ENTRESEMANA
“Hoy no, mi amor, ni hablar, hoy no…” Armando Manzanero
MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Usted lo sabe, la relación entre políticos y la prensa tiene sus bemoles, claroscuros del mal necesario.
Hubo, sí, en tiempos idos una buena relación incluso perversa. ¿A poco no?
Sí, hasta la irrupción de la entelequia llamada 4T encabezada por Andrés Manuel López Obrador, la relación entrañaba intereses más allá de la información periodística, aderezada con el oficio y el beneficio.
“No te pago para que me pegues”, dijo el entonces presidente José López Portillo molesto por el trato que le daban en la naciente revista Proceso. Y ordenó cortar la transfusión presupuestal entendida en la publicidad pautada y etiquetada en el Presupuesto de Egresos. Y el resto de la prensa entendió el mensaje.
¿Un mal necesario?
Así han procedido los genios de la comunicación de la 4T segundo piso ascensor encabezados por Jesús Ramírez y Jenaro Villamil, prestidigitadores dueños de vasto presupuesto etiquetado que regatean o de plano niegan a la prensa crítica, pero con el que maicean a una generación de sedicentes periodistas dispuestos a lisonjear sin rubor a Su Alteza Serenísima y a la Princesa Caramelo; ayer los encueró Carlos Loret, por cierto.
Sin duda los nuevos y los pasados dueños del poder así entienden esta relación. Pero los de antes, por interés personal de no minar su camino en el ascenso a las ligas mayores procedían con deferencia, cautelosos, mañosos.
Y hasta se acuñaban amistades y compadrazgos que pocas veces sobrevivían a la devaluación sexenal, era el gatopardismo y todo en paz y orden.
Porque cada uno censura a su modo y sobrevive quien entiende que su postura crítica, el no arriar bandera es el seguro de vida, aunque en estos tiempos más endeble.
“Estos sí matan”, me dijo una querida amiga ya desaparecida cuando supo que había llegado a dirigir al Heraldo de Puebla convirtiéndolo en la piedra en el zapato del entonces gobernador Rafael Moreno Valle Rosas.
Y ahí tiene usted a esta estela de asesinatos y atentados contra periodistas, consumados por sicarios del crimen organizado unos, otros pagados por el poder político, aunque ningún autor intelectual ha sido detenido y procesado por ese delito.
Saben hacer lo suyo y amedrentan, censuran y, como la escuela de Andrés Manuel, estigmatizan a los periodistas, convirtiéndolos en presa del descrédito, ofreciéndolos a la muchedumbre para el linchamiento en la plaza mayor. El atentado físico es latente.
Por supuesto hay sus excepciones, como en toda relación humana. Y se entiende que cada gobernante tiene sus apremios y querencias con la prensa.
Ahí tiene usted al ínclito senador Adán Augusto López Hernández quien, desde sus días de gloria como gobernador de Tabasco, demostró su desprecio por los y las periodistas. Por supuesto, tiene y ha tenido a su séquito de aduladores, contados favoritos y algunos fieles por temor.
Hace pocos meses, antes de que “La Barredora” lo sometiera con esa relación que prefería mantener bajo la alfombra con el comandante Hernán Bermúdez, andaba por rumbos de la vieja casona de Xicoténcatl, apresurado cuando un reportero quiso arrancarle una declaración.
Molesto, el notario público en funciones de senador manoteó hacia la cámara y le espetó:
–No tengo opiniones, yo no doy declaraciones.
Y se largó, se escabulló rumbo a la calle de Donceles.
¡Ajajá!
Pero, hoy está como aquellos políticos ávidos de aparecer en la prensa que arrebatan micrófonos y grabadoras o atajan a cuanto reportero se les atraviesa, para hacer declaraciones. ¿De qué? De lo que sea, pero que todo México se entere.
¡Ah!, pero…
“(…) conferencia o declaración, se trata de aclarar la información al manejo doloso que le han estado dando a lo que yo expresé aquí ante ustedes, el viernes de la semana pasada. Yo nunca dije que el pago total de mis impuestos había sido de un millón y cacho o de 170 y tantos mil pesos, dije que eran los remanentes que se pagaban cuando se presentaba la declaración anual”, apresuró un medroso senador Adán Augusto López Hernández.
Sí, el hasta hace poco soberbio coordinador de la bancada de los senadores de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República prácticamente rogó porque reporteros y reporteras, a quienes ha tratado despectivamente, lo entrevistaran y corrigieran un yerro dicho por él, que implica admisión del delito de evasión fiscal.
Todavía la semana pasada llamó mentirosa a una colega que simplemente le recordaba una referencia incluida en el expediente judicial que lo implica en la organización criminal #La Barredora” creada y comandada por quien fuera su colaborador, el hoy preso Hernán Bermúdez Requena.
Sí, este es el juego del poder.
La relación prensa-poder, la magia de las relaciones públicas y de quienes asumen ser intocables y poderosos porque pertenecen al equipo gobernante. Pero olvidan que el sexenio dura seis años y sólo trascienden a ese periodo quienes proceden como auténticos políticos y no se casan con el cargo que es finito.
Lea usted el contraste de lo declarado por el ángel caído llamado Adán Augusto con lo dicho por la hoy presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, la legisladora Kenia López Rabadán, el jueves de la semana pasada:
“Quiero decirles a todas, muchas gracias. Yo tengo un gran, gran aprecio por los medios. La forma en la que mi mamá, que en paz descanse me podía ver era a través de ustedes, era a través de una nota, era a través de la televisión, era a través del radio, y ahí aprendí el valor de los medios de comunicación”.
Y, mire usted, no se trata de una alegoría. La diputada presidenta se reunió con reporteros que cubrimos la fuente de la Cámara de Diputados.
“Yo trabajaba desde muy joven, 12, 14, a veces 15 horas al día, y entendí que quienes hacemos política tenemos que respetar a los medios de comunicación, reconocer a los medios de comunicación, incluso, yo iría más allá: querer a los medios de comunicación, a las personas que están en los medios de comunicación, porque es la forma en la que quienes estamos en el servicio público podemos llegar a la ciudadanía”, compartió Kenia.
¡Recórcholis, Adán Augusto!
Y no, la diputada presidenta no pretendió quedar bien. Tiene su carácter, comentan sus cercanos colaboradores, pero es original y garantiza el respeto a la pluralidad, el ejercicio del cargo con atención a sus pares, la misma deferencia a sus compañeros del PAN que a los y las de Morena, el PT, el Verde y el PRI, Movimiento Ciudadano.
–¿Garantía de pluralidad en la presidencia? –pregunté a la presidenta López Rabadán.
“(…) evidentemente eso que yo he dicho, Moisés, de pluralidad y de ser incluyente, lo haré, porque así lo pedía siendo debatiente, así lo pedía yo, de respeto a mi posición, y hoy lo doy y lo garantizo como presidenta de la Cámara, porque todos mis compañeros, más allá de si me gusta o no me gusta lo que están diciendo, tienen derecho a ser escuchados, y yo estoy obligada a respetar su posición.
“Y yo entiendo que es justamente porque la pluralidad le hace bien al país, porque la ciudadanía agradece esas fotografías de pluralidad, porque hay pluralidad en la Cámara de Diputados, hay pluralidad en el Congreso, hay pluralidad en los medios, es más, hay pluralidad en la familia”.
¡Vaya contraste! Adán Augusto, el ángel caído del Olimpo de la 4T que arrebata micrófonos para sacudirse culpas. Y la legisladora de oposición que no pierde el piso. Usted juzgue, ¿o no, Drakko? Digo.
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