Ricardo Del Muro / Austral
En la víspera de la temporada vacacional decembrina, el gobierno de Canadá emitió una alerta reforzada para 13 estados de México, donde recomienda a sus ciudadanos evitar viajes no esenciales debido a los altos niveles de violencia, delincuencia y secuestros.
La lista incluye a Sinaloa y Michoacán, donde se han registrado homicidios y hechos violentos que han sido difundidos por los medios internacionales, pero llama la atención que también incluya a Chiapas, a pesar de la acción de pacificación que ha realizado el gobierno estatal.
Aunque la advertencia canadiense distingue zonas seguras – como San Cristóbal de las Casas, Palenque y Tuxtla Gutiérrez – su efecto mediático afectará la percepción internacional sobre Chiapas como destino turístico, lo que significa un foco de alarma para este sector que está en crisis desde hace seis años.
El problema, sin embargo, no sólo está en la alerta para el sector turístico de Chiapas, sino que revela errores en la estrategia gubernamental de comunicación, donde la información sobre el grupo de reacción inmediata Pakal y la pacificación de la entidad, se ha difundido en los medios locales, pero ha sido incapaz de trascender a la ciudad de México y menos a la prensa internacional de Estados Unidos, Canadá y Europa.
Mientras en el ámbito interno se destaca el avance en la reconstrucción del Estado de derecho y la seguridad en diversas zonas del estado, como San Cristóbal, Comitán, Frontera Comalapa y Tapachula, es información no ha trascendido más allá de las fronteras estatales. No aparece en los medios especializados en turismo, ni en portales de noticias globales, ni en plataformas donde se definen tendencias de viaje. La omisión deja a Chiapas sin una narrativa propia en el espacio público internacional, lo que permite que las alertas extranjeras —frecuentemente basadas en criterios amplios o precautorios— se conviertan en la única referencia para los potenciales visitantes.
El impacto no es menor. La temporada vacacional de fin de año, la más fuerte para el sector turístico chiapaneco está por comenzar practicamente desde cero, ya que las últimas cifras estadísticas difundidas por la dependencia estatal (más de 1.38 millones de visitantes extranjeros en 2023) no están sustentadas en la realidad de Chiapas durante el sexenio anterior, donde la elevada percepción de inseguridad ahuyentó al turismo internacional.
San Cristóbal, uno de los principales destinos turísticos de la entidad, ha registrado baja afluencia de turismo internacional durante las últimas temporadas vacacionales y, aunque no existen estadísticas oficiales confiables, los prestadores de servicios señalan que el número de turistas continúa siendo inferior a los niveles precios a la pandemia y las cifras que llegaron a lograrse en otros años.
Urge diseñar una campaña turística nacional e internacional efectiva sin caer en los excesos y falta de transparencia que caracterizaron el proyecto “Chiapasonate” que impulsó el gobierno de Manuel Velasco Coello entre 2012 y 2018, donde incluso se involucró a personajes como Miguel Herrera, “El Piojo”, entonces director técnico de la selección mexicana de futbol. En otras palabras, es necesaria una estrategia de promoción turística que se ubique en el justo medio, evitando el vacío actual y el derroche de Chiapasionate.
No es necesario chiapasionarse. Pero se necesita una estrategia promocional sólida que llegue a los mercados internacionales del turismo. Se requieren campañas en inglés y francés, presencia en los medios globales, reuniones con los prestadores de servicios turísticos en el extranjero a través de las embajadas y consulados, agencias de viajes y plataformas digitales especializadas,
así como una narrativa clara sobre los esfuerzos del gobierno estatal para restablecer la seguridad en Chiapas. RDM




