Por Mouris Salloum George
Se calcula que al menos 25 millones de mexicanos todavía carecen del servicio de Internet. Sin embargo, se podría decir que casi la totalidad de los habitantes en edad tiene acceso a esta nueva tecnología. El 89% de la población total (79 millones de mexicanos) la usan cotidianamente, de acuerdo con datos recientes de la consultora TResearch International. De ese monto, el 86% lo hacen a través de un teléfono “inteligente”, como opción principal.
Sin duda, el mayor uso de la red electrónica es un punto favorable para el país, dado que hasta hace pocos años era un lujo de una minoría.
Sin embargo, el acceso ampliamente mayoritario de la población al Internet quizás no está avanzando por donde debiera. El cada vez mayor uso de la red en México da pie a serias interrogantes, de importancia capital para la educación, el desarrollo social y la gobernanza.
Hay que considerar la situación socioeconómica y cultural del país, con al menos un 50% de mexicanos viviendo en el rezago social.
Analistas independientes hablan de hasta un 70% de la población ubicada en rangos de clases pobres y media baja. Los límites se vuelven difusos según el enfoque o la pretensión de quienes elaboran las mediciones.
El caso es que los mexicanos le están dando a esta moderna y multifacética tecnología un uso nada plausible. Los datos debieran ser muy preocupantes para los altos funcionarios del gobierno, para líderes empresariales, activistas sociales y religiosos. No debe ser consuelo saber que en otros países ocurre lo mismo.
El hecho es que Internet es una puerta a un universo de oportunidades de todo tipo, buenas y malas. Este gobierno tiene consciencia de esa importancia, tanto que prometió llevar esta ya indispensable tecnología a todas las comunidades, en forma gratuita. No ha podido cumplir y es difícil que lo haga en el tiempo que le resta, pero ahí está el desafío para el entrante gobierno. Solo que también deberá “enseñar a pescar”, no solo dar el servicio.
Entre las potencialidades de la red, cobra especial relevancia el fácil acceso al conocimiento multidisciplinario, práctico y teórico; a la capacitación laboral, artística y deportiva.
Internet contribuye a la integración familiar y comunitaria; potencia enormemente el intercambio y la interlocución productiva.
Lejos de estas posibilidades, el usuario mexicano de Internet está dando preferencia a lo “recreativo”, por usar un término amable. No es el hecho de matar el tiempo en ciertas distracciones, sino el abuso, en detrimento de ocupaciones productivas o formativas.
Los resultados de México en los exámenes académicos formales -practicados a estudiantes y profesores-, dejan muy mal parado al país.
Es lamentable que un avance tecnológico revolucionario y definitorio, este siendo mal aprovechado por la sociedad mexicana. Que cada quien asuma su responsabilidad, pero sobre todo el gobierno. Como consuelo, no está dicho todo. El rezago se puede corregir, pero requiere de visión y metas; sobre todo, de una mejor valoración de esta tecnología desde la parte educativa y de gobernanza.