Luis Alberto García / Moscú
*Las penas máximas son como una moneda al aire.
*Tres eliminaciones consecutivas: Italia 90, Francia 98 y Alemania 2006.
*El héroe, Jordan Pickford, detuvo a Carlos Bacca el penal decisivo.
*Yerri Mina, defensa goleador, hizo su tercer diana en Rusia 2018
La poética recuperación de Colombia –bajo la responsabilidad del silencioso argentino José Ernesto Pekerman- se apagó en los disparos penales y, como dijo su compatriota, el culto mundialista de 1986, Jorge Valdano: “No hay nada más entretenido ni cruel que las penas máximas, que, suerte o desgracia, es una moneda en el aire que no entiende de merecimientos”.
Así se puede convertir en héroe el portero inglés Jordan Pickford, salvador ante el error del tirador Carlos Bacca e, indudablemente, artífice de una larga maldición rota, y dejar en el olvido a un defensa central inmenso como el altísimo moreno Yerry Mina, quien lleva el nombre del ratoncito de los dibujos animados –siempre perseguido por Tom, el gato malo-, consentido de su padre, don Jairo Mina.
Inglaterra se clasificó para cuartos en los penales, después de haber caído en una ronda en esa suerte en los Campeonato Mundiales de Italia en 1990, Francia en 1998 y Alemania en 2006, y en las Eurocopas de 1996, 2004 y 2012.
Solamente había superado una barrera así en una ocasión en un gran torneo, precisamente en el campeonato europeo de 1996, contra España, antes de caer en semifinales contra Alemania, curiosamente con una falla del actual entrenador, Gareth Southgate; pero en Rusia cambió el destino.
Colombia había confiado en la cabeza de Yerry Mina para empatar en el minuto 93 el tanto de penal de ya sabemos quién: de Harry Kane, luego de que el zaguero central anotara a Polonia, Senegal e Inglaterra, todos de un martillazo, hazaña que no se repetía desde que lo hizo Miroslav Klose en 2002, y algo inédito en un torneo mundial para un defensa.
Apareció el tocayo del ratón de las caricaturas para mandar el duelo a la prórroga, sin que nadie lo discutiera, e Inglaterra no tuvo más armas que un penal dudoso para ponerse en ventaja sin argumentos durante el partido.
Southgate mató así el mal de Inglaterra en los penales, y acabó con un pesar que lo perseguía desde hacía años, con un trabajo mental que hizo desde marzo de 2018 para fortalecer la mente de sus jugadores en las penas máximas, detalle que terminó por arruinar el festejo de Pekerman en el estadio del Spartak moscovita.
El técnico de Colombia igualó la marca de Carlos Salvador Bilardo, que llevó a la coronación a Argentina en México 86, y se convirtió en el entrenador platense con más partidos dirigidos en eventos mundiales, catorce en total.
Aunque no lo acompañó la buena estrella en esos torneos, al menos en cuanto a los lesionados, como le pasó al dirigir a sus paisanos en Alemania 2006, cuando, en lamentable y absurda jugada, perdió a Roberto Abbondanzieri, su portero titular.
Al mando de Colombia en Brasil 2014, Pekerman se quedó sin su goleador Radamel “Tigre” Falcao García, y en Rusia no pudo contar con James Rodríguez, un chico que había hecho la diferencia -pasó por el Real Madrid y el Bayern Munich- y una de las revelaciones en la justa mundialista anterior, con seis goles en su saldo personal, los mismos que hizo Harry Kane en 2018
Sin James, a Pekerman se le retorció el sistema, puese era difícil encontrar un reemplazo para el 10, y vacía la creación, apostó por la contención, un trivote con Davinson Sánchez, Wilmar Barrios y Juan Lerma, bien cerca del incansable Juan Guillermo Cuadrado y el habilidoso Juan Quintero, para dejar solo en el ataque a Falcao, consentido de la cumbiambera afición en Moscú.
Pero a Inglaterra, de entrada, ni le mosqueó el duro mediocampo rival. Los británicos se plantaron en el campo de Colombia, bien abiertos los laterales, Ashley Young y Kieran Trippier, con Dele Ali y Jesse Lingard por el callejón central, siempre con Harry Kane como eje, acompañado por el inquieto Raheem Sterling.
En una combinación entre lo nuevo y lo viejo del futbol inglés, los de Southgate atoraron a Colombia a puro centro, todos bien defendidos por la pareja Davinson Sánchez-Yerry Mina, en una tarea complicada para los centrales cafetaleros, lidiar con Kane, autor de seis goles en Rusia, tres de penal.
El asedio británico no duró ni un cuarto de hora, y los de Pekerman resistieron la presión inicial para reacomodarse en el campo, más lejos del portero David Ospina; pero no había manera de que apareciera Falcao, pues ni Juan Guillermo Cuadrado ni Juan Quintero le entregaban una pelota cómoda al 9, de los que no esperaba nada.
Todo observado con tristeza por James desde la banca, en espera de que Inglaterra rompiera su maldición; pero para entonces el partido había perdido toda alegría, con más fuerza que inteligencia, más patadas que toque, en un duelo áspero, difícil de controlar para el árbitro, a grado tal que costaba reconocer la mano de Pekerman.
Tampoco se veía el estilo inglés, como cuando Jordan Henderson exageró un cabezazo de Wilmar Barrios -que se llevó la amarilla-, y John Stones pisó a Radamel Falcao, de modo que el match se hizo trabado y peleado, solamente un error podía romper el 0-0.
El Video Assistant Referee ayudó, no hace milagros; pero la interpretación estuvo en manos del árbitro estadounidense Mark Geiger, quien entendió que Sánchez tiró en el área a Kane después de que el inglés pareciera quitarse de encima al colombiano.
Desde la mancha penal, el gol del delantero del Tottenham despertó a una Colombia más atrevida, envalentonada por Pekerman desde la orilla del campo: dentro los delanteros Luis Muriel y Carlos Bacca, más el volante Mateus Uribe, por Juan Lerma, Sánchez y Quintero.
Golpe a golpe, el entusiasmo de Colombia le ganó a la tibia y joven Inglaterra, que no supo dormir el duelo, cuando ya Cuadrado les había dado señales de que los amarillos estaban vivos, y apareció Yerry Mina, de nuevo goleador, más salvador que nunca de Colombia, para saltar hasta las nubes para firmar el 1-1, a los tres minutos de la compensación.
Inglaterra desapareció en la prórroga: ni rastro del equipo que llegaba descansado y vigoroso a octavos, los centros ya no los tiraban ni Young ni Trippier ni cabeceaba Kane, y ya mandaban Johan Mojica y Cuadrado por las bandas, Falcao y Bacca en el área.
Todo murió sin embargo en los penales, donde Pickford ganó la batalla, asustó a Uribe que mandó el tiro al larguero y secó a Bacca, celebrando Inglaterra, que viajó a Samara para buscar ante Suecia su lugar entre los cuatro mejores, como ocurrió, después de romper la maldición de no alcanzar un sitios de privilegio a lo largo de tantas historias.
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