CIUDAD DE MÉXICO, 26 de abril (AlmomentoMX).- La eficiencia energética representa un área de oportunidad para reducir emisiones, aumentar la seguridad energética, disminuir la presión sobre los presupuestos nacionales y de los hogares, aumentar la competitividad y favorecer el desarrollo económico y la calidad de vida de todos los habitantes.
Los edificios son responsables del 40% de la demanda mundial de energía. Si se implementan prácticas adecuadas, se podría reducir la demanda energética de los inmuebles hasta en un tercio para 2050. Por cada dólar que se gasta en eficiencia, se ahorra más del doble en gastos de abastecimiento energético.
La eficiencia energética en edificios, casas y otros sectores será un pilar fundamental para que México cumpla sus metas de mitigación de emisiones plasmadas en sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs, por sus siglas en inglés) ante el Acuerdo de París.
La utilización de la capacidad instalada del Sistema Nacional de Refinación en 2017 fue de sólo un 48%, mientras que el consumo de gasolinas y diésel creció 3.8% y 1.5% respectivamente entre 2015 y 2016. Para satisfacer la demanda interna, en 2017 se importó más del 71% de la gasolina consumida en el país y 66% de diésel.
A pesar de esta apremiante situación, es indispensable analizar con rigor y objetividad cuál es la capacidad de refinación que México debe mantener o adquirir, para garantizar un suministro oportuno de petrolíferos al mercado interno, pero con criterios de costo-efectividad y, sobre todo, valorando adecuadamente el cambio vertiginoso que se dará en el mundo con la penetración acelerada de las energías renovables.
El World Resources Institute (WRI) México, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y la Iniciativa Climática de México (ICM) se reunieron por cuarta ocasión con representantes de distintos medios de comunicación para continuar promoviendo que la siguiente administración establezca una Política de Estado congruente y ambiciosa en materia de cambio climático y energía.
Durante esta sesión, los expertos hablaron sobre la importancia de implementar medidas de eficiencia energética como una estrategia para aumentar la seguridad energética y reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). La eficiencia energética debe ser un tema prioritario a nivel nacional e internacional, ya que los edificios son responsables del 40% de la demanda mundial de energía y de una tercera parte de las emisiones de GEI. En el contexto nacional, la eficiencia energética ha tenido una penetración endeble debido a barreras políticas, técnicas y financieras. Andrés Flores, director de Cambio Climático y Energía de WRI México, recalcó la importancia de adecuar el financiamiento disponible a los mercados locales y que éste sea respaldado por políticas, regulaciones e incentivos adecuados.
Adriana Lobo, directora ejecutiva de WRI México, aseguró que, aunque se ha visto un avance importante a nivel subnacional, aún falta articular los esfuerzos en una política nacional que genere certeza sobre las acciones que tiene que realizar la próxima administración federal.
“La eficiencia energética en edificaciones es un gran negocio para invertir. Existe un potencial de inversión de 16 billones de dólares para edificios sustentables, mucho más de lo que podría tener cualquier otro sector”, declaró Jennifer Layke, directora global de Energía en el World Resources Institute, quien mostró que los edificios sustentables pueden aumentar la productividad de los trabajadores de oficinas hasta en un 23%, sólo por contar con luz natural.
Layke también profundizó sobre la necesidad de acelerar la transición energética hacia modelos sustentables en el país y tener especial cuidado con las inversiones en energéticos contaminantes; Lobo ejemplificó con el exitoso caso de India, país que de sufrir un grave retraso en la generación de energías limpias, “dieron un salto a tecnologías verdes” que hoy les ha permitido mantener su crecimiento económico.
¿Hacia dónde debe voltear el sector energético para lograr un futuro rentable?
Por otro lado, se abordó la importancia de considerar a la infraestructura energética como un posible “activo varado” en México, específicamente en los temas de refinación y generación de electricidad basada en gas natural. Se explicó que los “activos varados” son aquella infraestructura que se convierte en obsoleta, subutilizada o innecesaria mucho tiempo antes del tiempo mínimo esperado de operación para que las inversiones resultaran rentables. Esta situación se puede dar cuando ocurren transformaciones radicales y aceleradas de un sector antes del final de la vida útil de la infraestructura construida como en el caso de refinerías y plantas termoeléctricas, entre otros.
ICM mencionó que el panorama de refinación en nuestro país es complejo, intensivo en capital y con retornos de inversión a largo plazo, además de que existe volatilidad en los precios del crudo y desde hace varios años nos enfrentamos a una baja en las reservas. El contexto nacional es importante a la hora de tomar decisiones de inversión y en el caso de México, Pemex se enfrenta desde hace décadas a una serie de problemas estructurales a lo largo de toda su cadena de valor; esto se suma a un desempeño operativo deficiente y a la falta de recursos; lo que ha llevado al Sistema Nacional de Refinación (SNR) a presentar una tasa de utilización del 48% en 2017, cifra muy por debajo de la media internacional.
En 2016, la demanda nacional de petrolíferos aumentó 29% con respecto al año anterior y casi el 80% se destinó al sector transporte. En 2017, para satisfacer la demanda interna, se importó más del 71% de la gasolina consumida en el país, 66% de diésel y más de la mitad del gas LP. En ese mismo año, el único combustible con participación en las exportaciones de petrolíferos fue el combustóleo, pero se espera que para el 2019, el mercado de éste se desplome, debido al acuerdo con la Organización Marítima Internacional que prohíbe su uso a partir del 2020. Lo que afectará la rentabilidad de las refinerías en Salamanca y Salina Cruz.
Ante esta situación, “Es necesario encontrar el punto óptimo de crecimiento en nuestra capacidad de refinación para reducir nuestra dependencia y la inversión en derivados del petróleo, pero garantizando que no sobreinvirtamos en capacidad de refinación. Debemos evitar quedarnos con activos varados en el futuro, representados por una infraestructura de refinación que, en menos de 20 años estaría sobrada y sería ociosa, si perseguimos obsesivamente la idea de la autosuficiencia en la producción de gasolinas y diésel”, dijo Adrián Fernández, director ejecutivo de Iniciativa Climática de México.
En el caso del gas natural, la demanda nacional en 2016 fue de 7,619 millones de pies cúbicos diarios y en la última década dicha demanda incrementó 34% debido al incremento en el uso de plantas de generación de electricidad de ciclo combinado. El cambio de estrategia de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) de reducir el uso de combustibles caros y contaminantes por otros de menor costo y más amigables con el medio ambiente para la generación de electricidad ocasionó que la demanda de este gas incrementara en 62% de 2006 a 2016. Esto ha generado que, en los últimos 25 años, se presente un aumento en el despliegue de infraestructura de gas.
México es un país importador de gas y la geopolítica actual nos pone en una situación vulnerable al depender de una sola fuente energética. Con las políticas adecuadas dicho panorama podría cambiar si apostamos por las energías limpias y diversificamos nuestra matriz energética. Nuestro país tiene un gran potencial y las energías renovables pueden producirse aquí mismo. Un ejemplo es la energía solar: “Hay que sustituir el subsidio a la electricidad por inversión en paneles solares”, mencionó Manuel Molano, director general adjunto del IMCO.
Estas tres organizaciones reiteran la importancia y urgencia de establecer una política a nivel federal que tome en cuenta las siguientes recomendaciones:
Realizar estudios técnicos y de factibilidad financiera, para asegurar que existe una demanda de mercado tanto interna como externa, la disponibilidad y calidad de la materia prima, el capital y una alta tasa de utilización que justifique la inversión y permita la autosuficiencia del sector para competir en un mercado abierto.
Atender el rezago en los proyectos de las tres refinerías (Tula, Salamanca y Salina Cruz) y garantizar el aumento de su tasa de utilización.
Crear un sistema de indicadores transparente y público que permita monitorear los resultados operativos, comerciales y financieros, para medir el desempeño de la empresa y lograr una competencia real en los mercados.
Aumentar los niveles de eficiencia operativa que justifiquen la inversión en nuevas refinerías y garanticen la recuperación del capital.
Definir de manera clara el papel de la inversión privada.
Crear políticas claras que manden señales a los inversionistas, como precios al carbono más altos, incentivos económicos mayores y regulación más estricta.
AM.MX/fm
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