homopolíticus
- Guerrero y Taxco: Gobiernos Fallidos
Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo. Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz.
Con su muerte evitable, Camila [†] ya hizo más que el gabinete de seguridad federal y que el gobierno de Guerrero juntos. La justicia que se pedía por la niña de ocho años no era la de propia mano, pero la negligencia gubernamental provocó que el pueblo se constituyera en un tribunal de sentencia punitiva eficaz, en reemplazo de la desinteresada autoridad y de una ley convertida a ventanilla de trámites burocráticos.
El monopolio de la violencia, que se supone del poder gubernamental, desapareció ante miles de mujeres y hombres que vengaron la muerte, terrible, dolorosa, reprobable, de Camila.
Las imágenes dieron pronto la vuelta al mundo. Es México, donde los mensajes de violencia e impunidad llegan de todos lados y por todas las fuentes posibles, incluido Palacio Nacional, la casa de los abrazos.
Es Taxco, pueblo mágico, de gente honesta y trabajadora. Se prepara para recibir a miles de turistas en ocasión a la conmemoración de la muerte por tortura del Hijo de Celeste María. Aún Camila desaparecida, la gobernadora Evelyn Salgado —«Esta semana santa enamórate de Taxco»— invita a visitar ese destino, pero su gobierno no hace nada. Cuando un grupo de la economía ilegal tomó el pueblo, sembrando el terror, el alcalde Mario Figuera andaba de viaje de placer en España. A su regreso, dijo que sólo era un bachecito y amenazó lo peor: va a haber más. Busca la relección.
Sigue bailando Félix Salgado Macedonio —el verdadero gobernador designado— sobre los cuerpos de los muertos, mujeres, hombres, niños, niñas como Camila.
El discurso oficial culpará al pasado y se lavará la cara con jabón perfumado. Dirá el presidente López Obrador que se trabaja todos los días, que el gabinete de seguridad se reúne todos los días a las seis de la mañana. Que se atienden las causas.
Una niña de ocho años, con su muerte, execrable, desgarradora, exhibe que el modelo de policía modelo no es útil, que la estrategia de seguridad no funciona. El gobierno no invierte en seguridad pública, gasta. No hay disuasión, no hay inteligencia, no hay detenciones. La muerte de Camila era evitable.
No se trata de desaparecer poderes en Guerrero, lo cual es viable, sino rectificar y hacer gobierno. No es el tejido social el que está rasgado, sino el tejido gubernativo federal, estatal y municipal. Incluso a Palacio Nacional conviene que desaparezcan los poderes, porque desde ahí se designaría al nuevo gobierno, enviando una terna al Senado.
Descubiertos los asesinos intelectual y material, los vecinos hicieron guardia afuera del domicilio de la pareja, una mujer y un hombre —se habla de un tercer participante—, para que no escaparan, mientras pedían auxilio, con extraordinario valor civil, pero la autoridad estaba ocupada, perdiendo el tiempo, lo que detonó en hacerse de la procuración y administración de justicia, en un juicio sumario mucho más pronto y expedito que la ley al pie de la letra.
En Taxco no hay culpables de la violencia en tumulto —la mujer participante, Ana Rosa, murió a consecuencia de los golpes—. Será como en Fuenteovejuna. Terrible que pasen cosas así. En todo caso, los responsables de inseguridad y violencia, y de la impunidad reinante, son los gobiernos federal, estatal y municipal.
Las imágenes del linchamiento, empero, apología de la violencia aparte, serán prontuario de actuación social, si la autoridad decide seguir actuando con negligencia y dolo, no siendo empática con el dolor de quienes ya están hastiados de la violencia que parece se ha institucionalizado en México.