No pudo ser más deshonroso el arribo de los dos nuevos ministros de la “Corta” de Justicia, electos para mamar del presupuesto por los próximos quince años. Hasta los infumables y castrados miembros del Senado expusieron en tribuna que ninguno de los dos llenaba el requisito de honorabilidad. Hasta hoy repelan, hágame usted el refabrón cavor.
No vivimos en un Estado de Derecho, exclamaron, sino en una dictadura. Estas imposiciones, señalaron, terminan por consolidar la falta de independencia de poderes en México, y por hacernos un Senado servil. ¡Qué manera de reclamar, después de agacharse toda la Legislatura!
Al menos, hasta ahora sacan la casta los mansos bureles de la llamada Cámara Alta, después de que durante meses han sabido que al lado de sus cubículos se erigió un despacho maestro, desde donde dirige sus votaciones, como titiritero, el senador 129, el nefasto Humberto Castillejos Cervantes, Consejero Real, que unos días antes quiso ungir a su primo, y quien la opinión crítica le echó a perder la fiestecita.
Se tardó sólo el tiempo que lleva armar ternas de impresentables, pasarla nuevamente a firma del anacoreta de Los Pinos, recabar la autorización del Virrey Vi(rey)garay y doblegar por enésima vez al corrupto yucateco, Emilio Gamboa Patrón, presto para culiempinarse ante cualquier insinuación, someterla al pleno ¡y sanseacabó!
El Foro, empantanado en un desprestigio creciente e irreversible
Pero ahora los senadores se dieron cuenta de que ya habían regado el tepache demasiado, y quisieron lavarse un poco la cara, cuando las organizaciones internacionales de expertos en temas de elecciones judiciales ya dieron su veredicto: en México, el Senado no salvaguardó los principios de ética y honradez, sólo privilegio el posicionamiento político y la pertenencia a grupos de dos nuevos ministros.
Norma Piña, como una tajada de poder al PAN, y el delincuente Javier Laynez, acusado en diversas partes del mundo por delitos graves y groseros –como los dos de París, remember?–, representante de los intereses de Vi(rey)garay – Castillejos – Peña Nieto. Ninguna otra explicación al respetable Foro mexicano, empantanado en un desprestigio creciente e irreversible.
La voluntad popular fue reconocida como fuente del poder legal
Va de historia… por si ocupan: Los cimientos del federalismo estadounidense, del que se ha dicho hasta la saciedad, que somos una calca, nos hablan de otra cosa. Al refutar la autoridad de la Gran Bretaña sobre las colonias, surgieron conflictos sobre problemas de impuestos y de regulación comercial que adquirieron cada vez mayor dureza y violencia.
La Corona argumentaba que las colonias, que se habían aprovechado más de la protección militar del Imperio, debían contribuir al sostenimiento de la máquina de guerra. Ante nuevos planes fiscales, los colonos supusieron una invasión a sus privilegios y la resistencia recibió apoyo universal.
John Adams argumentó que los impuestos no se podían cobrar sin su consentimiento expreso, basándose en derechos inalienables. La Corona no quiso admitir esa teoría constitucional, y los perjudicados subrayaron el derecho de resistencia y abandonaron la fidelidad al rey Jorge III.
En los distintos estados se redactaron declaraciones de derechos y se aprobaron constituciones con la preocupación fundamental de impedir intrusiones por parte del Ejecutivo, así éste se llamara George Washington. La voluntad popular fue reconocida como fuente del poder legal y el Parlamento, reconocido como el supremo, frente a todas las ramas del gobierno.
Poder federal para zanjar conflictos entre democracia y capitalismo
La concepción agraria o propietaria, confrontó los intereses del Sur terrateniente con los capitalistas del Este, que exigieron imperiosamente la creación de un poder federal fuerte. Así, el período siguiente a la Independencia, se caracterizó por la lucha entre la democracia y el federalismo capitalista.
Durante la Guerra de Independencia, la deuda aumentó extraordinariamente, y fue financiada con certificados de garantías de tierras. Los capitalistas del Este, que eran los acreedores más fuertes, impusieron la visión de un gobierno federal, frente a los intereses agrarios que exigían autonomías locales para mantener supremacías.
A su vez, grupos poderosos del Sur, propietarios de plantaciones, defendieron el federalismo, pues confiaban en que un Ejecutivo fuerte reprimiría los levantamientos de esclavos. Finalmente, prevalecieron los defensores del gobierno federal, pero respetando los contrapesos de los propietarios agrícolas.
Pilares federalistas: independencia y honorabilidad del Poder Judicial
La aparición de la obra “El Federalista” y de los teóricos Hamilton, Madison y Jay, sugirió que el equilibrio más adecuado, debía tener como el eje de la balanza las ideas del Este industrial, financiero y capitalista. Destacaban en sus artículos, compilados por la Fundación Zangwill Memorial, que contra él se alineaban las fuerzas del Oeste y del Sur: el conservadurismo y el radicalismo agrario.
El interés republicano del Sur se identificó cada vez más con la causa de la esclavitud, el asunto más importante. Una casa dividida internamente, no puede sostenerse, expuso Lincoln… este gobierno no puede perdurar semiesclavo y semilibre.
Después de la elección de Lincoln, dice Pablo Kecskemeti, los estados del Sur optaron por la secesión y comenzó la guerra civil. El resultado, triunfaron los federalistas financieros, fueron liberados todos los esclavos, se les mandó a Liberia, África, y a los que se quedaron se les concedió el sufragio.
La Guerra Civil cerró un período del pensamiento político estadounidense. Los portavoces del Sur mantuvieron que los estados conservaban su soberanía plena, incluso después de establecida la Unión. Todos estos problemas perdieron su significado una vez que los financieros lograron la unidad con sangre y hierro.
Las viejas herencias ideológicas del federalismo, permearon el cuerpo político. Sus principales pilares constitucionales fueron: la independencia y honorabilidad del Poder Judicial, un vigilante permanente de la constitucionalidad de los otros poderes; la corresponsabilidad absoluta en la recaudación impositiva, entre la Federación y los Estados y el respeto a las autonomías locales.
Aquí, Judicial y Legislativo son extensiones del poder del dinero
Ninguno de los tres ámbitos es respetado en México, que se justipreció como el legítimo heredero jurídico del Federalismo estadounidense.
Aquí, el poder financiero, que no se reporta en la Constitución, es el más influyente y poderoso de todos. Se rinden ante él, tirios y troyanos, no existe una ley que sancione, ni con el pétalo de una rosa, todas sus execrables atribuciones, desde poner al Presidente, hasta lavar cualquier clase de dinero y elevar a las alturas a cualquier mísero ratón.
El Poder Judicial y el Legislativo, sólo son extensiones incómodas del poder financiero. Son los compañeros de viaje a los que hay que maicear y consecuentar para mantenerlos adocenados y comprometidos con los dueños del dinero. Las facultades presupuestarias, en donde los estados sólo son observadores, mantienen a éstos con el alma en un hilo, dependiendo de sus frugales participaciones etiquetadas y condicionadas.
Defender a los mexiquenses, tarea imposible y ridícula
Por lo anterior, es no sólo ridículo, sino vergonzoso, que hasta hoy tomen la tribuna los execrables y maiceados senadores para protestar por la imposición de Laynez y Piña. Por eso es hasta lamentable, que el ministro Presidente de la “Corta” de Justicia, Luis María Aguilar, monte en cólera absurdamente, cuando siempre se ha empinado hasta la ignominia.
Dijo apenas Luis María Aguilar, en el fondo refiriéndose a sus dos nuevos compañeros del poder togado: si un juez no es independiente y sólo es un mandadero o escribano de alguien, no debe influir en las decisiones de los impartidores de la justicia. Cree que el infausto Laynez le va a hacer caso a sus admonitorias y se va a plegar a sus catilinarias.
Laynez y Piña llegan a la “Corta”, a rechazar todas las demandas, críticas u obstáculos a los disminuidos mexiquenses. Llegan a hacer el peor de los ridículos: defender los intereses de lo que nunca nacerá, argumentando lo que nunca podrán justificar, porque el pueblo de México para entonces, ya sabrá cómo castigar un sexenio de vergüenza y entreguismo.
¿No cree usted, estimado lector?
Índice Flamígero: La desigualdad social es una brecha que se agiganta en nuestro país todos los días, pero que se hace más que evidente en esta época de fin de año. En una serie de reportajes, el diario El Universal ha incendiado nuestra indignación al compilar lo que recibirán de aguinaldo los ministros de la “Corta” de Justicia: 586 mil 449 pesos. Y peor, todavía, que un mexicano sujeto al mísero salario mínimo –¡qué oportunidad perdida, señor Peña Nieto!—tendría que trabajar 558 años, cinco siglos y medio, para alcanzar a percibir una cantidad igual. Otra nota informa que EPN, consciente de la realidad social, redujo en 41 pesos su aguinaldo y “sólo recibirá” 425 mil pesos por esa prestación que, a querer o no, le otorgamos los contribuyentes. ¿Y usted ya recibió su aguinaldo? ¿Y si es usted empleador, ¿pudo pagar los aguinaldos?
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— las leyes en este pais, resultan mejor sustituto del papel de baño q actualmente todos son de pesima calidad.