Luis Alberto García / Moscú
*Bélgica le quitó el tercer lugar de la Copa FIFA / Rusia 018.
*Continúa abierto el debate sobre la integración racial y cultural.
*Casi tres décadas para que el cuadro británico llegara a semifinales.
*Gareth Southgate optó por un cuadro joven y mestizo, si cabe el término.
*El director técnico se inspiró en el Tottenham de Mauricio Pochettino.
La selección de Inglaterra que dirigió Gareth Southgate desde 2016, clasificada para las semifinales mundialistas –alcanzadas tras casi tres décadas sin lograrlo, poniendo en duda la calidad que debía demostrar como nación que creó la versión moderna del futbol en 1863-, presentó en la reciente Copa FIFA / Rusia 2018 un plantel que replicó el sistema de juego del argentino Mauricio Pochettino.
Con ese motivo, radiantes de gozo –cosa extraña si uno de atiene a la famosa flema británica-, los jugadores ingleses celebraron el pase a semifinales tras derrotar a Suecia, que dejó fuera a Italia en las eliminatorias europeas de 2017 para asistir a Rusia, ausencia notable por tratarse de la cuatro veces campeona del mundo.
Cuando Pochettino fue contratado por el modesto Southampton de la Premier League en enero de 2013, tras cuatro temporadas y media de dirigir al Espanyol de Barcelona, su relación con el club y la prensa inglesa no comenzó de la mejor manera al decir en su presentación: “Lo siento; pero no hablo inglés”.
Tras completar dos buenas temporadas con ese cuadro y ya como entrenador del Tottenham -perteneciente del elenco de pesos completos del futbol inglés, junto con el Manchester United, Manchester City, Chelsea y Arsenal, que gastan millonadas en estrellas que habitualmente dan óptimos resultados- , en realidad no es que no conociera la lengua shakespeareana.
Ocurre que no sentía que, a través de ella, pudiera explicarse con exactitud: “Por mi nivel de inglés a veces mis explicaciones parecen pobres, y por eso tuve un traductor durante mi estancia en el Southampton”, reconoció en agosto de 2014.
Esa fue en su primera rueda de prensa en inglés, a la que lo obligaba el contrato con el Tottenham, que tiene en sus filas nada menos que a Harry Kane, goleador temible, consagrado como referente del futbol isleño, relevo de Wayne Rooney en el combinado del técnico Southgate, el sobrio hombre del chaleco azul marino.
Contó también con Raheem Sterling, Danny Rose, Kieran Trippier, Dele Ali y Eric Dier para poner al equipo del gallo en los primeros planos (antes jugó ahí el croata Luka Modric, Balón de Oro en Rusia), con una sexteta de seleccionados –incluido Kane- que, sin imaginarlo, alcanzaron un cuarto lugar mundial atrás de Bélgica, y el cetro del goleo para Harry “Hurricane”, como apodan al terrorífico número 9.
En el escenario del debate de los cuadros que han echado mano de jugadores hijos de inmigrantes de las ex colonias de ultramar para potenciar a sus selecciones, en Rusia se vio un conjunto rejuvenecido, mestizo si cabe el término, e inspirado en el Tottenham; es decir, una Inglaterra que fue europea como Bélgica; pero con africanos y maghrebíes en diferentes alineaciones.
En 2018, cuatro años después de aquella exposición, Pochettino no posee título nobiliario del imperio británico prejubilado; pero su trabajo en Londres no solamente influyó en el crecimiento de un club al que ha devuelto a la élite, sino que ha beneficiado a una selección de Inglaterra a la que urgía hacerse notar.
Desde 1990, en Italia, no ingresaba a la disputa de semifinales Campeonatos Mundiales, haciéndolo con esos seis futbolistas -de los 23 convocados para Rusia militantes del Tottenham-, y Southgate diseñando una oncena que replicó el sistema del conjunto londinense.
“El jugador inglés tiene capacidad para aprender como cualquier otro”, dijo Pochettino al llegar a Inglaterra, con 42 años de edad, para aplicar una táctica novedosa y el trabajo con las fuerzas inferiores del ahora poderoso rival de los grandes equipos británicos mencionados.
De ese modo, con la réplica que hizo Southgate de las fórmulas de Pochettino, en Rusia se amplió el horizonte futbolístico de una selección y una nación que futbolísticamente se maneja con recursos ofensivos al margen del “seven-eleven”, consistente en lanzamientos de un balón largo a los extremos, para buscar a los delanteros.
Con un 3-5-2 poco “british”, Southgate encontró la manera de explotar las características de un grupo en el que se mezclaron distintos tipos de perfiles de futbolistas, y que no replican ni la morfología ni la fisionomía de las últimas selecciones inglesas, en su mayoría compuestas por blancos, sin llegar a ser los menos, como ocurrió con Francia; pero suficientes para que ésta fuera monarca mundial.
“Somos un equipo cuya diversidad y juventud representa a un país moderno, reflejo de una nueva identidad, y esperamos que la gente conecte con nosotros”, aseguró el 17 de junio, un día antes de su primer juego, contra Túnez.
En la lista de escogidos –“no blancos”, dicen los ingleses- está Raheem Sterling, nacido en Kingston, la capital de Jamaica, en 1994, capaz de alcanzar los 35 kilómetros por hora de velocidad, haciendo uso de sus cualidades de velocista, como.
Danny Rose también es de la misma ascendencia, y Dele Ali, hijo de familia rica, nacido en 1996, es inglés de nacimiento; pero su padre, Kehinde Ali, es oriundo de Nigeria, antigua colonia británica, nación petrolera y la más poblada del continente africano.
El padre de Harry Kane, máximo goleador en Rusia con seis tantos –la mitad de ellos anotados a Panamá-, es irlandés, y Delph y Loftus-Cheek descienden de guyaneses, lo cual ha provocado burlas, caundo se dice que no es la selección de Inglaterra, sino la de la Guyana Británica.
Además de los cinco representantes del Tottenham que alineó Inglaterra, otros cuatro estuvieron repartidos entre las demás selecciones clasificadas para semifinales, como fue el caso de los belgas Toby Alderweireld, Jan Vertonghen y Mousa Dembelé, y del portero francés Hugo Lloris.
Los siguientes en la lista fueron del Manchester City y el Manchester United, con siete jugadores, seguidos del Chelsea con seis, con una edad promedio de 25,9 años, la más baja de los cuatro clasificados para las semifinales y tercera más baja del torneo de Rusia, por detrás de Alemania (25,7) y Nigeria (24,9).
Antes de encargarse de la selección mayor en junio de 2016, Gareth Southgate se ocupó de la sub-21, logrando 27 increíbles victorias, tres empates y solamente tres derrotas en 33 partidos, sin apartar su atención de las categorías inferiores de un país que ha coleccionado varios éxitos en los últimos campeonatos.
En 2017, la sub-17 se proclamó campeona del mundo, la sub-19 de Europa y la sub-20 del mundo nuevamente. y uno de los futbolistas que más destacó en Rusia fue el portero Jordan Pickford, del Everton, nacido en 1994, heredero del veteranísimo Joe Hart, arquero del West Ham.
Pickford ha sido titular en todas las categorías inferiores de Inglaterra, y ha sido una de las apuestas personales de Southgate, al pertenecer a esa generación de jugadores que observa de lejos las debacles pasadas de sus compatriotas en evento mundiales y en campeonatos de Europa.
Adrian Morris, descendiente de Frederick Morris, fundador e impulsor de equipos fundados por él en Latinoamérica a fines del siglo antepasado y principios del pasado, dice que la selección de los tres leones y las rosas rojas, bien podría haber sido prejuzgada como la de los tres cachorros.
“Sin embargo –expresa Morris en descargo-, si algo demostró hasta su eliminación por cuenta de Bélgica, es que no tenía deseos de volver a su isla, rompiendo así el maleficio del lema ‘Football’s coming home’, que se le aplicó después de la Eurocopa de 1996”.
Morris, consultor de riesgos, actuario y matemático, calculó ese año que, en ese torneo continental de naciones, Inglaterra, como ocurrió, caería en semifinales ante Alemania en la tanda de tiros penales, uno de ellos fallado por Mr. Southgate.
A pesar de que los suyos fueron vencidos (2-0) por los llamados “Diablos Rojos” belgas del entrenador español Roberto Martínez en la disputa del tercer lugar el 14 de julio, con goles de Thomas Meunier y Eden Hazard, mucho del trabajo del inglés tiene que ver con el argentino Pochettino.
Cuando éste decidió explicarse en inglés muy “cockney” de Londres, lo hizo de tal forma que, Southgate y muchos de sus colegas, seguramente tomaron nota y recogieron sus consejos, sabedores de que así se garantizaban resultados, para pronto cosechar y vislumbrar un mejor futuro y, por supuesto, mucho dinero.
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