MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
En campaña, siempre en campaña. No olvida su nacencia como promotor de la industria de la protesta, ésa que le permitió vivir de efectivo, de cash, sin tarjeta de crédito ni cheque de nómina, porque los pagos que le hacían eran en billete sobre billete.
Y en esos días de buscar la gubernatura y tumbar a Roberto Madrazo Pintado, hizo buena fama con su éxodo por la democracia. Sólo que Ernesto Zedillo no le pudo cumplir porque Madrazo se negó a pedir licencia y asumir un cargo en el gabinete presidencial.
En campaña, siempre en campaña con la mecánica que le atrae simpatías y apoyos juramentados, ésa de polarizar, de lanzar la acusación sin pruebas, de calificar y descalificar, de jugar con el caló y la doble intención.
Con los pobres y ricos, ricos-ricos y jodidos-miserables, y el coqueteo con ese sector de intelectuales que suelen arriar banderas y sumarse a las filas del vencedor, los que tienen ese olfato de quién será el bueno y quién perderá la elección.
Y la clase media siempre zarandeada y utilizada en las campañas políticas, la que arrastra el voto, que aplaudió a quien, después de 18 años, era la víctima favorita, a la que le soportaban todo. Y todo es todo, como desmadrar a la ciudad y apropiarse de la principal avenida de la capital del país, en un berrinche que le provocó perder la elección frente a Enrique Peña Nieto, e irse con el PRD al tercer sitio en la preferencia del voto.
Se lo dijeron los capitanes del perredismo nacional, pero no entendió. Le pidieron no tomar por asalto al Paseo de la Reforma y lo hizo, terco y contrarió a quienes le había dado cobijo y luego traicionó y abandonó llevándose buena parte de la membresía perredista, a la que cautivó y convenció para acompañarlo a una aventura que dio resultado.
Aunque sin duda le debe agradecer al licenciado Enrique Peña Nieto y a los ambiciosos y corruptos amigos de este, en el gabinete y en el Congreso de la Unión, que hicieron todo lo posible por allanarle el camino y ofender a una amplia franja de mexicanos de todos los estratos sociales, con escándalos siempre escanciados con millones y millones de pesos, dólares y euros.
Y no hay que olvidar que hasta de arreglos cupulares se alude a esta forma en la que Peña Nieto entregó el poder al licenciado López Obrador, como Ernesto Zedillo hizo lo propio con Vicente Fox, e incluso Francisco Labastida Ochoa declaró no hace mucho que él no perdió frente a Vicente Fox, “perdí ante Ernesto Zedillo”, sostuvo.
Así que, hablaba de que el señorpresidente está en campaña, no ha dejado de estarlo. Su apuesta tiene un objetivo inmediato: la elección intermedia del año próximo. Y sí, 2021 será el año en el que se jugará ese salto al vacío que comienza con una pandemia, utilizada como el mejor pretexto para echar mano de los recursos públicos para beneficio de su causa, ya mediante la desaparición de los fideicomisos, ya con incluso el recorte a las remuneraciones de los mandos medios y superiores de la administración pública federal, al grado de obligarlos a aceptar que su aguinaldo se irá a atender a la pandemia del coronavirus.
Y, por supuesto, le importa un bledo mentir, ser pillado en la gran mentira de que su administración se había preparado para atender la emergencia sanitaria.
¿Dónde están los millonarios ahorros del año pasado? ¿Dónde los 400 mil millones de pesos que dijo estaban disponibles para enfrentar la crisis sanitaria y económica¡ ¿Dónde?
Pero, bueno, en la víspera de que el licenciado López Obrador rindiera el parte del primer trimestre de su gobierno en este año, en las redes sociales se preparó el escenario y las descalificaciones no ayunas de injurias y de plano hasta juramentos de fidelidad abyecta en torno suyo, se echaron a andar contra quienes consideran enemigos.
Justamente uno de esos personajes que integran a la pléyade cuchareada –el licenciado dixit—en la conferencia de prensa mañanera de este inicio de semana sembró las preguntas a modo, éstas de las que el señorpresidente pretextó una larga respuesta en la que descalificó a la prensa, en especial volvió con uno de sus clientes favoritos, Pablo Hiriart, para denostar a los periodistas.
El susodicho mercenario –porque esa es la función del sedicente reportero que forma parte de ese singular grupo que hasta tiene un pirata pirata y un falso periodista dizque agredido y que vive bajo el protocolo de protección a periodistas—tuvo hasta la puntada de decir que no es sajón y por eso no sabía si se pronunciaba Hiriart o Hiriarte. En fin.
El caso es que en la mañanera el licenciado López Obrador no sólo se mantuvo montado en su objetivo de aparecer como parte del pueblo bueno.
He dicho que el inquilino de Palacio tiene tres formas de hablar: una que lo identifica con el barrio e incluso es cuando más abusa de los dichos coloquiales, precisamente en las mañaneras que son de alcance nacional y de las que hay mayor difusión.
Un segundo mecanismo de comunicación es en las plazas, en las giras por el interior, cuando es estridente, grita y su timbre confunde y, por supuesto, gana aplausos, arrastra a quienes lo escuchan porque se identifican con él, porque él como en su momento fue Vicente Fox, les habla en sus términos y los lleva de la mano a la esquina de la polarización: acá los pobres, el pueblo bueno, allá los ricos, los fifís, los machuchones de carrazo de lujo y cartera repleta, de casa con alberca y los ubica en la imagen que ofende, aunque luego a manera de excusa dice que no todos son iguales. Pero ya los barnizó.
Su tercera forma de habla es en media voz, pausada, pero con el amago deslizado. Por eso los capitanes de empresa, los dueños del dinero, banqueros e industriales, comerciantes y, en fin, integrantes del sector privado, creyeron en principio, incluso aceptaron que el Aeropuerto cuya construcción avanzaba en Texcoco, aceptaron su cancelación. Pero, desde el domingo, al inicio de esta semana entendieron que no pueden confiar en esa media voz que entraña engañar con la verdad.
Y qué del compromiso del inquilino de Palacio para con la urgente unidad nacional, por ejemplo el Acuerdo Nacional que propone el senador Carlos Aceves del Olmo, dirigente nacional de la CTM y presidente del Congreso del Trabajo, o el Acuerdo Nacional para Superar la Crisis de Salud y Económica que atraviesa México, propuesta por las bancadas del PRI, PAN y PRD en el Senado.
–¿En este caso usted ha pensado en donar una parte de su sueldo? Esa sería la primera pregunta, por favor–, planteó una reportera en la mañanera del lunes.
–Sí, todo el aguinaldo, ya lo decidí, y además de disminución de sueldo, o sea, lo que resulte y si hace falta más, también—respondió el señorpresidente.
Y prosiguió:
“Yo nunca he tenido como fin, como propósito en mi vida obtener dinero. Respeto mucho a los que tienen dinero, no todo el que tiene es malvado, pero yo tengo esa característica, nunca me ha importado, nunca me ha interesado el dinero, nunca he tenido cuentas de cheque ni tarjeta de crédito, ahora porque me pagan con eso, pero además eso lo administra Beatriz.
“No es ese mi propósito, lo que pasa es que tengo que tener los recursos necesarios, básicos para la familia, y también tengo que pensar en nosotros, porque no, como yo estoy acostumbrado a no gastar y no me importa la ropa de marca ni las alhajas, ni los carros último modelo ni andar en aviones privados, estoy hecho de otra manera, no por eso voy a someter a ese estilo de vida a todos. No, este es un asunto de cada quien, es un asunto de convicciones, de principios.
“Yo sí, a los que quiero mucho, que es a millones de mexicanos, a millones de mujeres, de hombres, siempre les recomiendo que no apuesten en la vida a lo material, que no es el dinero la felicidad, la felicidad es estar bien con uno mismo, estar bien con nuestra conciencia y estar bien con el prójimo y lo más importante es el bienestar del alma”.
Usted como yo nos hacemos la pregunta básica: ¿Y de qué ha vivido el licenciado López Obrador durante décadas? Hoy le pagamos todo, y todo es todo. La quincena la administra la doctora Gutiérrez Müller. Sigue en campaña, anda en campaña. La apuesta es el 2021. ¿Le apuesta usted?
Digo.
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