Héctor Calderón Hallal
Tal parece que la palabra “jamás”, ese adverbio en español que significa “nunca en la vida” y que no procede del árabe, por cierto, está concatenado irremediablemente al hebreo de nuestros días y al árabe palestino de los últimos años: en los confines de la Tierra donde se hablan esos tres idiomas, los hablantes asocian un “jamás” o un “Hamás” a una postura fundamentalista islámica… irreversible.
Una postura antipolítica y antidiplomática… enteramente bélica. A la que un grande del pensamiento político y de la filosofía humanista en México, como lo fue Don Jesús Reyes Heroles, habría calificado sin titubeos, como propia de la “drogadicción ideológica o, en su defecto… del fanatismo”.
Y es que ‘Hamás’ es el acrónimo de ‘Harakat Al-Muqáwama Al-Islamiya’, una organización política y paramilitar palestina que se declara ‘yihadista’, nacionalista e islamista, calificada como “terrorista”, radical y de línea suicida por varios países, entre ellos Estados Unidos e Israel, desde su misma formación en 1987; que se dice perseguir por métodos violentos extremos, la liberación del territorio de la llamada nación Palestina, ocupada desde mediados del siglo pasado por el naciente Estado de Israel.
Pero la ecuación, desde hace 80 años arroja siempre la misma igualdad: Los árabes “jamás” dejarán de pelear por los llamados territorios ocupados, constituidos en Cisjordania y una franja territorial llamada Gaza… y también los israelíes “jamás” se retirarán de ahí, por los dictados bíblicos que indican que esa tierra les pertenece… ya se dieron cuenta los árabes, vecinos o no… y ya se dio cuenta el mundo, que Israel, beneficiario de uno de los primeros acuerdos de la entonces embrionaria Organización de las Naciones Unidas, en 1947 tras la gran Guerra, resultó el recipiendario de un territorio integrado de ¾ partes de desierto y que hoy ha hecho florecer y volverlo un ente productivo, al ser una potencia científica y geopolítica.
“¡Jamás!” es la consigna que resuena en las dos partes del conflicto… y ‘Hamás’ también es ahora el factor de desestabilización que cataliza una guerra que el mundo e Israel no esperaban… y mucho menos necesitaban.
Ayer escribió en el periódico El Universal, el politólogo internacionalista Jorge Castañeda, que lo que motivó el ataque inicial son los acuerdos a que Israel está llegando con Saudi Arabia. Otros analistas sostienen hipótesis que apuntan a que estos ataques son jugadas de ajedrez forzadas por Israel mismo para la liberación de sus rehenes políticos con peso social y financiero, como los que ayer mismo ordenó liberar el premier turco, Tayyip Erdogan.
Por lo pronto, Israel –mayoritariamente- vive un ambiente de guerra, gracias a un ataque sorpresa, donde el grupo ‘Hamás’ se atribuyó el sacrificio en público de cientos de jóvenes asistentes a un festival de música en las inmediaciones de un ‘kibutz’, sin contar con numerosas vejaciones y torturas, entre las que se han acreditado en imágenes televisadas incluso, violaciones a mujeres y otras atrocidades inevrosímiles más, indignas de repetirse, ni siquiera por escrito.
‘Hamás’ ha perpetrado desde el sábado 7 de octubre, día del sorpresivo ataque, la más oprobiosa acción criminal contra el pueblo judío en toda su historia, sólo después del llamado “holocausto” en el siglo XX, a juicio de numerosos analistas y autoridades del Estado de Israel, que han declarado su profundo malestar.
Se reportan en las últimas horas, casi mil muertos en Israel y por parte del Estado palestino, reportan a por lo menos seis centenares de víctimas fatales.
Y es que como todo en la vida, encuadra en un trasfondo filosófico muy socorrido: “A toda acción corresponde una reacción”…
Se dice que este ataque, que pudo haber tomado meses planificarlo por los “yihadistas” para haber encontrado al fin un punto de la frontera con Israel que resultó ser vulnerable, como fue el de la zona por la que penetraron el sábado pasado los activistas de ‘Hamás’, es una respuesta frontal y deliberada, a los muchos años de asedio y violencia de todo tipo lanzada desde la propia diplomacia, por parte del actual premier judío, Benjamín Netanyahu, quien no es precisamente un ‘moderado’ al referirse a sus vecinos geográficos y quien está calificado como un belicoso ultraderechista en su propio país, donde no las tiene todas consigo y pronto podría ser depuesto.
Pero como suele suceder, al “perro más flaco se le cargan las pulgas”… y es el caso que ahora mismo, en territorio israelí, amenazado por esta alarmante y sorpresiva guerra, hay un total de 26 latinoamericanos, de los cuales hay ya 7 argentinos muertos.
Hoy se sabe también, afortunadamente, que no son tres, sino solo dos los mexicanos en calidad de rehenes del Grupo Hamás, pues un tercero originalmente denunciado, fue hallado sano y salvo.
Cifras conservadoras proporcionadas por fuentes cercanas a la cancillería mexicana, aseguran que hoy día, hay aproximadamente 1000 mexicanos afectados en territorio del conflicto, 300 de ellos ya trasladados a nuestro país en los dos aviones que proporcionó el Gobierno mexicano… hay que reconocer, aunque también haya que criticarle al presidente López Obrador su timoratez declarativa y el torpe accionar de su Gobierno.
En un principio, por ejemplo, la ciudadana Sofía González, originaria de Coahuila, narró desesperada y angustiada a la reportera Katya González del portal noticioso digital ‘Más Información’, que el “Gobierno de la 4 t” abandonó a los mexicanos en Israel. Afortunadamente el Gobierno corrigió su actitud, enviando dos aeronaves y ahora hasta se esperan más vuelos… Aunque una de estas se devolvió sin mexicanos porque “no llevaba combustible”.
“La primera reacción que tuvimos fue hablar a Relaciones Exteriores o a la embajada. Empezamos a marcar como locos y todos nos decían que teníamos que comunicarnos a un mismo número de emergencia”, relató.
Y como el Gobierno de México no respondió, Sofía González dijo que se propusieron pedir el apoyo a la Embajada de Costa Rica, pues dos de sus compañeros eran nacidos en ese país, donde sí les facilitaron un vuelo comercial desde Tel Aviv a Dubái, el cual, “supuestamente fue el último vuelo en despegar antes del ataque al aeropuerto Ben Gurion”.
Por su parte, la canciller mexicana Alicia Bárcena, al confirmar este domingo que dos mexicanos habían sido tomados como rehenes por Hamás en Gaza en Israel, hizo un enérgico llamado al Grupo ‘Hamás’ a evitar el terrorismo y los actos de lesa humanidad.
Lo que provocó que el Presidente de México interviniera en su ‘mañanera’ como “para corregir” el tono de su canciller hacia el grupo extremista.
Al parecer AMLO ignora que el grupo terrorista ‘Hamás’, no es sinónimo de pueblo ni de gobierno palestinos, sino que es una fracción mínima de extremistas radicalizados, que tienen como estrategia al ataque asesino.
Muy poco faltó para que AMLO ponderara en su “suave llamado a la cordura del grupo yihadista”, no obstante su supuesta formación “ateo-materialista-histórica”, a Jesús de Nazareth como un “niño de origen palestino”, tal y como lo dijera en su más reciente conferencia el dictador venezolano Nicolás Maduro, quien estúpidamente dijo también entre otras cosas, que “a Jesús lo había crucificado el imperialismo español.”
La retórica conduce a un padecimiento llamado “diarrea verbal”, que se manifiesta con la incontinencia de “sinsentidos” y a menudo en edades tempranas en muchos políticos mexicanos.
Es el caso del expresidente Luis Echeverría Álvarez, quien en el momento más álgido de su mesianismo tardío, llegó a inscribirse en el proceso de sucesión a la Secretaría General de las Naciones Unidas.
Enredado en esa ambiciosa empresa, el abogado capitalino expresó una desafortunada frase contra el honor y la imagen del pueblo hebreo: “El sionismo internacional es una forma de discriminación racial”, lo que lo enfrentó innecesariamente a la comunidad judía de México y del mundo… un pleito innecesario, que tampoco le hace falta a López Obrador.
Así que, observe el necesario cuidado, presidente López:…. “El pez por la boca muere”; no busque pleitos innecesarios, propios de la ignorancia, el prejuicio o el “esnobismo”.
Autor: Héctor Calderón Hallal
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