Eduardo Sadot
Durante éste gobierno la regla de oro ha sido que los funcionarios que se nombren sean fieles y sumisos al presidente, él mismo lo ha dicho – y queda aquí para la historia – que sean de su absoluta confianza y fidelidad a su voluntad y caprichos – esto de caprichos – no lo dijo – que en la práctica así ha sido y cuando no lo hacen, ya en el cargo, los denuesta, los ataca y los exhibe como traidores a su persona, porque eso sí para él, él es la encarnación del pueblo y de la patria, evocando el más puro estilo de la monarquía absoluta de Luis XIV.
Su método para definir funcionarios privilegia que le sirva a él antes que a México, sin importarle el eventual daño que le puedan ocasionar al país con su ignorancia, si lo que importa no es que estén preparados para cumplir con eficiencia sus cargos, sino cumplir con fidelidad y obediencia la voluntad de obrador. Esa perversidad la demostró, cuando quejándose del abogado de García Luna, dijo que buscaría a un abogado que no le costara para demandar en EEUU, pero no se quiso arriesgar, recurriendo al “talento y sabiduría jurídica” de su hijo José Ramón quien trabajaba allá en Houston de abogado – decían – entonces o no le tiene confianza a su hijo o no se quiso arriesgar a perder un juicio por incompetencia e incapacidad de José Ramón, tal perversidad se deduce, porque en sus asuntos no se arriesga, pero en los de la patria no le importa.
En la designación de Consejeros del INE no debiera intervenir el presidente, más cuando dio muestras clarísimas de inclinación al odio a la institución, pero su influencia en el legislativo se está manifestando desde la conformación del Comité Técnico de Evaluación de la Cámara de diputados, si al final en el proceso mayoritean el crimen estaría consumado. Y no nos salga con que son demócratas, porque si obrador pidió la opinión a tres funcionarios “de su confianza” para decidir sobre el futuro del NAIM, y luego de recibir por mayoría absoluta de esos tres un. No. Con un dos a uno podría dudar, pero por mayoría no. No, obrador no es demócrata, habría sido si atendiendo a ésa mayoría, que recomendaba no cerrarlo, les hubiera hecho caso, pero no, luego dijo que “quien le salvó” fue el pueblo bueno y sabio, porque lo sometió a una consulta a mano alzada como la de Pilatos, para condenar a Cristo a la cruz, condenó al NAIM y a los mexicanos con él, a la miseria del AIFA, despreciando los tres votos mayoritarios de a quienes les tenía confianza. Culpó al pueblo de su terca y visceral decisión, como todo lo que hace sin asumir su responsabilidad.
Con ésa vocación antidemocrática, absolutista, dictatorial y tiránica, no podemos aceptar que ése criterio condene al INE y a la democracia mexicana a la regresión infame y absolutista.
La más importante cualidad de los próximos consejeros del INE debe ser la imparcialidad, el amor a México no al dictador en turno. Los consejeros no pueden ni deben ser incondicionales de ningún partido ni de ningún presidente, critica al actual INE de parciales, pero no los quiere imparciales, los quiere parciales a sus caprichos. Los Consejeros – como hoy algunos de los ministros de la suprema corte – no deben ser leales a obrador sino a México, aunque como dice, “lo traicionaron” no, el que traiciona a la patria, es el presidente obrador y, así pasará a la historia.
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