Historias para Armar la Historia
Ramsés Ancira
La “mara salvatrucha”, la mafia que aterroriza a millares de salvadoreños, es una organización que surgió en Los Ángeles en los años 80. Empezó como un grupo para defender a compatriotas que habían huido de la Guerra Civil en el Salvador. Ahora es uno de los grupos más violentos del mundo y opera en toda Centroamérica, incluso México. Por los mismos años en que fue formada ocurrió el asesinato de Monseñor Arnulfo Romero, perpetrada por un francotirador cuando celebraba una misa. El crimen fue organizado por la CIA, agencia que donó millones de dólares al sacerdote mexicano Marcial Maciel Degollado.
En el Archivo General de la Nación consta un documento de Marcial Maciel dirigido al Secretario de Gobernación Mario Moya Palencia, secretario de Luis Echeverría, (quien también está ampliamente documentado que era el agente de la CIA, con clave Litempo 8) en el que denuncia a varios ex integrantes de los Legionarios de Cristo, quienes habían pasado a formar parte de la Compañía de Jesús, de haber sido entrenados como terroristas.
Las investigaciones policiacas sobre Marcial Maciel constan en el Expediente 1, Caja 127 del Archivo General de la Nación y la delación a Jesuitas, también en la caja 127, pero en este caso con un documento del 29 de julio de 1975.
El periodista Jason Berry documentó que Marcial Maciel recibió donaciones de la CIA por varios millones de dólares.
Tras el asesinato del papa Juan Pablo I, relacionado con las finanzas del Banco Vaticano. Marcial Maciel le consiguió a Juan Pablo II donaciones para el Sindicato Solidaridad de Polonia y lo convenció de que la teología de la liberación era una forma de amenaza comunista para América Latina. Al año siguiente, en 1979, Monseñor Romero pidió una entrevista con el Papa para que interviniera ante las torturas que el gobierno de El Salvador practicaba a los civiles. El jefe del vaticano lo ignoró y le recomendó trabajar con ese mismo gobierno, según reveló Giacomo Galeazzi autor del libro “Wojtyla Secreto”.
Arnulfo Romero, quien no era precisamente partidario de la teología de la liberación, solo denunciante de las violaciones de derechos humanos, fue asesinado hace 41 años
La crisis de Guatemala viene de años antes: Juan Jacobo Árbenz Guzmán, participó en la Revolución de 1944, donde ganó el sobrenombre de “Soldado del Pueblo”. En 1950 asumió la presidencia con un programa que pretendía dejar atrás la dependencia económica y crear una economía de mercado. Nada comunista, pero de eso lo acusó la CIA, ya que su Reforma Agraria afectó al monopolio de la United Fruit Company, así que le orquestaron un golpe de Estado y el país fue entregado a una junta militar, al gusto del gobierno de Estados Unidos.
En 1980 hubo un movimiento guerrillero que dejó a la población campesina entre dos fuegos, el de la guerrilla y el ejército. Grupos paramilitares se concentraron en acciones para aterrorizar a la población civil; violaban a las mujeres; quemaban vivos a los campesinos, como sucedió con los padres de quien luego fue Premio Nóbel de la Paz, Rigoberta Menchú; y a los cadáveres de los hombres les mutilaban los genitales.
A partir de 1986 empezó un lento proceso de democratización, pero el quetzal, la moneda guatemalteca que estaba a la par con el dólar empezó a devaluarse.
En Guatemala subsistían cuatro monopolios, el de la cerveza, controlado por la familia Castillo; el del cemento, de la familia Novella, el del pollo, de la familia Gutiérrez y el del Azúcar, de la familia Herrera. Esto favorecía la inflación y precios altos, por lo cual el presidente Alfonso Portillo abrió las importaciones, lo que le ganó la enemistad de la clase empresarial.
En el gobierno del presidente Portillo también se iniciaron juicios por los crímenes de militares, que concluyeron con la sentencia a 30 años de cárcel para el coronel retirado Byron Disrael Lima, ex director de inteligencia militar, su hijo, el capitán Byron Lima y otros militares.
En junio de 2003, el Registro de Ciudadanos le negó al general Efraín Ríos Mont postularse a la presidencia de las República. Este amenazó que habría violencia, y la hubo, destacándose las bombas molotov contra medios de comunicación y golpizas a periodistas.
Finalmente resultó electo como presidente Oscar Berger Perdomo, quien de inmediato ejecutó la venganza de la clase empresarial contra el gabinete de su antecesor Alfonso Portillo, quien tuvo que asilarse en México.
Berger fue visitado en 2007 por el presidente de Estados Unidos George W Bush, hijo del también ex presidente y director de la CIA, Georg Bush.
En 2008 Berger dejó el poder. Varios miembros de su gabinete de gobernación fueron acusados de asesinatos y blanqueo de dinero, pero él continuó sus actividades como empresario ganadero y cafeticultor.
En 2013 Ríos Mont fue sentenciado a 80 años de prisión por genocidio contra indígenas y crímenes de Lesa Humanidad, entre los cuales destacaba la violación tumultuaria de militares a niñas indígenas ixíles.
Actualmente en el gobierno de Jimmy Morales, destacan dos asuntos: El positivo es que confían en que el Tren Maya que construye el gobierno de México se conecte a las vías férreas de Guatemala y mejore el turismo en la región. El negativo es un aumento alarmante de feminicidios, entre los más recientes el de la investigadora de la Fiscalía de la Niñez y Adolescencia, Luz María del Rocío López Morales.
Para terminar, brevemente con el caso de Honduras, en 1982 fue electo el liberal Roberto Suazo Córdoba, pero en esa misma época el presidente Ronald Reagan decidió utilizar el territorio hondureño como base de operaciones para la contrarrevolución nicaragüense.
Actualmente gobierna el país Juan Orlando Hernández, tras una reelección en la que hubo varias acusaciones de fraude.
Estos tres países centroamericanos, Honduras, Guatemala y El Salvador, siguen sin poder controlar la violencia y la pobreza, que son las principales causas de la migración. Como hemos visto, mucha de esta es consecuencia del intervencionismo y colonialismo estadounidense. La situación tiende a agravarse porque a diferencia de México están aceptando préstamos del Fondo Monetario Internacional para comprar vacunas contra el COVID.
Así, concediendo la mejor voluntad del presidente Joe Biden y del presidente López Obrador, para resolver el problema de la migración con criterios humanitarios, no hay muchas formas reales de detenerla.
Un paliativo puede ser el programa mexicano Sembrando Vida que otorga recursos a los campesinos de Centroamérica para sembrar árboles frutales; pero es Estados Unidos el que debe hacer inversiones que permitan el comercio justo. De otra manera no se puede aligerar el enorme peso que le cargaron a la historia, los empresarios del capitalismo salvaje, los terratenientes militares con los que las iglesias católicas y cristianas han sido tan complacientes, y la CIA, que fue el instrumento armado de trasnacionales como la United Fruit Company.