José Luis Parra
El verdadero vencedor del 2 de junio no fue Morena. Tampoco lo fue Claudia Sheinbaum. Mucho menos el votante. El gran ganador fue Arturo Zaldívar. Ministro en retiro, sí, pero jubilado no. El ex presidente de la Suprema Corte de Justicia reaparece como el auténtico operador del nuevo Poder Judicial de la 4T.
Mientras todos miraban hacia las boletas presidenciales y los votos plurinominales, Zaldívar afilaba el bisturí. Quien crea que su retiro fue para descansar, debería ver de nuevo el tablero: presidencias, ministras, magistrados, consejeros y hasta el nuevo Tribunal de Disciplina Judicial llevan su sello. Un golpe quirúrgico de control institucional.
El flamante Tribunal, que sustituye al viejo Consejo de la Judicatura, ya no será presidido por un ministro de la Corte. Traducción: se acabó el contrapeso interno. En su lugar, entra una dupla seleccionada por el Comité del Ejecutivo, es decir, por el ex ministro Zaldívar, que ahora actúa como jefe de quirófano. Rufino León y la colimense Indira García se suman a un elenco diseñado para obedecer sin chistar.
¿Quiénes más entran al nuevo reparto de toga y birrete? Abogados como Irving Espinosa, pupilo de Ernestina Godoy; Giovanni Figueroa, cuota de los gobernadores; Arístides Guerrero, ligado a Rosa Icela Rodríguez; y la clásica ficha palaciega: María Estela Ríos. Todos ellos ungidos por el Comité Evaluador de Zaldívar.
Y como cereza en el pastel, Hugo Aguilar Ortiz será el nuevo presidente de la Corte. Otro cercano. Otro confiable. Otro más en el rebaño del Zaldívarismo.
Mención aparte merece Sara Irene Herrerías. Promovida por el fiscal Gertz Manero, pero también por Adán Augusto y Monreal. Un fichaje con doble sello de garantía. Herrerías entra por una puerta… y por la otra. En la Corte ya no hay equilibrios, sólo intereses alineados.
Ni Norma Piña ni los viejos jueces de carrera judicial figuran. Ni siquiera los legisladores que supuestamente “iban a negociar” algo en el nuevo modelo de justicia. Todo eso se desechó. El rediseño institucional fue unilateral, vertical, quirúrgico. Y con bisturí prestado.
Zaldívar no sólo gana posiciones, recupera poder. Y según rumores palaciegos, ya planea su próximo gran movimiento: suceder a Gertz Manero en la Fiscalía General. El fiscal tiene aún dos años y medio en el cargo, pero el ambiente huele a mudanza. Zaldívar prepara su entrada triunfal.
Mientras tanto, el nuevo Poder Judicial es una maquinaria perfectamente engrasada. Con engranes que no chirrían. Porque no hablan, no opinan y mucho menos se rebelan.
No hay Corte. Hay comité. No hay ministros. Hay encargados. No hay justicia. Hay línea.
El futuro huele a toga… pero con uniforme de partido.