Magno Garcimarrero
En algunas culturas como la árabe y la mexica, el reír como el llorar era considerado propio de mujeres y niños.
“El cortejo fúnebre volteó la esquina a toda velocidad”… El absurdo es una técnica muy socorrida para provocar la risa. Consiste en disociar los elementos de un juicio que por lo regular van unidos. En la frase inicial del párrafo se juega con esos elementos que son la muerte y el movimiento. Nuestras asociaciones mentales inconscientes siempre nos hacen reunir el concepto de cortejo fúnebre con el de lentitud; así pues, si se disocian ambos y se introduce uno contrario, el mecanismo mental no se perfecciona y discurre hacia la catarsis.
Si sólo se hablara de cortejo fúnebre de inmediato la asociación mental seria con un paso lento que da idea de respeto a la muerte; pero agregando velocidad inmoderada al cortejo para voltear una esquina, le estamos dando un atributo desusado y por lo tanto absurdo.
La facilidad para añadir elementos fuera de contexto, es lo que hace tan común y corriente esta técnica humorística; como práctica podríamos agregar innumerables atributos inusitados, como que a la carroza le chillen las llantas por la velocidad, que sea de color amarillo huevo, y si se quiere exagerar para darle mayor fuerza catársica, podría pensarse en que se abran las puertas traseras y deje sobre la calle la caja y un reguero de coronas; cosa que en condiciones normales nunca pasa.
Siguiendo el mismo ejemplo encontraremos que además de la lentitud, a la muerte se le asocia el color negro con tal fuerza, que el mismo idioma lo consigna, pues necro significa a la vez negro y muerto; a esto se le agregan conceptos como el luto, por lo general manifestado con indumentaria de ese color, aunque se usa también el blanco, el gris, y en ocasiones especiales el morado con el que se cubre a los santos en temporada de semana santa. Pero las asociaciones inconscientes van más allá, el negro se asocia con la noche, la maldad y la raza humana que a consecuencia de este mecanismo mental ha sufrido los peores tratamientos.
Lo negro es también formalidad, solemnidad, de ahí que los trajes de etiqueta sean de ese color o muy obscuros. Un frac verde botella le va bien a un cirquero en medio del espectáculo, pero no a un desposado.
El blanco tiene asociaciones mentales muy fuertes y difíciles de romper, la pureza es una de ellas; Freud habla del chiste blanco para referirse a aquél que carece de tendencia; así lo asociamos con limpieza, algo “albeante” es algo muy limpio excepto cuando buscamos el absurdo en la técnica de la confirmación perogrullesca del atributo, como en el caso del niño que afirma tener la lengua limpia porque la tiene muy blanca.
El poder de la unión blancura – pureza ha llevado a las damas a una de sus más caras aspiraciones: casarse de blanco; y concomitantemente asumir como fracaso el no poder hacerlo: Pero el blanco también se asocia al tiro certero: dar en el blanco. En México se asocia con el pulque, en todas partes con la leche y si profundizamos en los sueños y en las religiones, lo encontraremos íntimamente asociado al semen. Con mucha frecuencia la asociación es doble como en la vía láctea.
El color rojo también nos conduce a asociaciones estereotipadas, muy generalizadas, para todos representa peligro, pero también calor, pasión y procacidad; un cuento colorado es aquel que hace ruborizarse a quién lo escucha; pero también números rojos representa perdida; rojo en política exterior es tender al comunismo. En el fondo de estas asociaciones está la sangre como elemento esencial que genera la preocupación histórica. Marte es un planeta rojo asociado a la guerra, acción humana donde se derrama sangre.
Representar el peligro con ese color, ahora nos parece más entendible.
El contraste con el tono cálido está el azul que se asocia con la frialdad, es el color sideral de la inmensidad cielo – mar que concede tranquilidad de ánimo, es decir paz o pasividad. Reaccionamos diferentemente ante un cielo azul que ante un cielo enrojecido, igual un mar azul convida a la contemplación y un mar gris a la huida.
Rodolfo Benavides en uno de sus libros describe un mar de mercurio, plateado y subterráneo, limitado por una inmensa bóveda rocosa; la simple imagen produce terror.
El color verde lo tenemos mentalmente ligado a lo inmaduro: Viejo rabo verde es aquél que pretende conservar en la madurez el atributo de los años tiernos. Por lo mismo lo que no está sazón o lo que es inoportuno está verde. Pero verde también equivale ahora a vía libre; dar luz verde a un proyecto es dejarlo que avance, que madure, que se haga realidad.
El gris es mediocridad, opacidad; contrastadamente el amarillo es brillantez porque está asociado al sol. No es descabellado suponer que el valor que le concedemos al oro se debe a esa poderosa asociación mitificada que sin ocultar su redondez se convirtió en moneda. “Águila o sol” vuela el volado y nos recuerda que en la cosmogonía mexicana el águila era símbolo solar, como lo fue y sigue siendo en todas las culturas que han florecido sobre la faz de la tierra.
Diminutivo de oro es orín, el idioma no engaña, amarillento oro líquido de los pobres que se hace extensivo al excremento humano. En los sueños la mierda es oro y viceversa, asimismo en los cuentos y en los mitos como en la eterna burla del pobre contra el rico.
Aquí es oportuno destacar la asociación mental universal que hacemos entre risa e infancia y sus contrarios vejez y tristeza: un niño triste es tan lastimoso como un viejo risueño. No se de nadie que enseñe voluntariamente a sus hijos a entristecerse, pero sí observemos que todos invariablemente los enseñamos a reír, para ello utilizamos múltiples formas de manera intuitiva, les hacemos cosquillas, los lanzamos al aire, simulamos actos fallidos. Los padres manejamos muchos estímulos para provocar la risa de nuestros hijos y a la vez, nos estimula que el niño muestre las encías o haga la mueca de la risa. Lo prueba el chiste atribuido al gallego que se preguntaba ¿por qué su hijo era tan serio, cuando se había esmerado tanto en educarlo que hasta le pegaba para que se riera? Por el contrario, la etapa terminal de los viejos, se inicia siempre con la pérdida del humor.
Otra asociación importante es la salud y la risa, y sus contrarios la enfermedad y la pesadumbre. Antes de que se descubriera la facultad terapéutica de la risa, ya se conocía que la risa sólo puede darse en una mente y un cuerpo sanos y que la ausencia de salud tiene como primer síntoma visible la pesadumbre. Por eso nos causa gracia el viejo chiste del crucificado al que le duelen las heridas solamente cuando se ríe.
Otra asociación mental obligada universalmente es la risa con el triunfo y la pena con la derrota; nadie normal ríe ante el fracaso o se acongoja por el triunfo. El ejemplo lo dan los famosos Les Luthiers cuando ante la derrota cantan festivamente: “Perdimos, perdimos, perdimos otra vez”
No tenemos idea del número infinito de símbolos que usamos en la vida cotidiana. Alguien ha dicho que el hombre es un animal obediente a los signos. Es cierto, la palabra escrita o verbalizada es símbolo, los sueños son símbolos, el dinero que nos hace sentirnos ricos y tranquilos es solamente un símbolo. Si elimináramos todo signo, la conducta humana pura quedaría reducida a acciones instintivas apenas diferenciables de las conductas animales más primitivas.
Cuando el símbolo es el único disfraz de una acción, podemos decir que estamos ante un símbolo unívoco o inequívoco; pero la vida no es tan simple; existen signos multivocos o equívocos que nos permiten escoger una representación entre muchas, acertando, o equivocándonos rotundamente. Cuando una palabra o frase nos da esta multitud de posibilidades, afirmamos que se trata de una ANFIBOLOGÍA, y esta entre otras cosas, constituye una técnica para hacer reír.
Quevedo usó este recurso sabiamente para llevar acabo sus humoradas. Es conocido universalmente aquella que, con el propósito mal intencionado de señalarle un defecto a la reina le ofreció: “Entre el clavel y la rosa su majestad es coja”.
Vayan aquí algunos ejemplos de anfibología o doble sentido.
Cuando el agente de tránsito apagó las velas de su pastel de cumpleaños, los invitados comenzaron a corear “Mordida… mordida… mordida”.
– La dama detuvo con una señal al taxista y le pregunta: ¿Me podría llevar a Rinconada? – De mil amores – responde el taxista.
– En los tianguis populares mexicanos los vendedores de ropa cantan este reclamo: “A ver que talla señorita, a ver que talla”.
– Don Luis Vega y Monroy le dedicó a Salvador Novo este “perverso” con motivo de anuncio de matrimonio del dramaturgo, con la estrella de cine Kitty de Hoyos:
–
Si esta unión hace el demonio
que en todo se ha de meter
¿Qué es lo que va a suceder
en tan raro matrimonio?
Pues la cosa más sencilla:
compartirán por igual
no sólo el pan y la sal
sino el techo y la tortilla.
Francisco Liguori le dedicó esta cuarteta al complejo de su maestro Mariano Azuela Jr.
Ya se rumora en la escuela
en son de chunga y relajo
que al caro maestro Azuela
pesan mucho “Los de Abajo”
Por su parte paco Píldora a propósito de la remodelación de la iglesia de la Asunción del puesto jarocho, escribió:
La torre de La Asunción
está que se cae de risa
como dice la canción
y si no nos damos prisa
para su reconstrucción
le “cae” al que vaya a misa.
La bondad de esta técnica humorística, es que quien la entiende es lo suficientemente inteligente para sonreír y no enojarse, y el que no la entiende no se enoja, aunque tampoco se ríe.
M.G.
