando a reconocer las huellas por las que el mundo nos habla como si fuera un gran libro”. Iban a entrar a la Abadía trepada en la montaña al norte de Italia, en donde había que “reconocer huellas”, tal como ahora trato de hacerlo.
El experto en decadencias y caídas fue nada menos que Edward Gibbon en el siglo XVIII con su obra monumental: La decadencia y caída del Imperio Romano de la que nunca he podido terminar de leer por ser enorme y tener tantos detalles. Él asegura que fue Séptimo Severo en el siglo III el principal autor de la decadencia del Imperio Romano, que, entre otras cosas, lo consideraba como si fuera de su propiedad. ¿Nos suena?
Años después, en un período de ocho años (260 a 268), conocida como la época de “Los 30 tiranos”, aparece Saturnino en el 14º lugar representando a uno de esos emperadores caprichosos, egocéntricos, superficiales, lascivos y vengativos que son capaces de abandonar la disciplina y darle la vuelta a los valores que ya de por sí se estaban tambaleando.
Saturnino en Tito Andrónico de Shakespeare se convierte en el instrumento de la reina Tamora, quien pasó de ser la prisionera enemiga reina de los godos, para ser nombrada, por capricho y berrinche del emperador, esposa y Emperatriz, sin importarle que fuese derrotada en la reciente batalla del general Tito Andrónico.
El discurso que nos da el General cuando rechaza ser nombrado emperador, dice lo siguiente: “Roma…, he sido tu soldado cuarenta años, he mandado con éxito tus fuerzas, he enterrado veintiún hijos, todos valientes, todos armados caballeros sobre el campo de batalla y muertos honrosamente con las armas en la mano por la causa y el servicio de este noble país. Dadme un bastón de honor para apoyar mi vejez y no un cetro para gobernar el mundo”.
Entonces, Saturnino es nombrado Emperador quien a su vez, como ya lo dijimos, nombra a su prisionera como Emperatriz, una de tantas huellas de la decadencia de ese Imperio que hacía un par de siglos tenía “estándares de conducta más altos, éticos y morales”.
Saturnino es una de las primeras representaciones del mal que gobierna a una nación porque ha violado la ética del Imperio y, para colmo, se deja gobernar por el ingenio y la crueldad de su peor enemiga: la reina de los godos.
Así, detectamos esas huellas en donde “el mundo nos habla como si fuese un gran libro” de la posible decadencia del Imperio de los EEUU, para recordar la caída del romano, reforzada por lo que nos cuenta Shakespeare, para poder entender mejor el fenómeno que ahora nos ocupa.