Joel Hernández Santiago
A las doce del día, en una calle de Culiacán, Sinaloa, quedó en el piso el cuerpo de Javier Valdez. Lo habían asesinado de doce disparos momentos antes. ¿Quién-quienes? No se sabe aún. ¿Se sabrá? Muy probablemente no: es la inercia en estos casos, y son muchos. No pasa nada luego… o si, muchos discursos políticos de redención y promesas de justicia. No pasa nada luego.
A lo largo de los años han ocurrido estos asesinatos a periodistas por aquí o por allá, en varios estados de la República mexicana, sobre todo en aquellos en los que el crimen organizado, la violencia criminal, el narcotráfico, rondan la vida de cada uno de sus habitantes.
…Pero también las complicidades de gobierno; los chacales del odio que medran con puestos públicos; negocios de funcionarios, presidentes municipales y gobernadores antes y ahora… ¿Todos? No todos.
¿A quién tocó en sus intereses Javier Valdez y su obra periodística y crónica-libros? ¿Qué tan grave cosa pudo decir que no se sepa y que le costó la vida? ¿Quiénes están coludidos en esta muerte? ¿Fueron narcotraficantes? ¿Sí? ¿Gente de gobierno? ¿Por qué no están en la cárcel funcionarios involucrados en casos de corrupción y negocio narco? ¿Quién tiene interés en guardar silencio?
Y se repite la historia. Desde 2000, dice la organización de protección a periodistas Artículo19, han sido asesinados 104 periodistas en México, más seis que se acumulan tan sólo este año. Por su parte la Comisión Nacional de los Derechos Humanos documentó 114 periodistas asesinados hasta 2016… Naciones Unidas tiene sus cifras. Amnistía Internacional las suyas. La Unión Europea reclama justicia y tiene su propia información. Respuesta del gobierno mexicano: Discursos.
… ¿Quién sabe la cifra exacta? ¿Cuántos periodistas han sido asesinados en México? ¿Cuántos han desparecido? ¿Cuántos han sido agraviados? ¿Cuántos son ahora mismo vigilados y amenazados?… ¿Cuántos periódicos del país trabajan bajo presión del crimen organizado o de gobierno? ¿Cuántas lágrimas se han derramado de familiares de periodistas asesinados por su libertad de expresión? ¿Cuántos huérfanos están ahí rumiando su dolor y su odio como en el “Par de Reyes” de Garibay…? ¿Qué sigue? ¿Quién sigue?…
Nadie sabe nada. Todo es silencio de gobierno. Como si el tema fuera su propio desquite al repudio que sienten por la libertad de expresión. Porque es cierto: el enemigo número uno de la libertad de expresión es el gobierno en el poder, de cualquier color… No les gusta que se sepa lo que hacen, cómo lo hacen y para qué. En campañas todo es mediático. En gobierno todo es de puertas cerradas y desprecio a los periodistas, aunque los hagan sus amigos por interés…
Este silencio permite versiones, como la de que “los Zetas no matan periodistas” o que “fue la entrevista de Valdez al enviado de Dámaso López, “El Licenciado” en RíoDoce la que caló… O que gente de gobierno vinculada y que temía ser expuesta. Todo ahí. El gobernador Quirino Ordaz (PRI) no se compromete y dice que “la fiscalía tendrá que aclarar el asunto…”
El miércoles 17 de mayo, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, en reunión en Los Pinos con gobernadores y jefe de gobierno de la Ciudad de México, que preside la CONAGO, dijo que lamentaba lo ocurrido y que “… la crítica, el derecho a disentir y la libertad de prensa son pilares de las sociedades libres…”
Y anunció que ‘se fortalecerá la estructura y el presupuesto asignado al Mecanismo de Protección para Defensores de Derechos Humanos y Periodistas; que se establecerá un esquema nacional de coordinación con las 32 entidades y un protocolo de operación a fin de coordinar acciones para hacer frente y reducir situaciones de riesgo contra periodistas y defensores’…
El problema si es el agravio a los periodistas; pero también es el entorno de corrupción, impunidad y crimen en el que vivimos los mexicanos hoy mismo. Aquí o allá. El país está envuelto en fenómenos sociales adversos, de violencia y de instituciones enfermas. Eso es el gran problema. Y a esa enfermedad grave es a la que se debe atender con urgencia…
Y sin embargo los periodistas seguimos persiguiendo nuestras propias libertades…
Cuando el presidente de México pidió un minuto de silencio por los periodistas asesinados, todos los hombres de corbata y traje fino se levantaron de sus asientos. Entonces se oyó el grito que es de libertad:
“¡Justicia!” se escuchó en el ceremonioso recinto y desde el espacio en el que se reclutó a los periodistas que cubrían el evento: “¡Justicia!” “¡No más impunidad!”… “¡Abren carpetas de investigación y no pasa nada, no las concluyen!”… ¡”… más justicia y menos discursos!”…
Los ahí presentes escucharon el clamor. La exigencia. El coraje. La indignación. La impotencia de hacer justicia pero no para exigirla: Era el grito de libertad: de la libertad de expresión.
Terminó el evento. Se escucharon los discursos. Se oyeron las promesas. ¿Qué sigue?… Sigue la libertad de expresión. Eso sigue.