Jorge Miguel Ramírez Pérez
El sábado pasado se celebró el inicio del derrumbamiento del ignominioso Muro de Berlín, la ciudad que vio el esplendor y gloria fugaces de la dictadura hitleriana y que también sufrió las peores represalias de parte del ejército ruso y después, de los ejércitos aliados del frente occidental, Estados Unidos e Inglaterra.
Berlín fue arrasada 1945, la dejaron en ruinas. Sus hombres, hasta ancianos y niños fueron vulnerados en los últimos días de resistencia, cuando el dictador afirmaba que todo iba bien, que los descalabros eran de coyuntura, y que a la vuelta de la esquina estaba el contragolpe. Mintió absolutamente. La rendición jamás fue planteada por Hitler en los momentos que se pudieron salvar personas y bienes, él obró fatalmente, dijéramos sin equivocación con maldad diabólica.
Pero el daño todavía escaló un castigo en el alma de los berlineses y en la de todos los alemanes. Se dividió el país en dos: Alemania Occidental, una República Federal; y la Alemania del Este, que ostentaba el pomposo nombre de República Democrática Alemana, que no era sino otra dictadura esta vez de otro tipo de socialismo, un poco distinto al nacionalsocialismo alemán, el nazi como se le conocía de manera abreviada; ahora, era el socialismo del estilo bolchevique, violento y azuzador de masas. Como todos los socialismos, empobrecedor.
La ciudad quedó dividida en cuatro sectores tres de los aliados: Estados Unidos, Inglaterra y Francia, que después se convirtió en uno solo; y un sector controlado por los rusos, donde estaba la capital de la Alemania del Este. Para iniciar los años sesentas, quince años de terminada la guerra; los alemanes del sector oriental, emigraron, casi tres millones, por mejores oportunidades de empleo a ubicarse en las zonas occidentales; sobre todo aquéllos que estaban mejor capacitados y eran requeridos por la economía capitalista instalada en la zona occidental.
El régimen comunista en 1961 empezó a construir un muro y a endurecer sus disposiciones de no permitir el paso al Berlín del lado occidental; al grado de dispararles a lo que pretendían cruzar esa pared de 150 kilómetros de largo. Cientos de dramas sucedieron y miles de familias quedaron divididas en la misma ciudad.
El Muro fue un símbolo de opresión para ambos lados, mientras pero en el este discurseaban que en esa Alemania las cosas, iban a mejorar pronto y que necesitaban a su población, lo que se contradecía con la violencia institucional para esos ciudadanos de parte de los socialistas.
Hasta hoy se sabe, lo que muchos se imaginaban; que la KGB la central de inteligencia soviética, detectó que se organizaba en 1989 un movimiento para tomar el muro, el organismo informó lo que se gestaba; por lo que el mando comunista tomo dos decisiones: una, desarmar a sus fuerzas que custodiaban el muro, y dos, permitir y no realizar ninguna obstrucción a la gente que por oleadas estaban dispuestos a asumir hasta un sacrifico póstumo, con tal de abrir brechas y encontrarse con sus seres queridos después de 28 años.
La caída del sistema socialista fue estrepitosa y ya en 1991, incluso, había sido desmantelado el partido comunista soviético de Rusia.
Esa era de la “guerra fría” es decir del equilibrio de poder mundial entre las dos potencias EUA y la URSS, se terminó en solo dos años y el muro fue el emblema que quedó en las mentes de los ciudadanos del mundo de finales del siglo XX.
Lo que se construyó después de 30 años, ya también está sucumbiendo. Pero en la mente del mundo quedó desechada la mala idea de permitir que se implante la dictadura socialista como una solución a los problemas sociales y económicos de cualquier país.
La utopía marxista fue a lo que mas lejos pudo llegar, no dio para más. Países señeros como Alemania, República Checa y la misma Rusia fueron los que tuvieron mejor desempeño, otros como Albania o Camboya con el Khemer Rouge; eran un manicomio violento y aún así, los mas aventajados de todos los países mejor ubicados en las mediciones comparativas, lo que deseaban era salir, de la opresión monotemática y viciosa del comunismo.
Nadie quiere volver atrás, los chinos desde su enfoque autoritario, mejor optaron por servir al capitalismo que morirse de hambre. Los demás, rechazan esas fórmulas que constriñen las libertades y que dividen a las naciones.
Sólo en Latinoamérica al socialismo se le ve como la panacea, como la varita mágica incongruente para implantar anarquías, como si fueran formas de progreso.
En nuestros países las imaginaciones y la ingenuidad exceden con mucho a la realidad, pero en los países medianamente avanzados y con fuerza mundial, el rechazo a una tiranía que pretexte lo social, no se acepta por ningún motivo. Muchos vienen de esos fracasos, y saben lo que es la porquería de padecer un gobierno de un solo hombre, de un solo partido; y de una sola sopa.