FRANCISCO RODRÍGUEZ
Mientras Europa y Asia se debaten en la desesperación por la inminente pandemia surgida del coronavirus, los cuatroteros y el Caudillo se jactan de haber destituido al director del Instituto de Neurología, se rasgan las vestiduras distrayéndonos y celebrando su nueva ocurrencia, disfrazada de estrategia contra la corrupción.
Mientras el mundo entra de plano en una espiral descendente de estancamiento, aquí hacemos como que no pasa nada, y seguimos aplicando aspirinas para enfrentar la parálisis causada por las provocaciones insensatas: todo el dinero que –además– escasea es aplicado a los irreflexivos seguidores del Caudillo, sus franjas vulnerables de la población, dice él.
No tiene cura, se insiste en que los habitantes declaren montos risibles de ingresos de cinco mil pesos para combatir la evasión, se aplican soluciones anticonstitucionales, por desproporcionadas e inequitativas, así como se quiere reformar las leyes para que sean válidos los sorteos de bienes consumibles. El colmo: el presagio del empobrecimiento generalizado.
Difunde la casa presidencial las fotos de unos tipejos, vestidos de funcionarios, con risa de idiotas, que “fraguan una reforma fiscal”, anunciando un desvarío monumental que sólo tenderá a hacer más insufribles las condiciones de empleo y de ingreso para la inmensa mayoría de la población.
Sólo truenan los chicharrones de López Obrador
Las amenazas serias, pandemias, estancamiento, falta de producción, fracaso del ahorro y de la inversión, crisis total del sistema de abasto de medicamentos, atención y procura de los sistemas de salud, son un juego para la Corta Transformación, la manera de llamar la atención…
… a sus zafarranchos vengativos, la forma de justificar la soberbia, el ocultamiento de la justicia económica, política, social y jurídica, el modo Peter Pan de decirle al mundo que aquí jamás creceremos, que no tomamos en cuenta nada, que aquí sólo hay una voluntad que cuenta: la del cuatrotero mayor, aunque se acabe el mundo, aunque truene todo lo que tenga que tronar.
Y todo el país, indefenso ante el poder descomunal que se le aplica, sólo tiene la burla para contestarle: se desternilla de risa porque la primera dama se echó para atrás en el apoyo a la lucha contra el feminicidio, habiendo declarado sumarse al paro nacional… y los chistes hirientes parecen llegar al fondo de lo escondido, el abandono material, el desastre de la pareja presidencial, aquejada de tozudez… y de poder.
El planeta teme que haya otro Efecto Tequila
Aunque el Caudillo se desata enseñando los alcances de sus ínfulas, el mundo se ha dado cuenta que esto no puede continuar, le teme a un Efecto Tequila, sabe que en muy poco tiempo los nuevos camajanes han tornado un país lastimado por la corrupción y el abuso, en uno que da lástima y vergüenza ajena.
El trato hostil y vejatorio desde las mañaneras se ha convertido, en un emblema de la Cuarta Decepción, pésele a quién le pese y aunque haya algunos favoritos, empresarios neoliberales y capullos del régimen, que agitan las campanas de una victoria chusca, pasajera, incómoda, inviable y marraja.
En poco, muy poco tiempo, los payasos de carpa gacha han demostrado que sirven para lo que el gitano: pa’ na, pa’ na y pa ná. En poco tiempo han demostrado que no van a ninguna parte, que lo único que quieren es que todos nos parezcamos a ellos: desabridos, apocados y envalentonados con todos los que estén abajo de nuestro código postal.
Hemos sido arrojados a los brazos de los narcos
En ningún país se aceptaría que se negara el derecho a vivir, opinar, decidir, sobre algo que sea diferente al baldón de pobreza que se nos ha puesto sobre el lomo. Sólo nosotros, nuestras clases medias desinformadas y los pobres mal informados somos capaces de ajustarnos a la sumisión de los verdugos ignorantes.
El mexicano ha sido arrojado por el abandono económico y social del Estado en brazos de pandillas de narcotraficantes, a las manos de una cultura urbana que no corresponde jamás a nuestros orígenes rurales. El enriquecimiento a velocidad turbo de los mandatarios ha sembrado el país de cuerpos de hombres y mujeres, viejos y niños, con cuerpos destrozados, en economías secas y sin esperanza.
Hasta la psicología mexicana, tan analizada por expertos, filósofos, poetas y artistas de gran calado, es insuficiente ya para explicar las reacciones y emotividades de una población masacrada en sus indicadores fundamentales: miseria, desconfianza, hambre, desempleo, pérdida de mínimos de identidad y de valores. Un caso de espanto.
No le temen al ¡fuchi guácala!, o peor, al ¡fuchi caca!
Es inconcebible encontrar en el mundo actual un país dotado de enormes riquezas materiales, geográficas, patrimoniales, poblado por menesterosos engañados. Que haya perdido más de medio millón de habitantes en supuestos tiempos de paz, merced a convenios del gobierno con narcotraficantes.
Que teniendo las leyes y los instrumentos pagados por el pueblo para atacar a los feminicidas y asesinos de la conciencia nacional, estos gocen de cabal salud, sólo porque no forman parte ni están en el listado particular del Caudillo como delincuentes, porque merecen el respeto absoluto a sus derechos humanos.
Ni en el país de nunca jamás existen los malosos que puedan arredrarse por el solo grito del ¡fuchi guácala!, o peor, del ¡fuchi caca! No existe un solo país donde por los compromisos contraídos con anterioridad, se libere a los grandes culpables, o peor, no quiera tocárseles por miedo a la reacción publicitaria en contra de la honestidad valiente.
No existe un solo país que se resigne a cebarse con dos charalitos, como Rosario Robles y Juan Collado, recluidos para justificar el robo y el atropello a ciento treinta y cinco millones de habitantes. No quiere decir que no sean culpables. Lo son. Pero no al grado de lesa patria como los que andan campantes por la calle, disfrutando de nuestro dinero y burlándose de las autoridades, si es que las hay, de la Corta Transformación.
La TV gringa se ha burlado de él. Los Simpson, ni se diga
No puede existir un solo país que responda al reto del crecimiento y de la falta de inversión privada, social y pública con una reforma fiscal regresiva y blandengue. No existe uno solo que responda a una pandemia corriendo de sus puestos de mando a los generales médicos y sanitarios que pueden atacar los efectos y las causas.
No puede existir un país que esté pensando en atacar a los débiles de ingresos para subsanar el error de no haber actuado contra los grandes delincuentes.
No puede existir un país que esté pensando en utilizar toda la fuerza del Estado para aprobar las loterías de productos de consumos básicos.
Hasta la serie South Park de la televisión infantiloide se ha burlado del Caudillo que nos portamos. Los Simpson, ni se diga. En todos los países desarrollados somos el hazmerreír de la pandemia, de la crisis económica, de la ingobernabilidad y del desastre inducido.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Se lo he venido comentando en estos espacios. El siguiente en la mira de la 4T es el hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, ahora cubierto con el manto protector que le da el fuero constitucional de una senaduría. El reportaje de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad dado a conocer ayer –una suerte de recopilación de lo publicado aquí y en la revista Proceso— aún no llega al fondo del asunto. Por lo pronto, ¿sabían que “el casero” de El Chino, como llaman al ex secretario de Gobernación, tiene entre otros dos aviones Learjet 45 para uso exclusivo de los Osorio? ¿“Casero” o prestanombres del corrupto ex gobernador de Hidalgo?
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