LOS CAPITALES
Por EDGAR GONZALEZ MARTINEZ
La combinación de inconformidades, irregularidades electorales, opacidad financiera y desacato a la autoridad laboral han generado un escenario de rabia entre miembros del Sindicato Nacional Alimenticio y del Comercio (SNAC), y en específico contra Alejandro Martínez Araiza, secretario general del organismo gremial.
Lo anterior ha provocado que se señale que, en México, las reformas laborales no han podido desmontar a la élite sindical que vive del dinero de los trabajadores. Los liderazgos continúan siendo hereditarios, opacos y millonarios. El fracaso es evidente. El mejor ejemplo es el SNAC, pues -dicen- es controlado por la familia Martínez desde 1978 como si fuera un negocio privado.
La inconformidad se desbordó cuando Alejandro Martínez Araiza aseguran que dilapidó 500 millones de pesos del patrimonio sindical y vendió la sede del SNAC en 10 millones sin informar a la base trabajadora. Además, recibe anualmente más de 353 millones de pesos en cuotas sin transparentar su manejo. A eso se suma un esquema de negocios paralelos: venta de servicios funerarios, celulares, muebles y préstamos exprés con intereses del 10%, todo cobrado directamente a los trabajadores.
La situación se agravó cuando el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral de Alfredo Domínguez Marrufo ordenó al dirigente informar el destino de los 500 millones desaparecidos (expediente 10/02788). Han pasado seis meses y Martínez Araiza sigue sin cumplir. Lo más grave: la autoridad tampoco ha ejercido presión alguna, lo que los trabajadores disidentes interpretan como un posible contubernio. El propio líder presume su impunidad: “Sólo el 3% de los sindicatos rinden cuentas; el 97% no lo hacemos”, dijo públicamente.
Los inconformes denuncian que, en represalia por exhibir el manejo irregular de los recursos, el dirigente ha presionado a empresas para despedir a trabajadores críticos. Paralelamente, se dice que SAT y la UIF investigan cuentas bancarias, bienes y posibles recursos en el extranjero a nombre de Martínez Araiza y su familia.
El actual comité ejecutivo —nombrado en elecciones impugnadas— es señalado como parte de la estructura que le permite operar con total opacidad. Lo único claro es que el SNAC vive una crisis de legitimidad y si las autoridades laborales no actúan y el sindicato continúa sin rendir cuentas, el descontento podría escalar hasta convertirse en una ruptura abierta.
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