FRANCISCO RODRÍGUEZ
Desde el sábado 30 de noviembre en la noche y durante todo el domingo del evento celebratorio del primer año de la Cuarta Transformación, cerca de quinientos camiones turísticos de gran lujo, estacionados en doble fila sobre la avenida Hidalgo, desde la Alameda, Puente de Alvarado y San Cosme, hasta el parque de Mascarones, delataron el providencial acarreo de “simpatizantes” traídos desde todo el país para abarrotar el primero de diciembre el Zócalo capitalino.
Un breve cálculo de los “transportados” arroja, a cuarenta voluntarios por camión, un total de veinte mil personas, conservadoramente. Los camiones procedían de todos los rumbos, pero específicamente del Estado de México, Veracruz, Tabasco y Chiapas. Los “voluntarios” no tardaron en aparecer en las gráficas captadas por los reporteros en el acto dominical.
Tortas, chescos, sándwiches y todo tipo de comestibles hicieron su aparición en el acto, recordando los tiempos idos del viejo PRI, los de Lauro Ortega, Alfonso Martínez Domínguez y los próceres que usted tenga a bien recordar de aquél pleistoceno tardío. Pero ahora engalanando un magno acontecimiento presidido por el Caudillo.
Concentración ridícula, para lo que vociferaron durante semanas
La policía capitalina se esmeró en hacer un abultado cálculo de los asistentes. Sabido es que en el Zócalo abarrotado, la plancha del mismo se llena con cerca de 50 mil “voluntarios”. Pero en esta ocasión, con un escenario recortado por los cuatro lados, los expertos no tienen duda de que sólo estaban, cuando mucho, 40 mil fanáticos de la 4T.
No enseñaron el músculo, todo lo contrario. Se deja ver el abandono vertiginoso de los militantes de Morena en todos los actos del Caudillo. A pesar de la gran ayuda provinciana con la mitad de asistentes, se pudo observar que entre el SNTE, las delegaciones políticas, las organizaciones del partido oficial y lo que usted añada, pudieron amalgamar otros veinte mil fans.
Una concentración ridícula, para lo que vociferaron durante muchas semanas. Cada vez va quedando más claro de qué tamaño es la deserción en las filas de Morena. Si en un principio, después de los culiacanazos, se había pensado que el desfonde era de un setenta por ciento del voto duro, parece que usted y yo nos quedamos cortos.
La puntilla para Morena: la marcha anti-AMLO del 1 de diciembre
Morena ya no es lo que había llegado a ser. El cochinero al interior del partido, las reyertas entre sus aspirantes, más los sonados fracasos gubernamentales y administrativos del Caudillo, más la corrupción descubierta por los mismos militantes, más… tienen a Morena casi noqueada. Ya es difícil incluso sostener el mito de los treinta –tristes– millones de votos que llevaron al Caudillo a querer eternizarse en el mando supremo.
Ya no hay tal. Todo quedó en un sueño de una noche de verano. Es imposible apostar actualmente a que Morena vaya a tener la fuerza y la ascendencia para siquiera sostener la mayoría parlamentaria en la próxima Legislatura, o de perdida algunas gubernaturas importantes en el país.
La fuerza de Morena es, cada día que pasa, menor a la que piensan sus líderes, peleados por el botín de las prerrogativas y canonjías. Posiblemente la puntilla, lo que hace pensar que ya pasó esa pesadilla, sea el acto de protesta en contra del Caudillo que se llevó a cabo en las calles capitalinas el mismo día, a la misma hora.
Torta y acarreo, confrontados con ciudadanos libres e informados
Y para datos duros, los siguientes: cerca de 20 mil marchantes, aunque hay algunos que sostienen que fueron muchos más, se reunieron para pedir que se vayan los actuales líderes de la Nación. Un acontecimiento inusitado para un primer año de gobierno. Un acto nunca visto, por su espontaneidad y entusiasta participación, entre las clases medias de México.
A pesar de que los medios de comunicación, vendidos al mejor postor, hayan tratado de minimizarlo, quedó para siempre registrado en las redes sociales un evento que no tuvo patrocinador de lujo, ni Partido, ni organizacióna la que reditúe, ni empresarios interesados, ni nada.
El evento del Paseo de la Reforma y del Monumento a la Revolución, una marcha pacífica integrada por más de cien mil ciudadanos, contrastó dos Méxicos muy distintos: el de los acarreados del Zócalo, con el de los libres y voluntarios de Reforma. El de los retrógradas y conservadores de la torta y el acarreo, con los ciudadanos informados del siglo XXI.
Mujeres demuestran que no se necesita acarreo Vs el oficialismo
Otra actitud, otras ideas, participación espontánea, entusiasmo, han hecho pensar a la gran mayoría que esto ya prendió. La confluencia masiva de los ciudadanos se debió sólo a la convocatoria de las redes. Días antes, el perfomance ensayado en el Zócalo por las mujeres que entonaron el ya clásico “… ¡el violador eres tú!”, fue el detonador indispensable.
Al conjuro de las redes sociales, cada vez más protagonistas del cambio político, las muchachas mexicanas, siguiendo el estilo de las Cuatro Tesis chilenas, abarrotaron el Zócalo, con más de treinta y cinco mil participantes. Era necesario demostrar que no se necesitan acarreos para derrotar al movimiento oficial en eso de las capacidades de movilización.
La policía capitalina infló el número de asistentes en el Zócalo
Abandonar, yo creo que para siempre, los tufos anticuados. Los pastores políticos de ideas atrasadas, los que creen que traen a la vaca por la cola en eso de hacer política a la antigua, han quedado absolutamente rebasados, vencidos en el Zócalo, el que presumían que era el mismo escenario de todos sus triunfos.
La localidad de la Cuarta Transformación ha sido derrotada en su propia cancha. Ya nadie tendrá derecho a arrogarse de la primacía en las movilizaciones políticas. Las redes y su amplia convocatoria han doblegado a la capacidad de acarreo del que se ostenta como nuevo régimen.
Por un amplio marcador: cien mil a cuarenta mil. Aunque la policía capitalina se haya jalado los pelos hablando de una movilización de doscientas cincuenta mil personas, todos nosotros sabemos que es imposible. En el Zócalo no caben arriba de cincuenta mil, menos cuando las áreas de la plancha han sido confinadas a propósito.
El “acarreo” del antiguo régimen, copiado por el dizque nuevo
Después de eso no volveremos a ser los mismos. Ya casi no hay necesidad de insistir en lo anticuado del viejo discurso morenista de la Cuarta Transformación. El retintín de exactamente lo mismo que cualquier mañanera que nos tiene agorzomados, hastiados hasta de la falta de libreto y de recursos idiomáticos o inteligibles.
El acarreo infame ha pasado a ser cosa del antiguo régimen, que el dizque nuevo copia sin imaginación ni desdoro. Lo nuevo, lo acaba de comprobar la sociedad de a pie, es la convocatoria por redes, con objetivos frescos, claros y de verdad útiles para el país y su futuro inmediato. Las expectativas han sido superadas, en buena hora para la Nación.
Del lado oficial, el caprichato salvaje, hambreador. Del lado ciudadano, las expresiones democráticas y frescas del nuevo país. Del lado oficial el resentimiento social como único programa, la confrontación entre sectores, clases y regiones.
Los empresarios, héroes de la 4T. Los jodidos van por una torta
El pacto de impunidad es evidente. El Caudillo la carga contra los indefensos, y exalta a Trump, a Slim-Salinas, mientras Peña Nieto se mantiene impune, intocable. Los empresarios enemigos se han vuelto héroes de la patria. La pobre gente en extrema necesidad, la que va por obligación y por su torta, aplaude sin saber a qué. La soberbia infinita preside el primer año.
Los epítetos de conservadores ¿a quién deberán aplicarse en lo sucesivo? ¿Quién pagó los camiones de gran lujo para el acarreo? ¿Quién pagó las variedades de seis horas para los concurrentes al Zócalo?
¿Quién es la víctima de su propio acarreo?
¿Usted qué cree?
Índice Flamígero: Para los llamados “escépticos de las protestas”, la media docena de marchas anti-AMLO en lo que va de un año han sido iniciativas masiva y bien organizadas que, sin embargo, no han logrado ningún resultado práctico. Los académicos Nick Srnicek y Alex Williams, autores de un libro sobre los movimientos de protesta, describen este tipo de eventos como “políticas populares” fugaces. Según ambos, las manifestaciones de hoy en día son la “política hecha pasatiempo o la política como una experiencia de consumo de droga más que una herramienta capaz de transformar la sociedad”.
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