La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Son chatarra, pero se auto clasifican como Avant-Garde
En consecuencia, de su ‘preocupación’ por la sociedad que dicen representar, los legisladores se han dado a la tarea de recomendar que podemos consumir y que no, para ello, aplican impuestos especiales y recientemente se decidió etiquetar la comida ‘chatarra’.
Así pues, elevan gravámenes a refrescos y cigarros. Por su parte, fabricantes de papas fritas, galletas y demás, están obligados a poner en la envoltura: exceso de calorías, de sodio, etc.
No obstante, para ser congruentes, tendrían que modificar la ley y encontrar un mecanismo para que los políticos puedan ser rotulados al momento de ser votados. Veamos.
A los aspirantes tipo jefe Diego o Santiago Creel, se les puede poner: exceso de cachaza y conflicto de intereses. Los parecidos a Salinas: exceso de familia incómoda.
Los que tengan moditos como Clara Luz Flores: exceso de mentiras y caradura.
Aquellos que sean modelo ‘Temo’, podrían clasificarse así: exceso de ignorancia.
Por lo que toca a la variedad Anaya, se marcaría: exceso de frivolidad y acuerdos obscuros.
Quienes pertenecen a la familia ‘Nuevo PRI’: exceso de corrupción, con eso tienen.
Los que proponen vender cerveza tibia: exceso de puñetas mentales. Los que censuran a la prensa para buscar el pensamiento único: exceso de sovietización.
Por último, los Iluminados: exceso de posibilidades de que pongan al país en extinción.
Se aceptan sugerencias.