• Aviso de Privacidad
martes, julio 29, 2025
Indice Político | Noticias México, Opinión, Internacional
  • Cultura y Espectáculos
  • Deportes
  • Economía
  • Internacional
  • Justicia
  • Nacional
  • Política
  • Salud
Sin resultados
Ver todos los resultados
  • Cultura y Espectáculos
  • Deportes
  • Economía
  • Internacional
  • Justicia
  • Nacional
  • Política
  • Salud
Sin resultados
Ver todos los resultados
Indice Político | Noticias México, Opinión, Internacional
Sin resultados
Ver todos los resultados

La ciudadanía de los mejores

Redacción Por Redacción
29 julio, 2025
en Luis Farías Mackey
A A
0
0
COMPARTIDO
11
VISTAS
Share on FacebookShare on Twitter

Luis Farías Mackey

 

Tras diez años de soledad en la montaña, Zaratustra bajó a la ciudad buscando «que los sabios entre los hombres vuelvan a alegrarse de su insensatez y los pobres de su riqueza». Encontró mucha gente congregada en el mercado en espera de la aparición de un funámbulo (acróbata sobre la cuerda floja), y les habló de la necesidad de que hombre sea superado, de hacerlo «ser más allá de sí mismo», de hacer más de sí.

Pero el pueblo se río de él, querían ver al funámbulo. Entonces dijo: «El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, -una cuerda sobre un abismo. Un peligroso ir más allá, un peligroso en camino, un peligroso mirar atrás, un peligroso escalofrío y un peligroso quedarse quieto. Lo que es más grande en el hombre es que es un puente y no una meta: lo que puede ser amado en el hombre es que él es un tránsito y un ocaso». El pueblo río nuevamente: «se ríen: no me entienden, no soy la boca para esos oídos».

Desencantado, insistió: «Es tiempo de que el hombre fije su propia meta. Es tiempo de que el hombre plante la semilla de su esperanza más alta», porque, «¡Ay! ¡Llega el tiempo en que el hombre ya no lanzará la flecha de su anhelo más allá del hombre y la cuerda de su arco ya no será capaz de silbar!» Porque «la tierra se ha vuelto pequeña y sobre ella va brincando el último hombre, el que todo lo hace pequeño. Su estirpe es indestructible, como el pulgón; el último hombre es el que más dura».

Pero la gente quería ver al funámbulo, quien finalmente salió para morir tras caer por un bufón que brincó sobre su cuerda: «Siniestra es la existencia humana, dijo Zaratustra, y sin sentido aún: un bufón puede llegar a ser su perdición». Él, que había bajado para separar a muchos del rebaño y sólo pudo separar un muerto.

¿A cuántos lograremos separar nosotros en nuestro afán de formar ciudadanos?

Nuestra hipótesis ya es conocida: no se llega a la ciudadanía como crece a cierta edad el vello púbico. La ciudadanía implica capacidades en el individuo y condiciones en la sociedad. Las capacidades hay que desarrollarlas, las condiciones crearlas. La tarea es monumental.

Nuestro reto, sin embargo, es poder ser boca para algunos oídos.

Partamos de dos premisas: todo mexicano(a) es capaz de ser ciudadano(a), es decir de desarrollar en sí las aptitudes y actitudes correspondientes, y ejercer una ciudadanía plena, no es, pues, un problema de habilidades especiales ni de privilegios, menos de victimizaciones hoy tan en boga. Pero sí requiere de un piso mínimo de condiciones de vida digna: salud, educación, comida, sustento, techo, seguridad, ingreso, información, libertades, derechos y prestaciones elementales que permitan a la persona ocuparse del hacer ciudadano.

Bajo ambas premisas analicemos ahora la formación ciudadana: ésta no es algo que el individuo por sí solo pueda darse, “la ignorancia no es capaz de salir de sí” (Foucault 2001), porque ignora que ignora, pero también ignora que sabe. Por lo tanto, la formación ciudadana requiere del otro: es gregaria. Foucault nos habla de tres tipos de magisterios: el del ejemplo como modelo de comportamiento; el de la competencia, en tanto “transmisión de conocimientos, principios, aptitudes, destrezas técnicas, etc.” Finalmente, el de la turbación y el descubrimiento, que se despierta a través del diálogo.

Pero, decía Séneca: ciudadanía no es sólo un saber, es un estatus de sujeto. En otras palabras, no se trata de substituir la ignorancia por el saber, sino al no sujeto, por el sujeto y su acción, lo que conlleva una interpelación con él mismo y la plenitud de su relación consigo, así como de su plenitud personal. El magisterio ciudadano, por tanto, no es sólo de ejemplo, de competencia y de descubrimiento, sino, además, de constitución del sujeto: de hacer más de sí y ser más allá de sí mismo.

Y aquí las cosas se complican, por un lado, la constitución del sujeto, su formación misma, implican condiciones de vida para poderse ocupar de sí, es decir, un privilegio hoy en México elitista. Por otro, al margen de las condiciones económicas y sociales, la constitución del sujeto ciudadano puede lograrse, y debiera, por lo menos en nuestro diseño político y legislativo, por los partidos, agrupaciones y demás organizaciones políticas, lo que de suyo no deja de ser hasta cierto punto sectario. Finalmente, la educación que imparte el Estado y que debiera, en principio, ser accesible, generalizada, efectiva, en justicia y de calidad.

En estos tres supuestos, la constitución del sujeto ciudadano en México ha sido un absoluto fracaso: ni las élites políticas y económicas, ni las diversas formaciones políticas, incluso con subvenciones cuantiosas del Estado, ni este mismo han sido exitosos en ello. Los esfuerzos educacionales, además, hace décadas que suprimieron la educación cívica de la currícula escolar. La “educación cívica” en México, desde 1990, está a cargo del, hoy, INE, órgano encargado de organizar elecciones, no de diseñar y menos poder impartir educación en México. Ergo: la democracia sin demos.

Quienes compartimos la inquietud de formar ciudadanos nos enfrentamos a una gran muralla más allá de las circunstancias antes descritas: la apatía ciudadana, consecuencia, a su vez, de la inexistencia de una ciudadaneidad plena, entendida como la capacidad efectiva de ser en los hechos ciudadano. Si no hemos formado ciudadanos, ¿cómo no van a ser indiferentes, los así designados?

En principio todos pueden y deben ser ciudadanos, pero en los hechos poquísimos lo quieren ser. Nuestra formación, acendrada en los últimos tiempos, es que lo político nos es ajeno, denigrante y deplorable. La antipolítica, por más paradójico que resulte, fue una política pública abrazada por una gran mayoría de partidos y políticos trasvestidos en apolíticos y apartidistas: vivir negando la política fue “La Política” en las últimas décadas.

La otra es que no existen vías efectivas para que los ciudadanos, primero se puedan formar, y, segundo, participar ciudadanamente. Lo ciudadano en México siempre ha sido en función de los partidos y sus intereses, no al revés. De suerte que, descalificados hoy todos los partidos con registro, el deporte nacional sea formar partidos con todas las taras consecuentes. Aplaudo sin embargo los esfuerzos de constituir nuevos partidos, pero éstos en México son solamente patentes de registro de candidatos, por tanto, capturados en los circuitos y urgencias electoreras, cuando no en negocios familiares.

La formación ciudadana, por el contrario, debe ser de largo y paciente aliento, no algo condicionado a las prisas y exigencias de las próximas elecciones, por más importantes que éstas puedan ser. La constitución de ciudadanía debe correr por vía ajena a los circuitos electoreros mexicanos.

Pero ¿cómo romper la apatía ciudadana, o es que también en esto erramos el tiro?

Acudo a Sócrates y encuentro que, aunque fue condenado a la muerte por enseñar a pensar a la juventud helénica, interpeló a muchos, y convenció a un puñado. Así que tenemos que cuestionarnos la universalidad de la capacidad ciudadana. No la innata de ser ciudadano, sino la de desarrollarla, de verdaderamente constituir al sujeto ciudadano, de quererlo ser y serlo en los hechos.

Para muchos esto va a sonar una apostasía, pero la gran mayoría de los ciudadanos no les interesa serlo, ignoran qué es serlo y cómo lograrlo, y aunque fuese por osmosis se negarían a intentarlo. ¿Para qué, dirán, si ya lo soy? Cuando ni siquiera saben de lo que hablan.

Dicen que lo que no cuesta no se valora: en la ciudadanía tenemos la mejor prueba.

Nuestro democratismo de libro nos dice que tenemos que hacer ciudadanos a todos, de suerte que lo más fácil es declararlos y ya. Y estos ciudadanos indoloros y por decreto han llevado a la democracia moderna a lo que tanto temieron los padres fundadores de Norteamérica: a la dictadura de la mayoría, una mayoría ignara, enajenada, sicofante y manipulada.

Pero pretender hacer lo que ni el Estado ni los partidos han querido hacer es una aberración. No hay manera de convertir en ciudadanos a una mayoría que no lo quiere ser, ni nos corresponde hacerlo. Frente a esa inmensa mayoría enajenada, tenemos que optar por una minoría ciudadanizada, es decir eficaz y efectivamente capaz, consciente, actuante, exigente, pensante. La ciudadanía de los mejores, no por superiores frente a otros en términos discriminatorios y displicentes, sino de cara a la ciudadanía misma: mejores en ser ciudadanos, en ejercer ciudadanía, en enseñar ciudadanía.

Estamos ante un esfuerzo cultual, de culto ciudadano y, sí, sectario, de secta dedicada a ello, que no busca número, sino calidad y profundidad, que dedique sus mejores esfuerzos en diseñar al ciudadano del futuro, en pensar nuevas formas de entender, formar, organizar, comunicar y ejercer ciudadanía.

Posiblemente tendremos que inventar nuevos vocablos para expresar lo que aún no existe y cuyos antecedentes ya están tan prostituidos.

Política, Estado, ciudadano, democracia, representación son términos gastados y ensuciados, menester será pensar, en su sentido de crear (toda creación humana es hacer más de sí), nuevas palabras y nuevos significados.

La democracia de masas ha mostrado ya sus deformaciones: una democracia sin demos, propia de enjambres y de pastores, guida por ciegos; una democracia de emociones, rijosidades y lumpen; mayorías autómatas y clientizadas, gobernantes autócratas y déspotas; súbditos, no ciudadanos; número, no concordia, menos calidad; algo, no alguien.

Exactamente lo contrario a la ciudadaneidad.

Fue el propio Zaratustra quien enseñó que las palabras más silenciosas son las que traen la tempestad. «Los pensamientos que vienen con paso de paloma son los que conducen al mundo».

Etiquetas: columna
Noticia anterior

Poquito miserable

Siguiente noticia

Cierra Urióstegui Tiendas 3B

RelacionadoNoticias

Luis Farías Mackey

El talón de Aquiles de Andrés

27 julio, 2025
Luis Farías Mackey

Con A de Adán Augusto, de Audomaro y de Andy

26 julio, 2025
Luis Farías Mackey

Luisa María

21 julio, 2025
Luis Farías Mackey

La pudrición de nuestras reformas

20 julio, 2025
Luis Farías Mackey

Xóchitl un año después

19 julio, 2025
Luis Farías Mackey

Robar el tiempo

14 julio, 2025
Siguiente noticia

Cierra Urióstegui Tiendas 3B


[video width="300" height="170" mp4="https://indicepolitico.com/wp-content/uploads/2024/02/poder_por_poder.mp4"][/video]


  • ¿Fin de la Propiedad Privada? La Ciudad de México Redefine el Control de Bienes Privados, Ejidales y Comunales

    4 compartidos
    Compartir 0 Tweet 0
  • En el Nuevo Orden Mundial, 13 familias gobiernan al mundo

    2 compartidos
    Compartir 0 Tweet 0
  • Paredes y Gutiérrez Müller: complot contra el FAM

    2 compartidos
    Compartir 0 Tweet 0
  • Proceso de evolución de la planeación estratégica

    14 compartidos
    Compartir 14 Tweet 0
  • Del escandaloso fraude a Línea 12 en 2009, responsabilizan a Mario Delgado

    1 compartidos
    Compartir 0 Tweet 0
Indice Político | Noticias México, Opinión, Internacional

Francisco Rodríguez

Información y análisis. ¿Quién a la baja? ¿Quien al alza? La Bolsa de ¿Valores? de la política "a la mexicana"

Síguenos

Lo más reciente

Adán es una piedra en el camino a la dictadura

¿Y si la “corcholata” destapada hubiera sido Adán?

Tecnología, vigilancia y espionaje político

Pemex, los veneros del diablo

Cerrar filas vs narco-gobierno

Anthony dice: “esta tarde, yo, solamente no sé qué escribirte…”

  • Aviso de Privacidad
  • Índice Político | Noticias México, Opinión, Internacional, Política

© 2020 Todos los derechos reservados. Indice Político.

Sin resultados
Ver todos los resultados
  • Nacional
  • Política
  • Economía
  • Cultura y Espectáculos
  • Internacional
  • Deportes
  • Justicia
  • Salud

© 2020 Todos los derechos reservados. Indice Político.