Palabra de Antígona
Sara Lovera*
Habría que exigir que movimientos que prediquen la intolerancia queden al margen de la ley, considerarlos criminales como cualquier incitación al fanatismo, a la persecución, como los casos de la instigación al homicidio, al secuestro o al tráfico de esclavos.
Sin ser textual, Karl Popper en 1992, citado por Raúl Trejo Delabre*, analiza cómo se está introduciendo en nuestras mentes la posverdad, discurso que desacredita la lucha de las mujeres, difundido en los medios públicos y en las redes sociales con múltiples aristas.
Es un texto indispensable para analizar la intolerancia discursiva y populista desde el poder de quien gobierna, así como evita este discurso, el reconocimiento de los derechos específicos de las mujeres y que pasan a la toma de decisiones, con consecuencias materiales y evaluables. Es el caso de la distribución de las finanzas públicas.
La ley del presupuesto en los últimos tres años elimina, disminuye, manipula, desvía los recursos específicos para las necesidades de las mujeres.
Todavía el análisis del presupuesto 2023, desde varios puntos de vista, no entra al fondo ni al detalle, pero ya se mira la confusión y la mentira. Las mujeres aparecen enredadas en recursos “universales” para el pueblo.
En el análisis breve sobre del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) 2023, Magdalena García Hernández, de MIRA y Pensadoras Urbanas, advierte cómo está armado el presupuesto, cómo continua el desmantelamiento de la política de igualdad, que tenía avances desiguales y limitados, pero existía.
La destrucción se acompaña de una determinación vertical que no admite la reflexión democrática. Invalida, desacredita el trabajo de las feministas durante años y advierte que, de ser aprobado en la Cámara de Diputados sin cambios, al recibido del poder ejecutivo, desaparecerá el contrapeso del equilibrio de poderes y la política específica para las mujeres.
En esta administración se vació el Anexo 13, construido para atender la política de igualdad, dirigiendo recursos a programas y acciones globales de bienestar social —becas y subsidios—, lo que significa una manipulación de montos y una alteración del equilibrio. Es algo más que el desprecio a las mujeres.
En el equilibrio de poderes y de la sociedad, otra vez dice Trejo Delabre, no se conserva entre reconocimiento, libertades y respeto mutuo, donde radica una de las claves del pacto civilizatorio ensanchado para reconocer la diversidad social: los derechos de las mujeres, las minorías raciales, sexuales e infancias.
La aceptación de tales derechos ha sido el triunfo de la tolerancia, fuera del dogmatismo, el fundamentalismo y la intolerancia. Hoy renace una nueva intolerancia parapetada “en motivos nobles” —primero los pobres—, pero olvida a las mujeres, niños, niñas y adolescentes. Entre otras cuestiones, se coartan libertades para perseguir opiniones contrastantes. Negar la disidencia del otro o la otra. Y, más grave, son populistas y clientelares.
En la V Jornada Abolicionista, promovida y convocada por Alianza de Redes Feministas Nacionales, del sábado 10, García Hernández es contundente cuando aborda las líneas del presupuesto: “son desequilibradas, ambiguas, no institucionalizadas, no pertinentes, opacas. Programas sin perspectiva de género, y sin padrones de usuarias/os ni desagregación por sexo, sin indicadores de impacto que midan el cierre de brechas de desigualdad, a pesar de los avances legislativos en la materia”. Veremos…
*Periodista, directora del portal informativo semmexico.mx