Joel Hernández Santiago
En 2012, durante su campaña para ser presidente de México con la alianza “Compromiso por México” (Partido Revolucionario Institucional y Partido Verde Ecologista de México), Enrique Peña Nieto firmó ante notarios 266 compromisos que durante su mandato –si ganaba- habría de cumplir. Ganó.
A más de cuatro años de su ejercicio apenas ha atendido 61 de estas promesas, o sea el 29.9 por ciento del total. A la pregunta de por qué este rezago, la Presidencia de la República acepta que hay rezago, pero no explica cuál es la razón para el incumplimiento. La respuesta de la oficina presidencial fue que la administración concluirá el 30 de noviembre de 2018 y entonces, los 266 compromisos estarán listos. ¿Será?
Hoy algunos de aquellos juramentos se deshacen entre los dedos de los mexicanos que votaron por el PRI-PVEM en julio de 2012, los mismos que ahora se dicen equivocados y hasta engañados. Ya se sabe que, aquí o allá, durante las campañas electorales, los candidatos están a todo prometer porque saben que la memoria social es flaca y pronto olvidará lo dicho entonces.
Luego de esos compromisos, notariados, que tiraban hacia el milagro mexicano del todo cumplido para todos, el 4 de diciembre de 2012, en ceremonia muy aplaudida en el Castillo de Chapultepec, el nuevo presidente mexicano firmó con los dirigentes del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido de la Revolución democrática (PRD) el muy famoso por entonces “Pacto por México”.
En éste se prometía la felicidad mexicana a través de las Reformas Estructurales que contenía, y que a través de ellas habríamos de salir de la pobreza, el abandono, la injusticia y la desigualdad, la violencia criminal y todos los malos olores heredados de un gobierno cruel: el del panista Felipe Calderón que nos dejó sin aliento. Las Reformas las aprobaron los Congresos por mayoría.
El famoso Pacto por México se componía de tres ejes rectores: El Fortalecimiento del Estado Mexicano; La democratización de la economía y la política, así́ como la ampliación y aplicación eficaz de los derechos sociales; La participación de los ciudadanos como actores fundamentales en el diseño, la ejecución y la evaluación de las políticas públicas.
Y cinco acuerdos: Sociedad de Derechos y Libertades; Crecimiento Económico, Empleo y Competitividad; Seguridad y Justicia; Transparencia, Rendición de Cuentas y Combate a la Corrupción; Gobernabilidad Democrática.
Hoy los mexicanos sabemos que todo aquello se construyó en base a un equivocado sentido de la política y de la justicia social; que en realidad no se tenían certezas sobre los resultados y que el Pacto por México contenía más un rollo político que aliento de gobierno social y que una a una, las hojas del famoso acuerdo han sido un fracaso.
Durante el primer debate de 2012, Peña Nieto defendió la participación privada en el sector energético “para generar energía más barata y el acceso a combustibles más económico”.
Por estos días de diciembre, al más viejo estilo priísta de ‘agárralos en fiesta’ se anuncia que la gasolina le costará a los mexicanos de acuerdo con la distancia para su entrega, y el precio se incrementará en un promedio del 20 por ciento más sobre el último ‘gasolinazo’; el diesel subirá 16.5% de su precio actual. (Del 1 de enero al 3 de febrero de 2017 el promedio será, para Magna, a 15.93; Premium 17.79 y Diesel 17.05).
Hay indignación nacional por este engaño. Y traerá consecuencias graves para la economía doméstica de todos en México. Crecerá la pobreza, la marginalidad y la miseria. Los precios de productos y servicios irán al alza luego de que el salario mínimo subió apenas 7 pesos más al día.
Nada, o muy poco de todo aquello prometido se ha cumplido. El gobierno de Enrique Peña Nieto ya está en los terrenos del fracaso político y social. Sus discursos triunfalistas han perdido sentido frente a una realidad terrible. Sus afirmaciones que luego se convierten en contradicciones resultan inverosímiles y ya no creíbles.
La exasperación nacional es evidente mientras que el gobierno sigue con su campaña del “no es para tanto”. Así que hoy mismo los mexicanos estamos perdimos la esperanza y la confianza y estamos ya en el terreno del “¿Qué sigue? El fracaso del PRI en las próximas elecciones está más que asegurado… ¿pero cuáles son las alternativas?…
Ya se hace cierto lo dicho por Teresa de Ávila: “Más lágrimas se han derramado por las promesas atendidas, que por las no atendidas”. En fin… Y, por cierto ¿dónde están los notarios que registraron aquellos 266 compromisos…? ¿Alguien los ha visto por ahí?