Gerardo Galarza
Otra vez: no se trata de pureza, vamos ni siquiera de purismo. Es un asunto de impunidad; de la vigencia y respeto del estado de derecho.
Tal vez podrá parecer mínimo, elemental, intrascendente frente las graves violaciones, la ley (homicidios, desapariciones, robos, extorsiones, fraudes, violaciones y acoso sexual, etcétera) que todos los días se cometen en México y nunca serán sancionadas.
Muchos dirán, complacidos en el cinismo: “¡Qué tanto es tantito! o “si lo hacen ellos, por qué nosotros no”; “nadie va a decir nada y si lo dicen se les revertirá”; “ya encontraremos un recurso legal que nos protegerá”…
Lo cierto -de certeza jurídica- es que ahora en México hay dos candidatas presidenciales que violan la ley, porque hoy no puede haber candidaturas presidenciales, con la anuencia y el impulso de los partidos que las apoyan.
No, no son precandidatas ni “coordinadoras” de nada, son candidatas en plena campaña electoral, a menos claro está que los ciudadanos seamos tontos (en mexicano se dice de otra manera) o que, de plano, como también ocurre, celebremos la violación a la ley, al igual que lo hacen los delincuentes.
Que quede claro, desde ya: al escribidor no le han pagado para que hable mal de la candidata del oficialismo ni tampoco de la opositora, ni de otras probables candidaturas presidenciales.
Ni nunca ha aceptado ningún pago ni lo aceptará de nadie.
Lo que no es admisible -lo que no se vale, se dice popularmente- es que las candidatas presidenciales violen la legislación electoral con cualquier pretexto o eufemismo, por más que sean mujeres, circunstancia que al parecer creen que les ofrece una situación especial frente a la ley.
De antemano: esto fue escrito con toda la conciencia de lo que significa y el escribidor confía en que sea leído con toda la conciencia de lo que significa. Y si no, pues ni modo, la corrección política no se le da.
Las leyes son -¿cómo decirlo? Sin que suene a imposición -aunque lo sea porque es lo necesario para vivir en sociedad- las normas que los miembros de un grupo social se dan para poder vivir en comunidad.
Se llama contrato social, desde hace siglos.
Y es el origen del estado de derecho.
Su violación se llama delito y la falta de sanción, impunidad.
Impunidad es lo que hoy se vive en México, en todos los ámbitos.
Por ello, las dos candidatas presidenciales se dan el lujo de violar las leyes electorales sin ninguna sanción, sabedoras de la inutilidad de las autoridades sancionadoras correspondientes: el INE y el TEPJF.
Sí, sí, el escribidor sabe que hay impunidad para los narcotraficantes, para el crimen organizado, para los huachicoleros, para los asesinos, para los ladrones, para los extorsionadores, para quienes venden seguridad, para los funcionarios del gobierno federal civiles y militares…
Entonces, al menos quienes quieren o prometen el cambio, deberían desligarse públicamente de esa protección a la impunidad, comenzado por algo muy sencillo: no violar la ley electoral, la vigente, aunque perjudique a sus aspiraciones de poder.
A menos, claro está, que estén del mismo lado. Su decisión de violar las normas electorales las hace similares.
A juicio del escribidor, la actual legislación tiene normas antidemocráticas, como limitar muchos derechos ciudadanos, pero es la ley, producto de las exigencias de una oposición aplastada por el entonces llamado PRI-Gobierno.
Si no sirve hay que cambiarla, pero no violarla.