* La ruta está trazada, arrinconará a los mexicanos buenos y sabios, para que se sumen a él en un reclamo a voz en cuello: ¡No me salgan conque la Constitución es la Constitución! Imposible saber cuál será el desenlace
Gregorio Ortega Molina
No le demos vueltas, el presidente de la República tiene la certeza de que transitará un camino por él conocido, con bifurcaciones previstas y baches que pueden llenarse con lo encontrado en las fosas clandestinas. Llegar al dos de junio próximo le proporcionará entretenimiento político, diversión… y puede que desagradables sorpresas, aunque no del tamaño que exijan cancelar su proyecto.
Está seguro de haber colocado al México bueno y sabio, a sus electores, donde los necesita, como mascotas fieles para interpretar su voluntad, para eso le sirven los plásticos del bienestar. Domestican, para que dóciles sigan la ruta indicada en momento y hora.
Contrario a lo afirmado por Carlos Salinas de Gortari a su padre: “nos tardamos, pero llegamos”, Andrés Manuel López Obrador se hizo con el poder en el momento previsto, después de haberse establecido los compromisos irrenunciables, y suponer que no “sería florero”, salvo de aquellos a los que debe haber llegado a convertirse en huésped de Palacio Nacional.
Sus actos de gobierno son efectuados como muestras de poder. La cancelación del AICM en Texcoco es sólo su autoafirmación: MEXICO SOY YO. Si bien la elección intermedia le supuso una fractura, lo tomó como lección, para que no se repita nunca más, aunque quizá pronto se dará cuenta de que desconoce mucho del carácter y comportamiento humanos, de las reacciones del rencor por él fomentado. El golpeteo anímico, profesional, personal, familiar, a los que no son suyos, tiene un precio.
Su bagaje cultural me permite suponer que no leyó a Horacio Quiroga, su novela corta El Devorador de Hombres, donde se aprende lo que cuesta el exceso de confianza, el abuso de la humillación, y una falsa idea de lo que puede hacerse con la lealtad. Les comparto el final:
“Pero mi destino estaba matemáticamente trazado. Un ruido violento que hacía retemblar la tierra, llegó a mis oídos. Era una desesperada carrera de caballo. Un momento después, en la curva del sendero, apareció lord Aberdale, sin sombrero, pálido por la generosa emoción de no llegar a tiempo.
“Yo lo vi lanzarse del caballo y avanzar hacia mí con el revólver en la mano. Yo lo oí que me gritaba:
-¡Suelta!- con su clara voz de imperial voluntad, cubriéndome con la mira de su revólver.
“¡Pero esta vez no! ¡Él no sabía cuál había sido mi tormento diario durante cinco años, cuáles fueron las torturas y afrentas del miserable para conmigo, y no tenía, como yo, un balazo en la espalda!
“Y mirando fijamente a Aberdale, oprimí las mandíbulas… ¡trac!”
La ruta está trazada, arrinconará a los mexicanos buenos y sabios, para que se sumen a él en un reclamo a voz en cuello: ¡No me salgan conque la Constitución es la Constitución! Imposible saber cuál será el desenlace.
www.gregorioortega.blog
@OrtegaGregorio