Jorge Miguel Ramírez Pérez
Cada día que se acerca el cambio de gobierno el optimismo aumenta para los que están en el poder. Todos en sus respectivos órdenes de gobierno sienten que las cosas no van a variar mucho y que los que llegan poco saben del negocio.
La coincidencia es facilitar las cosas hasta en asuntos de protocolo como fue el cambio del homenaje a la bandera del zócalo capitalino, que se llevaba a cabo a las seis de la tarde y como estaba López Obrador en Palacio Nacional y salió a las nueve, a esa hora se realizó.
Otros asuntos son estructurales como los nombramientos de magistrados que se frenaron. Pero también en temas triviales el nuevo grupo recibe apoyos en detalle, en este caso internos, como los que han resultado descolones tanto a Bejarano, de parte de la próxima secretaria de Bienestar, María Luisa Albores que lo descalificó para agandallarse de los programas sociales; como a la Padierna que se pasó de Diva, llegó tarde y esperaba un lugar importante que no le dieron durante la ceremonia de la entrega del oficio que certificaba al Presidente Electo.
Pero lo que tiene mas sorprendido a los comentaristas en este mar de facilidades y optimismos, es la expresión extremadamente fuera de lo común, la de Donald Trump al referirse a Obrador como un gentleman, -todo un caballero en la extensión de la palabra, eso le parece el Peje al mandatario estadounidense, que todavía no lo conoce en persona- antes le pareció un good man Peña; pero, claro… ¡víctima de los bad men! Con los que no pudo. Por cierto.
La explicación de la expresión tiene como origen dos posibles opiniones, una, la de Kushner, que si conoce a Obrador y que debe haber llegado con los oficios eficaces de Videgaray . El yerno mas poderoso si estuvo con Obrador.
Y la otra opinión es muy probable que surgiera del equipo estadounidense negociador del TLCAN, porque no falta nada ya por entregarle a Trump, todo lo que pide, se le da obsequiosamente. Y todo indica que Obrador ha sido tan caballeroso que no tiene ninguna resistencia para plegarse a las exigencias de las barras con estrellas, tanto que Canadá ya no es objeto de los elogios del Pelirrojo.
Pero en realidad son dos los “caballerosos”, Obrador que tiene incrustado a su gente en el equipo que decide decir que sí a todo, en las llamadas negociaciones; y Peña que ya cedió inconstitucionalmente los trastos.
Inmediatamente del elogio al líder mexicano, y de lo que se lleva cedido, como los sueldos intocados de los ministros de la Corte; de todas maneras Trump amagó a su Congreso a que le den dinero suficiente para construir el muro. Y los analistas ya no entienden, porque no saben que el cambio geopolítico es mundial y se lleva entre las patas a todos. Que se lo pregunten a Erdogan el de Turquía.
Lo que sigue después, son más sorpresas. Para nada un horizonte optimista para los que se fueron de manos largas, y no porque Obrador no quisiera amnistiarlos, sino porque el dinero no va a alcanzar, ni modo que no lo supiera. Y lo que se ve, es que los que defeccionaron tardíamente del PRD parecen no ser necesarios. Los empresarios conversos al obradorismo también se están enterando que no les va ir bien con la versión simplificada del TLCAN, ni con el rumor ya desmentido por su propalador Romo, de que habría amnistía fiscal.