La opinión de la mayoría del pueblo determinó más de la Cuarta Transformación de la Nación, con independencia de la continuidad de ella, lo que México requiere es más justicia, en virtud de que ello es verdaderamente la necesidad de los gobernados y de nuestra Patria. En plena emoción por el fin de la mala gobernanza de Andrés Manuel López Obrador y, en festejos previos por el día del abogado, el presidente de la Asociación Mexicana de Abogados Lasallistas, Don Héctor Segovia, con viril aplomo expuso una frase de esperanza: “La política y la justicia se deben de reconciliar”.
Sólo seis años han transcurrido del mandato del actual Presidente Constitucional, quien lamentablemente dio continuidad a la política de protección al narcotráfico, durante esos largos años a miles de abogados esos tiempos nos parecieron una eternidad de promesas incumplidas. Dadas esas informalidades nos encontramos que en la historia de nuestro México la moral, la política y la justicia se enfrascaron a patadas.
La abogacía independiente de la República se había percatado desde los inicios del neoliberalismo que ello así iba a acontecer. La narco-política se infiltraba en la historia de nuestro México, entendiendo por ello la historia de un poder político aberrante y despreciable.
Como también bien señaló en ese festejo previo, el conocido empresario en seguridad industrial Don Sergio Martínez Oropeza: “esa historia constituye una ofensa contra cualquier concepción decente de nuestra Nación”.
La Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, en ese convivio sostuvo: “Es la historia de la corrupción en los ámbitos de la política, de la procuración e impartición de justicia, de la afrenta, de la indignidad, de la iniquidad, de la desgracia para nuestro Estado de Derecho”. Es la historia de la gran delincuencia política e impunidad.
La triste realidad expuesta en ese preliminar festejo al día del abogado, si cabe, fue más patente e indigna en estos últimos años. No por el hecho de que en ellos hayan acontecido más descaros e impudicias cualitativamente diferentes a las acontecidas durante el neoliberalismo, no porque la política del Poder Ejecutivo Federal de “abrazos y besos a la delincuencia” haya discurrido por causas más ostentosas o porque el poder de esa “Cuarta Transformación” se haya mostrado especialmente más “protector” de los infractores de la ley penal.
Don Héctor Segovia bien puntualizó: “fueron eras políticas de frustración y desesperanza profunda, de falta de respeto a nuestra Constitución” y con esa mala forma de mandatar no se puede confiar en la regeneración democrática que promete Claudia Sheinbaum Pardo, frente a esa desvergüenza.
Hoy, en los festejos preliminares o en los actuales por el día de la abogacía, la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, sostiene: “cada día es más difícil e ingenuo esperar una regeneración democrática frente a la putrefacción del poder”. Cada seis años resulta más irreal y menos razonable seguir manteniendo pese a todo, las esperanzas que aún se puedan albergar en la justicia como último bastión frente a la impunidad, ilegalidad e inseguridad que propicia el poder de la narco-política.
Existe demasiado poder ante una justicia tan violada, tan menguada. Demasiada injusticia de ese poder político frente al poder de nuestra justicia, la cual se encuentra obstruida, debilitada y acosada por un poder político que ha conseguido desde sus tribunas mañaneras, cada vez en mayor medida, una conjunción de fuerzas castrenses e intereses casi imposibles de control.
La palabra hoy se le cede a Claudia Sheinbaum Pardo, en cuyas manos está el destino de nuestro México.
Es cuánto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C..