Joel Hernández Santiago
De pronto el Presidente Consejero del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova Vianello, hace un anuncio espectacular: ‘Por las condiciones económicas del país el INE optó por cancelar el proyecto de ampliar su sede con un costo de 1,100 millones de pesos’.
Así que regresará a la Tesorería de la Federación 1,070 millones de pesos en lo que ‘llamó un guiño para tratar de generar una empatía con el descontento respecto a una clase política vista como ajena e insensible a la gente’.
En realidad lo que anuncia el señor presidente Consejero, no es austeridad, es simple y sencillamente la devolución de unos recursos que tenían reservados para construir dos torres de lujo que albergarían oficinas para personal que se encuentra disperso en la capital del país y que, por ello, se están pagando rentas millonarias…
Esto tiene ‘sabor de engaño’ porque estas obras han sido cuestionadas por costosas e innecesarias a lo largo de los meses y a las que han defendido los consejeros por considerarlas indispensables para ‘llevar a cabo las tareas que les tienen encomendadas’.
Eso es: que el INE ha crecido en muy poco tiempo de manera extremadamente desmesurada en su nómina y honorarios en una tarea que sólo aquí, en México tiene esta magnitud y sin los resultados esperados: los de la consolidación de la democracia…
Cuando surgió esta institución se dijo que funcionaría para estimular y limpiar los procesos democráticos de trampas y triquiñuelas que han sido la enfermedad de nuestro sistema político mexicano. Se dijo que trabajaría para estimular la participación ciudadana y hacer transparente un fortalecido sistema de partidos y tal y tal y que una vez conseguido desaparecería o se haría mínimo en lo necesario.
Nada de esto se ha cumplido y si, por otro lado, no hay indicios de que este enorme monstruo burocrático de lo electoral tienda a desaparecer…
Luego se hizo el ajuste para que el Instituto Federal Electoral (IFE) cambiara a Instituto Nacional Electoral (INE) y que éste último organizaría los procesos electorales en los estados. Quitaban así los partidos la participación de gobernadores y funcionarios públicos estatales en lo electoral, pero permanecen los mismos partidos y los mismos intereses y, sobre todo, permanecen las estructuras locales que existían para llevar a cabo esta tarea.
Así que además de engordar el presupuesto al INE aún hay que pagar a los Consejos Electorales Locales y su estructura burocrática, porque cada uno tiene presupuesto local asignado.
Lo de la cancelación de las famosas torres que fuera de los Consejeros Electorales nadie quería, se cancela porque habría de cancelarse y hoy lo venden como una aportación a la austeridad y el apoyo económico del país. Vaya pues.
Pero nada se dice de disminuir el enorme presupuesto anual para 2017 que les fue aprobado por el Congreso y que es ni más ni menos que por 10,932.5 millones de pesos para la organización electoral en cuatro estados del país. Nada se dice de los 177,466 pesos que mensualmente recibe cada Consejero por atender a su partido y para simular que se trabaja por la patria democrática…
Nada se dijo de que tan sólo en diciembre de 2016 recibieron cada uno 650 mil 208 pesos que considera su sueldo normal y un aguinaldo de 472,742 pesos. Nada se dijo de reducir el número de asesores en cada caso y que reciben sueldos mensuales hasta de más de cien mil pesos algunos de ellos. Y nada se dijo de una nómina creciente de gente que no hace nada pero que son compromisos que tiene que pagar el INE –nosotros-, como cuotas de partido en lo que se ha convertido en un desempleo pagado.
Nada se dice del dispendio de recursos en apoyos como gasolina o telefonía o choferes y vehículos novedosos y viajes sin fin… Nada se dijo en ese anuncio de austeridad mal entendido y engañoso.
Será austeridad cuando el país cuente con una institución eficiente, real, cierta que no sólo organice elecciones, sino que fortalezca la democracia, renueve el enfermo sistema de partidos en México, se propicie la participación ciudadana, cada vez más alejada de lo electoral y democrático y que tan pronto como esa democracia haya sido consolidada se convierta en una entidad mínima y necesaria, útil y eficiente… Sólo así podríamos hablar de austeridad ahí.
¿Y qué decir de los Tribunales de lo electoral federal y estatales que están en las mismas?
Pero nada. Todo seguirá igual, como en “La fiesta” de Serrat: “Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza…”