Día Hábil
Hugo Aguilar Ortiz es un zalamero al servicio de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo.
El originario de Oaxaca creyó que no aplaudir a Kenia López Rabadán, panista y presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados cuando fue presentada en la ceremonia conmemorativa de los Niños Héroes le haría quedar bien con quienes lo pusieron en la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
El aplaudidor que no aplaudió.
Sí, el ignorante que llegó a la presidencia de la Corte porque fue colocado por el gobierno de Sheinbaum en el acordeón ganador.
Un auténtico desconocido, incondicional de López Obrador que sirve a la causa, tal como la plagiaria Yasmín Esquivel Mossa, Loretta Ortiz Ahlf, Lenia Batres Guadarrama, María Estela Ríos González
Sara Irene Herrerías Guerra, Giovanni Azael Figueroa Mejía, Irving Espinosa Betanazo y Arístides Rodrigo Guerrero García, todos integrantes de la nueva SCJN.
Creyó que su venganza por las críticas de la diputada del Partido Acción Nacional (PAN) y ácida crítica de la dizque cuarta transformación y de los gobiernos de López Obrador y de Sheinbaum Pardo y por el desdén de Norma Piña Hernández, entonces presidenta de la Corte cuando no se puso de pie ni aplaudió al tabasqueño en el aniversario 107 de la Constitución en el Teatro de la República en Querétaro en 2023, le sería reconocida.
Todo lo contrario.
Le llovieron críticas.
Ayer, en el desfile militar con motivo de la Independencia de México, el señor que presumió ganaría menos que los ministros recién retirados y no cumplió ahora sí aplaudió.
Curioso cambio de actitud en sólo dos días.
Así son los morenistas, los aplaudidores de este gobierno que poco a poco se acaba al país y que mantiene su popularidad con base en 6 billones de pesos de deuda, regalados a esos pobres que López Obrador calificó el 4 de enero enero de 2023 como una estrategia política, “porque cuando se les necesita ahí están para apoyar con su voto”.
El gobierno de Delfina Gómez Álvarez engaña y pone una trampa a los automovilistas con su reemplacamiento, obligatorio cada cinco años.
Y no por el trámite, que existe desde los gobiernos anteriores, todos del PRI.
Resulta que al entregar las placas, en el centro de control vehicular, en la hoja de recepción aparece una leyenda que dice: “Recuerda, tienes 30 días naturales a partir de que recibiste tus placas para realizar la verificación vehicular”.
Y aquí viene la trampa para que el contribuyente, el automovilista, se enrede y termine pagando una multa de 30 UMAS, equivalentes a 3 mil 394 pesos:
La funcionaria -generalmente es una mujer- que entrega las láminas -placas- y tarjeta de circulación en las oficinas de control vehicular jamás aclara que los 30 días de plazo comienzan a correr a partir de la EXPEDICIÓN de las placas y tarjeta de circulación, no de la RECEPCIÓN de las mismas, como dice la leyenda en la hoja-comprobante.
Es decir, por ejemplo, si las placas y la tarjeta de circulación fueron emitidas el 7 de agosto y el automovilista las recogió el 22 de agosto, los 30 días se cuentan a partir del 7 y no del 22.
Eso significa que si se acude, por ejemplo, a partir del 8 de agosto y hasta el 22 -según el documento de ENTREGA o RECEPCIÓN de placas- el sistema ya no acepta el trámite y hay que pagar multa.
¿Qué le parece?
Y la respuesta, si se exige una aclaración, es la misma de todo gobierno autoritario:
“Lo dice la ley”.
¡Ah! pero, por otro lado, el gobierno de Delfina – la maestra de primaria que cobró diezmo a los trabajadores del municipio cuando fue alcaldesa de Texcoco para entregarlo a Andrés Manuel López Obrador y Morena- fomenta el incumplimiento y la irrespnsabilidad, porque desde el 1 de julio de 2025 y hasta el 1 de enero de 2026 CONDONA la multa a todos los automovilistas que no hayan verificado en los tres últimos periodos o, incluso, a quienes jamás lo hayan hecho.
Así lo anunció la titular de la Secretaría del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Alhely Rubio Arronis.
Es un fraude, un abuso y una trampa del gobierno de Delfina, que cumple dos años en el cargo y mantiene al Estado de México igual o peor que como lo dejó el traidor Alfredo del Mazo Maza, quien se entregó en los brazos de López Obrador para no ser acusado de desvíos y de irregularides en su gris administración, como sepulturero de los gobiernos del PRI y del grupo Atlacomulco en suelo mexiquense.
alberto.montoya@diahabil.com.mx @albermontmex