ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
En un largo, lento y sostenido proceso, el PRI se pudrió ante los pasivos ojos de los mexicanos. Los abrieron cuando la estruendosa corrupción de Enrique Peña Nieto –nuevamente expuesta desde Israel– nos estalló en la cara.
En apenas siete años, el régimen de Cuarta… ya también está podrido por las grandes corruptelas, la impunidad, pero, sobre todo, por su abierta y descarada complicidad con la delincuencia organizada.
Sin hoja de ruta, improvisadamente, al mexicanísimo “¡a’i se va!”, López Obrador, primero, y Claudia Sheinbaum, ahora, han pretendido instaurar en México una dictadura que nació fracasada. Los mexicanos informados ahora sí tenemos los ojos bien abiertos.
AMLO nunca tomó en cuenta las constantes y las variables que envuelven a la compleja realidad del país para imponer sus caprichos. Ni siquiera la vecindad con la potencia estadounidense que ahora con Donald Trump trae al régimen de Cuarta… por una verdadera calle de la amargura.
Hay quienes dicen que hay que adaptarse a estas nuevas y terribles circunstancias autoritarias, peores a las del siglo XX a manos del PRI.
Personalmente no lo creo. Aunque ahora hay una tenaz tendencia a inspirarse en el modelo fascista, que culminó en el fracasado intento de institucionalizarse, la fracasada 4T no tiene por delante los mil años del Tercer Reich y ni siquiera los 25 años que en su momento José Ángel Gurría pronosticara que duraría el fallido régimen impuesto por Carlos Salinas, pues al quinto año se desmoronó.
Sucede ahora que personitas como el tabasqueño y la Presidente formal no ven al poder como el medio para satisfacer las demandas sociales y mantener felices a sus ciudadanos. Parafraseando a George Orwell, no se establece una dictadura para salvaguardar una “transformación”; se hace la “transformación” para establecer una dictadura… El objetivo del poder siempre es el poder.
Esta contundente observación, rescatada de la literatura política, revela el trasfondo de muchos regímenes que, bajo el disfraz de movimientos populares, buscan en realidad cimentar el poder absoluto.
El ciclo se repite con diferentes rostros y consignas, pero la esencia permanece inalterable: la “transformación” es solo un pretexto, una herramienta para legitimar la concentración de poder en manos de una élite cada vez más cerrada, corrupta y alejada de la sociedad a la que dice representar. El poder, al final, se convierte en un fin en sí mismo, despojado de toda justificación moral o social.
Las dictaduras personalistas, gobernadas por pocas élites como la cuatrotera y con escasa rendición de cuentas tienden a ser más corruptas y represivas que otras. Suelen colapsar tras la muerte del líder.
Y eso sí que lo han entendido López y Sheinbaum. Por eso es por lo que ella y los guindas siguen llamando “Presidente” al primero. Por eso es, también, que el oriundo del ranchito Tepetitán no suelta los hilos del poder. Saben ambos que cuando, inevitablemente, eso suceda, el fracaso de su dictadura ya será total, pues nunca segundos AMLOs –o Andys— han sido mejores.
La mentira y la falsedad no prosperan
Disfrazada de autoritarismo vernáculo, la dictadura fracasada confundió la “mano dura”, la opacidad, la censura con buen gobierno y minimizó la corrupción de propios y ajenos.
Han sacrificado derechos individuales y sociales lo que en el corto plazo tendrá consecuencias negativas. El punto crítico surge cuando el autoritario y/o dictador normaliza la coerción con discursos accesibles, tal y como sucede en las cotidianas conferencias propagandísticas de las mañanas.
Ahora están en vías de escalar otro peldaño hacia su fracasada dictadura. Involucrados en corrupción y execrables ligas con el crimen organizado, son ellos quienes acusan de corruptos a sus opositores para después encarcelarlos y después apropiarse de sus bienes. Periodistas, políticos, religiosos e instituciones que promueven el diálogo serán igualmente señalados por la fracasada dictadura como amenazas a su poder.
Y aunque han perfeccionado sus métodos de control y represión, manteniendo mercados internacionales pese al aislamiento arancelario de la Casa Blanca, el resultado es el mismo: sociedad reprimida bajo líderes autócratas y un desarrollo económico y político seriamente limitado por generaciones.
La mentira y la falsedad no prosperan, menos todavía si los encargados de divulgarlas son youtuberos a sueldo y periodistas que, primero, coquetearon con el régimen de Cuarta… y ahora abiertamente se han rendido entre sus brazos. Se observa cuando estos intentan fallidamente justificar acciones negativas de los morenistas.
Cantos de sirena de los autoritarios
Al observar la historia moderna, queda patente que los sistemas autoritarios, independientemente de su ideología o justificación, terminan erosionando el tejido social y la esperanza colectiva.
Las promesas de un mundo mejor, sustentadas en doctrinas rígidas y el culto a la personalidad como en la 4T, suelen ser espejismos que encubren realidades mucho más cruentas: persecuciones, censura, vigilancia omnipresente y el sacrificio de generaciones enteras en aras de un ideal que jamás se materializa.
A pesar de los estruendosos discursos y la propaganda, los hechos persisten: donde se suprimen las libertades y se sofoca el pensamiento crítico, la creatividad y el bienestar social retroceden.
La historia de las dictaduras, tanto de izquierda como de derecha, demuestra que el precio de la obediencia forzada es la degradación humana, y que ningún régimen que desprecie la dignidad y el pluralismo puede ofrecer un horizonte de prosperidad real.
En última instancia, la lección es clara. Las sociedades abiertas y democráticas, aunque imperfectas y a veces caóticas, poseen una capacidad única de renovación y autocrítica. Son estos valores —la libertad, la justicia, la diversidad de pensamiento— los que han permitido avances sociales y tecnológicos genuinos.
Cualquier intento de imponer una verdad única, de silenciar la voz plural de la sociedad, acaba inevitablemente en ruina y desencanto.
La memoria histórica, por tanto, es la mejor defensa frente a los cantos de sirena del autoritarismo, recordándonos que la libertad nunca es dada: siempre debe ser defendida, recreada y valorada por cada generación.
Ahora le corresponde a la nuestra demostrar que la dictadura que aún intentan implantar AMLO y su secuaz Sheinbaum ya es un verdadero fracaso.
Indicios
No son para siempre. Desde mediados del siglo anterior, naciones como Cuba, Paraguay, Chile, Argentina y Panamá, entre otras, han sufrido la opresión de autócratas que dibujaron periodos de miedo cargados de presos políticos, violaciones de los derechos humanos, paramilitarismo, restricción de la libertad de prensa, represión de las libertades individuales. Sin embargo, como todo, entrados los años noventa, estos dictadores desaparecieron. Fueron casi una veintena de países los que pasaron por las manos de estos nocivos personajes. De la región solo se salvaron países como Costa Rica, Jamaica, Belice, México, Estados Unidos y Canadá. La más longeva es la cubana, pero su existencia es necesaria para justificar el anticomunismo de los diversos gobiernos estadounidenses. * * * Mi agradecimiento a usted que leyó este Índice Político. Como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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