Kairós
A las características ya multiseñaladas del populismo, habrá que agregar su freno al proceso civilizatorio en aquellas sociedades en donde se instala. Solo que este otro mal se extiende por la sociedad de manera digamos silenciosa, como normalidad cotidiana. No es violento en extremo ni altamente llamativo. Una vez instalado, el populismo avanza de manera constante y eliminando obstáculos de manera permanente.
Una de sus armas es la simplificación de la realidad. Los grandes y profundos males de una sociedad son presentados por los líderes populistas como cuestiones sencillas de resolver. Pero esos graves problemas son revestidos con velos morales, formados por los intereses de las <> que pretenden perpetuarlos porque, en el fondo, a ellos los benefician. Entonces las soluciones aparecen sencillas, fáciles de poner en práctica si quienes toman las decisiones son los populistas.
“Por el bien de todos, primero los pobres” ha sido un poderoso slogan propagandístico. Y cuando un grupo de personas pobres por ingresos dejó de serlo, las campanas al vuelo machacaron que eso demostraba que Morena sí se preocupaba por los pobres y que lo había conseguido gracias a la intervención del Estado. Y en efecto, las subvenciones a los adultos mayores y a otros grupos sociales, más el aumento a los salarios mínimos presentados como acto voluntario del Estado sembraron en el imaginario que sus buenas intenciones iban aparejadas por las buenas acciones.
Sólo que los aumentos salariales fueron posibles después de que Becerra y Chertorivski, durante el sexenio de Peña Nieto, lograron desanexar los salarios mínimos de las multas y ´productos oficiales para que terminaran sus efectos inflacionarios. Y las subvenciones sin contrapartidas fiscales han significado un aumento considerable de deuda pública que en algún momento será necesario detener. Así, sembrar una buena idea y después hacer como sí en verdad se solucionarán los problemas.
Un freno invisible al progreso alentado por los populistas consiste en la crítica al individualismo y las propuestas de un retorno a las ideas de comunitarismo, sobre todo si es de índole indigenista. De esta manera se deja de apoyar la pluralidad de visiones sobre el mundo que son fruto de la modernidad, de la aparición del ser humano como actor de su propia historia, del surgimiento de su individualidad y de sus nuevos mecanismos de solidaridad social en grupos unidos por singularidades compartidas (interés por las luchas de género, por el medio ambiente, etc.) gracias al respeto de los derechos humanos que permite estar en condiciones de ponerse en el lugar del otro.
Aunque sin duda el efecto más perverso es el aspecto invisible de la maldad que se expande como acciones cotidianas realizadas desde el gobierno. Son las acciones debidas a las incapacidades profesionales (véase el caso de Lenia Batres y los nuevos integrantes de la Suprema Corte) y experiencias laborales de los nuevos funcionarios (la secretaria de gobernación y antes secretaria de seguridad pública). Se trata de burócratas que actúan por obediencia ciega a quien le deben el puesto, por falta de pensamiento propio.
Son burócratas bien definidos por el fundador de Morena a los que se les exige 90% de lealtad y 10% de capacidad, pues están en esos puestos para obedecer, no para solucionar los problemas del ramo o sector de la administración pública. Y obedecer es su principio y su fin.
Raymundo Riva Palacio nos ofrece la joya de la corona de la maldad como acción cotidiana en su entrega del 8 de octubre de 2025 (<<2019, cuando nació el huachicol fiscal>> El Financiero): << un informe de inteligencia del gobierno señala que el contrabando de combustible nació casi a la par del inicio del sexenio de López Obrador, como consecuencia del desabasto “autoinducido” -así lo llaman- en diciembre de 2018…(…) La idea (…) tenía en la cabeza de López Obrador un principio, pero no su desarrollo ni final. La idea original era que el Ejército y la Marina tuvieran más dinero para comprar su lealtad ante las acciones radicales que estaba tomando, como la orden para no enfrentar al crimen organizado y la cancelación del aeropuerto de Texcoco. (…)>>
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Ahora conocemos el final no de la corrupción, sino de esta historia fantástica de la Corrupción con mayúscula, generada en el vértice mismo del poder de Morena con su fundador y en ese entonces presidente de la república. La gravedad de este mal es que se extendió silencioso hasta acumular miles de millones de dólares que sirvieron para poner contentos a las cúpulas militares, para ganar elecciones, para financiar las obras faraónicas del sexenio según el recuento del mismo Riva Palacio.
Y la llevaron a cabo personas comunes y corrientes, eso sí, dotadas de gran poder político, y la corrupción es tan elevada que bien podría haber sacado de la pobreza de ingresos a más millones de mexicanos. Y, sin embargo, la vida de sus actores continúa plácidamente, en la impunidad y siguen ejerciendo sus funciones muchos de ellos como altos funcionarios o políticos de renombre. Son burócratas que obedecen consignas de los jefes.
Morena ha convertido lo que fue el arte de gobernar en banalidades. Con actos banales, insustanciales, baladíes como los informes de gobierno de la actual presidente. Y gobierna sobre masas banales ellas mismas, pasivas ante los robos descarados al erario. Pueblo bueno conformista con las dádivas que les ofrece el gobierno, pero carentes de pensamiento crítico, activo, empático como antídoto frente a la banalidad del mal como propone Hanna Arendt.
francisco.montfort@gmail.com