Pablo Gato
La sede de la ONU está en Nueva York, que obviamente se encuentra en EEUU.
La Administración Trump negó los visados de entrada al país a la Autoridad Palestina para que no pudiera dar su discurso en la Asamblea General de la ONU.
Eso a pesar de que muchos países aprovecharon la ocasión para reconocer a Palestina como país. Ya 157 países miembros de la ONU reconocen a Palestina como país. Es la inmensa mayoría del mundo.
Se supone que la ONU sea un organismo independiente que tome sus propias decisiones sobre quien puede venir o quien no a la Asamblea General. Usar el hecho de que este en EEUU para negar un visado a la delegación Palestina es una afrenta a la ONU.
Los críticos de la Administración Trump afirman que es una clara muestra de arrogancia y que demuestra que EEUU no puede ejercer como mediador creíble y neutral en el conflicto entre Israel y Gaza.
El problema de interferir en las funciones de la ONU es que hay un creciente debate internacional sobre si la ONU debe mudarse de EEUU a otro país que le permita actuar con soberanía.
El hecho de que EEUU haya reducido enormemente su contribución a diferentes agencias de la ONU (e incluso eliminado) y que no esté pagando lo que se supone que pague para el funcionamiento de la ONU, aviva aún más el debate.
Ahora tenemos una ONU castrada. EEUU debe ser un país anfitrión, no una nación que decida sobre quien puede venir a la ONU y quien no en base a los intereses políticos de cada Administración.
El presidente de la Autoridad Palestina, de todas formas, se dirigió a la Asamblea por video.
Un evento que quizás no se hubiera cubierto tanto ahora se cubrió mucho más por la decisión de Trump.
La paradoja de Zelensky
Dice que defiende la democracia pero a pesar de que su término presidencial se acabó, se niega a realizar nuevas elecciones para determinar democráticamente si el pueblo ucraniano quiere que siga en ese puesto.
Trump afirmó que solo el 4% de la población lo apoya. Los que respaldan a Zelensky dicen que no puede haber elecciones durante una guerra.
Sus críticos responden que hay muchos ejemplos donde las hubo, que Zelensky, que se ha convertido en un dictador y que lidera uno de los gobiernos más corruptos de la historia moderna de Europa.
A pesar de haber recibido 400 mil millones de dólares en ayudas, jamás se ha hecho una sola auditoría para ver adonde ha ido a parar ese dinero.