A estas alturas Andrés Manuel López Obrador y su equipo de seguridad deben tener bien claro que ni con el ejército y la marina en las calles, ni con la policía federal, ni con mando único, ni con la creación de la guardia nacional van a poder controlar la inseguridad que en muchas regiones del país tiene hartos a sus ciudadanos. No, nada dará resultados sino se pone un freno a la impunidad que en este sexenio llegó a límites de intolerancia.
No se puede seguir tolerando a quienes roban en los cargos publicos que son para servir no para servirse, como tampoco se pude tolerar a quienes sin el menor recato aparecen en las calles de algunas ciudades con armas largas enfrentando a grupos rivales sin el menor recato, sin preocuparse que por el lugar pasa una familia o un anciano o cualquier otra persona que al final es víctima del fuego cruzado o colateral como irresponsablemente lo calificó el señor Felipe Calderón.
No se puede permitir que grupos de la delincuencia organizada tengan control sobre territorios importantes del país, que cobren cuotas a quienes se dedican a una actividad comercial o de otros giros. Como tampoco que una banda de maleantes entre a un comedero y de pronto exija a los comensales que entreguen sus pertenecías o como sucede en el transporte público, sobre todo en el Estado de México.
El nuevo gobierno debe estar consciente de que quien infringe la ley tiene que ser castigado de acuerdo a los instrumentos jurídicos con los que cuenta el gobierno para meter orden, sólo aplicando las leyes al pie de la letra se podrá hablar del restablecimiento del Estado de Derecho que ha quedado mancillado en las últimas décadas por la incapacidad mostrada de los gobiernos anteriores y del actual.
En México la impunidad no tiene fronteras y eso ha provocado que la inseguridad golpee diariamente a gran parte de la población mexicana, está claro que la impunidad es la madre de todas las violencias. Sin castigo a los delincuentes será imposible frenar la violencia.
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El problema del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México se está complicando en serio y será una bomba de tiempo que Enrique Peña Nieto dejará a su sucesor. Resulta que hay suficientes elementos para pensar que el presidente Peña Nieto fue engañado, porque Texcoco ni era el lugar adecuado para su construcción, según los especialistas hay problemas en el suelo, ni el país estaba para una obra suntuosa que el gobierno peñista presume será la tercera más importante del mundo en lo que a terminales aéreas se refiere. El gobierno saliente y el entrante están frente a un verdadero dilema porque sí es cierto que la zona no reúne las condiciones de seguridad sería una gran irresponsabilidad seguir adelante con la obra y la suspensión arrojaría pérdidas multimillonarias. Claro en los dos casos el responsable sería el actual gobierno…Lo comenté hace un mes en este espacio, Tatiana Clouthier será una piedra en el zapato de Andrés Manuel. La única con los suficientes arrestos, los que heredó de “Maquío”, para expresar su desacuerdo cuando así lo considere, algo que no le gusta mucho al presidente electo.
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@HctorMoctezuma1