En la decadencia de la desafortunada e infausta gobernanza de Andrés Manuel López Obrador y su mal llamada Cuarta Transformación de la Nación, la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México agregaría, complementando todos sus pensamientos ya escritos, que el Estado de Derecho acabará por imponerse a las decretales, ingeniosidades, ocurrencias, razonamientos y conceptos expuestos por ese mal dirigente de los destinos de nuestra República.
El liceo de referencia no habrá de entrar en mayores consideraciones sobre el tema por no alargar de manera desproporcionada su pensar jurídico. Solo se limitará, pues, a apuntar vestigios al amparo de nuestro derecho nacional.
Una de las principales características de quien actuó en éstos últimos años como Primer Magistrado de la Nación, fue la aplicación de su manera de pensar y opinar en forma coercitiva, o, como diría elegantemente Néstor de Buen Lozano, su impositividad, consecuencia de su autarquía, que consistió en someter su voluntad independientemente de la voluntad del Derecho, de la ley y del Pacto Federal.
En sentir de la abogacía independiente de la República las leyes de México no son ni serán las adecuadas para efectuar canalladas; sus preceptos en la absurda opinión de ese Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, fueron susceptibles de ignorarse y violarse en vista de los otros datos que dijo manejar. Todo ello se deduce en los decretos y actos de gobierno que efectúo durante su mandato, con especial mención, a su Reforma Judicial.
En concepto de muchas togas de la República, la inclinación de diputados y senadores del Congreso de la Unión significó “el someterse a la voluntad y mandatos del Poder Ejecutivo Federal”. Para esos excéntricos era obligatorio rendirse, esto es, subyugarse rastreramente a la voluntad presidencial y no cumplir en su caso lo mandatado por la Carta de Carranza.
Con razón hoy México afirma, que siendo las imposiciones del Poder Ejecutivo Federal las notas esenciales de su mal entendido derecho, al faltar a la letra de la ley se impuso un desatinado derecho; ahora bien, el Estado de Derecho que por tradición se venía aplicando antes del neoliberalismo y de su cuarta transformación, a futuro deberá de ser aplicado a contrario sensu de esas imposiciones coactivas para desconocer a nuestro único Estado de Derecho; solo existe esa posibilidad para retomar el rumbo ascendente que merece nuestra Nación.
Para conocimiento de ese cretino y necio gobernante, hoy, que se va, habrá que decirle que existen mandatos de jerarquía superior a su pensar y, a futuro próximo sus “bandos reales” deberán de subordinarse al único Estado de Derecho.
Es cuánto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C.